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VICENTE GEA CABALLERO, DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD DE VIU

"Alguna Comunidad Autónoma trabaja ya para que las enfermeras tengan los mismos salarios en la atención sanitaria como en la sociosanitaria"

Personal de una residencia de personas mayores.
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Personal de una residencia de personas mayores. (Foto: TVE)
jueves 18 de mayo de 2023, 23:29h
Vicente Gea Caballero, Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de VIU.
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Vicente Gea Caballero, Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de VIU. (Foto: VIU)

Nuevamente, las residencias de personas mayores, los centros de día y el Servicio de Atención a Domicilio se encuentran con grandes dificultades para poder contratar a profesionales de la Enfermería. El trabajo de las enfermeras es fundamental para una atención de calidad y sin embargo el sector social y sanitario nos disponen de todo el personal cualificado que necesitan.

Para el decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de VIU (Universidad Internacional de Valencia), Vicente Gea Caballero, aunque "hay muchas enfermeras a las que el cuidado en las etapas más avanzadas de la vida les atrae, estimula y les proporciona altas dosis de autoestima y autorrealización", lo cierto es que "el ámbito sociosanitario todavía no ha logrado ser suficientemente atractivo para profesionales como las enfermeras".

Así, "salarios escasamente competitivos no han ayudado en el pasado o en el presente" a la retención de profesionales, pero le consta que "alguna Comunidad Autónoma trabaja ya para que las enfermeras tengan los mismos salarios en la atención sanitaria como en la sociosanitaria".

Pero Gea Caballero analiza el sector de la Enfermería en general y de la Enfermería geriátrica en particular y contesta a más preguntas:

Hemos celebrado recientemente el Día Mundial de las Enfermeras, ¿tienen algo que celebrar las enfermeras en España? Y, más concretamente, ¿tiene algo que celebrar la Enfermería geriátrica en nuestro país?

Bueno, lo cierto es que a pesar de los obstáculos que se encuentran las enfermeras cada día para poder crecer, mejorar y prestar cuidados de calidad a la ciudadanía, poco a poco y a base de mostrar cómo de seguras son sus prácticas y la calidad aplicada al cuidado de las personas sanas o enfermas, va calando en la sociedad que estas enfermeras actuales no son las ayudantes de hace muchas décadas y que son profesionales avanzadas, de altísima cualificación, y preparadas para el resto de asumir la mejor atención y cuidados posibles.

Y por eso hay mucho que celebrar. Todo ha cambiado a mejor para las enfermeras y para la sociedad, las enfermeras están robustamente formadas en competencias mucho más avanzadas que en épocas previas, y en España por ejemplo pueden llegar a especializarse y ser Doctoras, liderar investigaciones punteras y gestionar centros sanitarios, asumiendo responsabilidades impensables hace unos años.

Por cosas como estas son tan bien valoradas, apreciadas y buscadas fuera de nuestro país, si bien en España se resiste esa valoración por parte del propio sistema de salud y de algún sector de la ciudadanía que todavía desconoce en profundidad de lo que las enfermeras son capaces.

En cuanto a la especialidad de Enfermería Geriátrica, pues lo mismo. Es una especialidad importantísima y clave para el futuro de nuestro país y del mundo en el contexto sociosanitario. Con una acentuada inversión de la pirámide demográfica, con una baja natalidad y alta esperanza de vida, que provoca envejecimiento poblacional con cronicidad y una creciente dependencia, lo que ya es una necesidad imperiosa, pero más lo va a ser en el futuro, son enfermeras que cuiden a las personas mayores.

En concreto, muchas enfermeras generalistas y especialistas en geriatría es lo que va a necesitar esta sociedad. Así que, aunque la realidad aún es dura en cuanto a la inserción laboral para estas especialistas, la necesidad se impondrá y la realidad será que se convertirán en enfermeras geriátricas con un papel protagonista en la atención social y sanitaria a las personas mayores.

En el campo de la atención a las personas mayores, los problemas son similares a los de otros sectores (sanidad pública, privada, empresas, colegios, empresas, clubes deportivos...), pero más acentuados porque muchas de las enfermeras que trabajan con personas mayores se marchan a trabajar a estos otros sectores en cuanto pueden... ¿Por qué? ¿Qué deberían hacer las residencias o centros de día para retener talento?

Bueno, esta afirmación es rotundamente cierta. El ámbito sociosanitario todavía no ha logrado ser suficientemente atractivo para profesionales como las enfermeras. Es cierto que hay muchas enfermeras a las que el cuidado en las etapas más avanzadas de la vida les atrae, estimula y les proporciona altas dosis de autoestima y autorrealización. Ayudar humanamente forma parte de la identidad de la Enfermería, y eso alcanza a cualquier etapa de desarrollo humano, también en la ancianidad.

Y ahí está la gravedad del asunto, que existiendo profesionales con esta vocación concreta, y con una especialización sanitaria, ni así se les logra retener.

Creo que las residencias y centros de día no han conseguido competir globalmente con hospitales y centros de salud en la retención de profesionales. Cargas de trabajo elevados por la altísima demanda de cuidados que precisan estas personas, ratios enfermera/paciente escandalosos, y salarios escasamente competitivos no han ayudado en el pasado o en el presente a ello; pero es altamente probable que esto cambie pronto o deban cambiarlo, porque la pandemia vivida ha puesto de manifiesto la importancia de tener personal altamente formado, cualificado y satisfecho para implicarse en el sector residencial.

¿Cómo es posible lograrlo? En el caso de las enfermeras y las enfermeras especialistas en geriatría, además de los aspectos más laborales ya expuestos, como mejores salarios y ratios de pacientes racionales y no desmesurados como ahora, es importante mimar los entornos para la práctica profesional de las enfermeras. Retener talento no se consigue sólo con mejores turnos, ratios decentes o salarios.

Es importante empoderar a las enfermeras en estos servicios, diseñarles un buen plan de desarrollo profesional, buscar líderes naturales como gestoras de centros y servicios que incentiven a las enfermeras asistenciales, ayudándolas a innovar, permitirles desplegar proyectos de mejora, aplicar modelos de liderazgo amables, así como transformar la cultura de las organizaciones para que se aproveche y se estime la aportación de las enfermeras.

Pero también, ayudarlas a investigar, a innovar en la práctica, a aplicar nuevas evidencias científicas, entre muchas otras acciones. También, como no, aprovechando la alta capacidad de enfermeras y enfermeras especialistas, crecer en autonomía profesional y permitir normativamente que puedan desplegar mayor responsabilidad en la atención clínica de estas personas, como por ejemplo en la atención a sus enfermedades crónicas, el tratamiento del dolor o el cuidado paliativo o al final de la vida.

¿Por qué no hay enfermeras en España? Aunque esté feo decirlo, ¿de quién es la culpa de que no haya enfermeras en España?

Es una pregunta ciertamente compleja, pero tengo mi opinión propia. Y como tampoco quiero extenderme, simplemente diré que España es un país con un modelo sanitario que ha centrado la atención a la población en base a la atención médica como única puerta de entrada y resolución de problemas.

Pese a que sabemos de la sobrecarga médica con alta demanda por motivos claramente médicos, pero siendo bien conocido que un altísimo porcentaje de las consultas médicas no lo son por enfermedades o motivos médicos, sino por problemas de salud de origen diverso, global o incluso extra-sanitario, el modelo que tenemos lo ha convertido en patología, y hemos incluso educado a la población de que debe tratarse médicamente, incluso con fármacos, cuando son situaciones de la vida cotidiana que somatizamos, como por ejemplo los problemas sociales, el duelo, la soledad, las rupturas sentimentales, el desempleo, los problemas en las relaciones sociales, la adaptación a la adversidad.

Y en vez de abrir la puerta en las consultas de enfermería a las situaciones no médicas o a problemas de ágil resolución, incluso existiendo enfermeras especialistas o de práctica avanzada, expertas en ciertos campos de conocimiento, se sigue negando esa opción y se siguen atascando las consultas médicas. La conclusión es que faltan médicos, cuando la realidad es que tenemos más médicos que la media de Europa, lo cual es fantástico, pero evidencia que otro modelo es posible.

Siempre es genial contar con muchos médicos, pero sería más efectivo rediseñar las responsabilidades, porque aspectos clave para el futuro de las personas como es la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, la educación sanitaria y la educación para la salud, o el trabajo más comunitario que consiga la reducción de las desigualdades sociales en salud, de todo esto el sistema no se acuerda más que en los discursos, pero no lo aplica y no lo exige a quién realmente podría hacerlo: las enfermeras, al tratarse de uno de sus grandes campos de competencia y expertía.

¿Cuál es la solución a corto (en el sector geroasistencial es urgente), a medio y a largo plazo?

Pues también es algo complicado encontrar o proponer un plan claro, pero todo empieza por definir cuántas enfermeras faltan en el sistema y qué van a hacer esas enfermeras diferente a lo que ya hacen en el ámbito sociosanitario. Y hay que plantearlo desde un enfoque global socialmente hablando, por ejemplo, no solo pensando en residencias u hospitales, sino siendo más ambiciosos y también redimensionar la atención en Hospitales de media y larga estancia, en los que especialmente la carga de cuidados es muy intensa, o para los programas de atención domiciliaria de atención primaria de salud, o de las Unidades de Hospitalización a Domicilio, que también son unidades o ámbitos en los que hay y habrá posiblemente más demanda cada vez, en todas las edades, pero especialmente en edades avanzadas.

Seguidamente, se deberá trabajar un plan de desarrollo profesional para que el crecimiento de las enfermeras sea una realidad y cada vez tengan más responsabilidades, en base a la experiencia y la formación que adquieren. Algo que no es sencillo de conseguir, porque evidentemente todo debe orientarse a la sostenibilidad, pero que debe fijarse en un horizonte temporal para lograrlo y quizá incluso debería ser el primer paso, aunque yo lo exponga al final, es convertir al ámbito de la asistencia sociosanitaria en competitivo a nivel de salarios y condiciones laborales.

Sin esto, difícilmente puede cambiar la realidad; por ejemplo, me consta que alguna Comunidad Autónoma ha comenzado a trabajar para que las enfermeras tengan los mismos salarios en la atención sanitaria como en la sociosanitaria. Es un primer paso, pero no es lógico que en entornos donde las necesidades de las personas son altas, y los cuidados elevados, sea donde peores ratios existen.

¿Cuáles son los principales desafíos de la profesión enfermera?

Por un lado, a nivel legal deben conseguirse o que se les reconozcan ciertos logros que hoy en día no tienen sentido. Por ejemplo, el cambio de subgrupo profesional a categoría A1, como graduados superiores que son con responsabilidades avanzadas. Esto permitirá alcanzar nuevas metas. Que una enfermera en el sistema educativo universitario pueda llegar a ser decana de Facultades, vicerrectora o Rectora, gestionando decenas de miles de trabajadores/as y estudiantes, centenares de titulaciones, y que en el sistema sanitario las resistencias sistemáticas (o interesadas) al cambio, no les permitan gestionar un pequeño centro de salud como responsable plena. O que el sistema no les permita acceder a ciertos puestos con capacidad de decisión y gestión, por no tener la condición de A1 que el propio sistema les niega.

En esto la enfermera tiene un gran reto que asumir: desplegar su competencia política, es decir, influir en los lugares donde se toman las decisiones para producir cambios. El sistema es el que es, porque siempre se ha enfocado igual; recuerda a una frase gloriosa: aquí siempre lo hemos hecho así... Y si haces lo de siempre, el resultado será el de siempre. Y lo que necesitamos son cambios para producir mejoras. Como dije, haciendo lo de siempre nada cambiará; por mucho que cambiemos a los actores, si el enfoque del sistema sanitario no cambia, seguiremos igual. La Organización Mundial de la Salud ya lo dijo hace unos años: el cambio de los sistemas sanitarios será con las enfermeras, o no será.

Asistencialmente es importante desarrollar más competencias y más avanzadas para ser más resolutivas y eficientes para el sistema de salud y la sociedad, como asumir de forma efectiva el control total de las personas con procesos crónicos como diabetes, hipertensión, dislipemias, etc. Abrir su abanico de ámbitos de intervención, entrando por ejemplo de forma sistemática en las escuelas para educar y formar en salud y en estilos de vida a los más pequeños.

Seguir haciendo avances y cambios en la Ley del medicamento sería algo que también les podría permitir ser más productivas y eficaces para los pacientes. O desarrollar de forma unificada en el país el rol de las enfermeras de práctica avanzada para responsabilizarse de procesos concretos de los pacientes como ya sucede en países con un buen desarrollo profesional como el Reino Unido o los Estados Unidos. Este es otro punto clave: un mejor desarrollo profesional en servicio para las enfermeras. En España, las enfermeras casi que se forman a nivel postgrado por vocación, pero el sistema de salud o sus responsables valoran muy poco, por ejemplo, tener una enfermera Doctora en su plantilla, cuando es un lujo tenerla.

Lo cierto es que hay muchos desafíos y me resulta difícil ser capaz de resumirlos todos en un párrafo, pero el camino es ilusionante, y los hechos van demostrando cómo vamos creciendo. Y esto es positivo para el verdadero protagonista de la sanidad: las personas sanas o enfermas, los usuarios.

¿Se sienten valoradas y reconocidas las enfermeras? Es de suponer que será diferente la contestación en función de quién emita la valoración: pacientes, familiares de pacientes, compañeros sanitarios, empresarios, administraciones o la propia enfermera...

En general, las enfermeras reciben un agradecimiento sin límites habitualmente en la práctica diaria con pacientes y familias, cuando han tenido la necesidad de cuidado. Es decir, en el trato personal, las familias se identifican y reconocen muchísimo el trabajo que las enfermeras hacen por ellos. Eso tiene muchísimo que ver con la enorme resiliencia profesional que las enfermeras muestran, que las convierte en profesionales muy fuertes anímica y humanamente dada la práctica que ejercen, no siempre amable: procesos de pérdida de vida de las personas, enfermedades muy graves, o incurables, frecuentemente en personas jóvenes o muy jóvenes, problemas de salud mental, pérdidas traumáticas o en situaciones de urgencia o emergencia. Es decir, sí, la gente es muy agradecida y lo reconoce.

Sin embargo, cuando el trato deja de ser personal, y se valora al sistema, socialmente las enfermeras se diluyen porque su trabajo es poco visible, aunque fundamental, destacando la curación y olvidando el cuidado. Lo más grave, cuando los propios responsables de los centros sanitarios ignoran esta aportación, infravalorando su trabajo. Afortunadamente, esto va cambiando y entre los gestores/as ya se reconoce generalmente el valor añadido de tener excelentes profesionales enfermeras en sus equipos.

Los estudios lo avalan: los equipos con más enfermeras por paciente y con enfermeras mejor formadas son más seguros clínicamente, reduciéndose la morbilidad, las complicaciones, la mortalidad, e incluso las estancias hospitalarias. Estos resultados son aplastantes, alta evidencia, indiscutibles y fuera de toda duda. La estancia, las complicaciones y la mortalidad intrahospitalaria no depende únicamente de cuestiones clásicas, o del "azar" o la mala suerte, sino del control de los procesos, algo que pasa por las manos de las enfermeras.

Y esto debe saberlo la sociedad, porque el modelo no ha priorizado la contratación de enfermeras y luego las consecuencias son para el paciente y su familia. No significa todo esto que se hagan mal las cosas, ni muchísimo menos, pues estamos francamente satisfechos de nuestro sistema de salud y sus profesionales, pero sí significa que hay margen para la mejora y que en esa mejora las enfermeras son parte esencial.

Y por supuesto, las propias enfermeras deben empoderarse, creérselo completamente y hacerlo creer de forma convencida como comunidad profesional, para que nadie fuera de la profesión tenga la más mínima duda de la capacidad y deseo de una enfermería más ambiciosa y resolutiva desde las propias enfermeras.

Por último, ¿falta dinero o falta imaginación (política) para solucionar los problemas de la Enfermería en España?

Dinero hay para lo que priorizan quienes deciden en qué se gasta ese dinero, por lo que no creo que falte dinero, si acaso falta pues interés en aprovechar lo que las enfermeras pueden aportar. Al parecer, tenemos enfermeras del siglo XXI haciendo mucho de lo mismo que hacían las enfermeras en el siglo XX. Pero no porque las enfermeras quieran, sino porque no se lo permiten a pesar de los cambios competenciales para los que los nuevos planes de estudios las han preparado.

En esto, los grandes decisores son políticos en nuestro país, en base habitualmente a lo que les cuentan sus asesores/as, y que demuestra que responsables y asesores desconocen qué es y qué aporta la enfermería. Por lo tanto, si no hay políticos o asesores que sean enfermeras o que consulten a las enfermeras, mal vamos, ya que la visión que tendrán estará sesgada al no recibir ciertas visiones, enfoques o datos. Así que, de entrada, hay un fallo en el sistema, al menospreciar el conocimiento que pueden aportar en las políticas sanitarias las enfermeras.

Pero también otro claro ejemplo es la necesidad de contratación de enfermeras, algo que todo el mundo sabe; valga como ejemplo que los países nórdicos o Suiza tienen entre dos y tres veces más enfermeras por paciente que España, algo que demuestra claramente quién apuesta por un modelo que confía en las enfermeras.

Pero no deja de ser igual de cierto que las políticas las ejecutan gestores/as a nivel autonómico, de área de salud, y de pequeñas zonas básicas de salud. Es decir, que hay muchas oportunidades para empoderar a las enfermeras y resolver sus problemas, por un lado, laborales (con responsabilidad sindical, sindicatos a los que les reconozco su esfuerzo y mérito en el intento de mejorar las condiciones de trabajo), y por otro lado profesionales: el sistema debe ser facilitador para las enfermeras, para que puedan prestar los mejores cuidados posibles, la excelencia en el cuidado.

Con enfermeras suficientes, generalistas, especialistas y de práctica avanzada, y con un sistema que les permita desplegar competencias avanzadas para las que están sobradamente capacitadas, podremos lograr un mejor sistema de salud.

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