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¿Se puede exigir algo que se sabe que no se puede cumplir?

jueves 01 de diciembre de 2022, 02:51h
Javier Cámara, director de Dependencia.info.
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Javier Cámara, director de Dependencia.info. (Foto: Dependencia.info)

Mucho tiempo lleva Dependencia.info, y el que suscribe personalmente, preguntando a los principales actores del sector de la atención a las personas mayores por el problema de la falta de personal cualificado en las residencias, centros de día y atención domiciliaria. Conclusión (atención spoiler): muchas ideas y muy poca voluntad política.

Por lo tanto, falta personal y seguirá faltando. ¿Queda resignarse?

Digo yo que habrá que seguir insistiendo porque ya no es tanto un problema de pagar más o menos. Decía en esta misma tribuna la semana pasada que a España le faltan 95.000 enfermeras y que no se está viendo a la Administración con ninguna intención de solucionar un problema que es fundamental si queremos seguir trabajando por esa “calidad” prometida a los usuarios.

El director de Inforesidencias.com, Josep de Martí, aportaba algunas ideas en su artículo Enfermería y residencias. ¡Soluciones ya! Pues ni ya ni mañana ni pasado...

Abundando en el tema, apuntaba también que las residencias y los centros de día no encuentran, pero porque no hay. Hasta antes de la pandemia, todos los veranos preguntaba a los presidentes de las patronales qué planes tenían para evitar que las enfermeras se marcharan a la Sanidad. La covid obligó a preguntar por lo más inmediato, pero una vez superado el peor momento de la historia de las residencias, afortunadamente para todos, el problema sigue sobre la mesa.

Digo que estamos peor, porque estas profesionales que escapaban de los centros residenciales en buscar de un mejor salario y reconocimiento, tampoco llegan en el número necesario a los hospitales. Y no es un problema de que se marchen junto con los médicos al extranjero, es, simplemente, insisto, que no hay el número suficiente de profesionales.

En España tenemos una ratio de 625 enfermeras por cada 100.000 habitantes. El Consejo General de Enfermería denuncia que es una tasa muy por debajo del nivel europeo, que se sitúa en 827. España está en el sexto puesto por la cola en la UE por detrás de países como Eslovaquia, Hungría, Bulgaria o Letonia.

Se ve así que faltan profesionales en las residencias pero también en los hospitales y en los centros de Atención Primaria, que tantas huelgas en toda España está provocando y va a provocar. Desde el sindicato Satse lamentan que se esté cuadriplicando la cifra de pacientes atendidos por enfermera, lo que supone mucho más riesgo de fallecimiento.

En las residencias, se ha dado el caso de tener que llamar a la Consejería de Asuntos Sociales correspondiente y avisar de que va a ser imposible cumplir con los ratios establecidos por la falta de personal. Directores y responsables de Recursos Humanos explican que se ponen anuncios, se hacen ofertas, se facilita el contrato con beneficios no solo económicos, también de regímenes especiales para conciliar con la vida familiar, pero nada. No hay forma. No hay personal.

Decía un enfermero tuitero que “hay más puesto a cubrir que enfermeras, algo nunca visto”, pero más triste es que también apuntaba que “hay más enfermeras que nunca que desearían dejar su trabajo y quienes pueden ya lo han hecho”.

El modelo sanitario está agotado y el de los servicios sociales no es menos. Se reclaman urgentemente medidas para formar, para formar rápidamente porque hacen falta profesionales para ya y para formar a largo plazo porque el envejecimiento de la población así obliga, pero no se avanza. Se hacen propuestas de perfiles similares al de una enfermera y el colectivo se rebela, se piden más estudiantes por curso y tampoco quieren.

Se propone traer profesionales de países dispuestos a exportar enfermeras, pero luego se tarda años en reconocer los títulos para poder ejercer. La Administración es lenta y tampoco hace por acelerar estos procesos de convalidación. Se viene diciendo desde hace tiempo que se jubilan más enfermeras que las que entran a estudiar y el principal problema es que los sindicatos de Enfermería avisan ya de que en los próximos 10 años se jubilarán nada menos que 60.000 profesionales.

Entonces, la pregunta que me hago yo y tantos como yo es: ¿Tiene sentido querer cambiar el modelo de residencias y el de atención a las personas mayores con servicios que requieren de mucho más personal y luego no hacer nada para que haya todo ese personal necesario?

Si no hay, si no va a venir y si no se va a formar, ¿se puede exigir algo que se sabe que no se puede cumplir? Obviamente, no. ¿Cuánto tiempo más se puede seguir haciendo la “vista gorda”? Hasta que haya ganas de hacer las cosas bien. Lo peor, como casi siempre, es que tendrá que pasar alguna desgracia para que se actúe finalmente.

Mi opinión es que no hay voluntad política para solucionar problemas que afectan al funcionamiento de las empresas, pero que se podría doblegar y conseguir avances significativos en este y otros campos importantes si realmente hubiera una unión más importante y fuerte en el sector. Hay potencial de sobra. La atención a las personas mayores tiene cada vez más peso específico en la economía, en el empleo y en la opinión pública. Solo entonces, cuando se pueda cumplir será lícito exigir.

Pero es solo mi opinión y quizá la de alguno más...

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