El director/gerente de una Fundación que gestiona residencias nos ha hecho llegar esta tribuna a Dependencia.info. Nos ha pedido no desvelar su nombre. Igualmente, la fotografía no corresponde a nadie, es de de una página web que generaba caras aleatorias de forma que es una cara que no existe.
Las direcciones de residencias de mayores tenemos la desdichada experiencia de haber tenido que atender en el propio centro a residentes enfermos de Covid-19 que requirieron un elevado nivel de atención, con una buena parte del personal en situación de baja laboral.
Recuerdo la llamada de auxilio, “¿Quién nos ayudará?”, que la directora de una residencia lanzaba el 16 de marzo en una de las emisoras de radio de máxima audiencia debido a que el reingreso de una residente procedente del hospital había sido el detonante del contagio de otros residentes, así como de varios trabajadores a quienes se les tuvo que dar la baja laboral. En esa residencia, como en otras muchas, se producía una ecuación difícil de resolver: Más trabajo asistencial y menos personal. La respuesta de la administración pública fue “si el equipo sanitario de la residencia no pudiera estar disponible… lo hará el equipo de atención primaria más cercano”. Todos sabemos que estos equipos estaban desbordados. Todos sabemos, excepto el responsable de la administración pública, que la directora pedía ayuda para atender las necesidades diarias de los residentes cuando parte de la plantilla ordinaria estaba enferma y no se encontraban gerocultores o auxiliares dispuestas a trabajar en la residencia por miedo a contagiarse. El titular del periódico El País de 3 de abril era: La administración “solo asume la sustitución del 4% de los cuidadores contagiados en las residencias”.

“¿Quién nos ayudará?”, era una llamada de auxilio a la administración pública el 16 de marzo y aún ahora, a principios de setiembre, nos preguntamos si deberemos formularla de nuevo.
En estos últimos 5 meses la ayuda recibida por la administración ha sido una ingente publicación de instrucciones de cómo actuar en las residencias frente al virus. La lectura de la mayoría de estas instrucciones conlleva la necesidad de incrementar la plantilla de personal. No obstante, no se ha publicado ninguna que nos diga cómo debemos proveernos de una mayor dotación de trabajadoras para hacer frente a las nuevas tareas y para cubrir las bajas laborables que puedan producirse. Solo se nos indica que debemos tener disponible una bolsa de trabajo o bien servirnos de las listas de desempleados de las oficinas públicas de ocupación. En la primera opción nos preguntamos: ¿quién quiere formar parte de esa bolsa, sin ningún tipo de compensación económica, esperando a que se les ofrezca un trabajo incierto con riesgo de contagio por un salario desestimable? En la segunda opción cabe decir que por ejemplo en Cataluña, hoy por hoy (primeros de setiembre), la lista está formada solamente por 165 personas en la bolsa de “auxiliar enfermería geriátrica”, 299 personas en la de “auxiliar de enfermería” y 42 personas en la de “personal de enfermería”, todo ello para atender a las contingencias de las 1.073 residencies existentes.
¿Quién nos ayudará? ¿Cómo haremos para atender las necesidades ordinarias de nuestros residentes si no podemos cubrir las bajas laborales? Esta es una pregunta ni siquiera figura como ítem en la “Guía para la elaboración del plan de contingencia de una residencia”. Las autoridades deben estimar que ello no se producirá, al haber dispuesto que las residencias tengan una bolsa de trabajo y que se acuda a las listas del servicio público de ocupación.
La guía no contempla esa contingencia. Tampoco se ha publicado ninguna instrucción al respecto. Las autoridades no se pronuncian sobre cómo abordar esa situación, que por desgracia todos hemos tenido que afrontar y que puede llegar a producirse nuevamente. Nadie nos dice si ante la falta de personal podemos modificar ciertos protocolos, reducir la intensidad de los cuidados, organizarlos de otra manera. Así pues, las direcciones de las residencias deberemos, una vez más, tomar decisiones sin ningún tipo de seguridad jurídica, temerosos de que alguien nos diga que no estamos cumpliendo la normativa vigente, aquella que era de aplicación antes de la pandemia. ¿Quién nos ayudará?
Residencias de mayores en Guadajara