Hace más de tres años se planteó en la residencia las Marismas, de la que, por cierto, eres director, si sería mejor contar con un servicio de cocina propio o externalizado. Un tiempo después se consideró si la forma de luchar contra el “monstruo que se comía la ropa de los residentes” debía ser externalizar el servicio de lavandería. Eran otros tiempos en los que lo que te preocupaba era intentar optimizar el servicio separando algunos aspectos, de forma que pudieses centrar tu esfuerzo y tiempo en lo que de verdad era la actividad troncal de la residencia: prestar atención personal y apoyo en las actividades de la vida diaria de los residentes.
La enfermedad de la covid 19 y sus devastadores efectos han cambiado muchas cosas. Durante la primera oleada seguisteis con todos los servicios “propios” y notasteis como las bajas del personal, por enfermedad o cuarentena por haber estado en contacto con enfermos, dificultaron muchísimo la prestación del servicio poniéndoos en momentos al punto del colapso. Lo curioso fue ver que no era la enfermedad en sí la que estresaba hasta el límite el funcionamiento de la residencia sino la falta de personal. Lo fácil que era obtener la baja llamando a un teléfono sin que ningún médico tuviese que comprobar el estado real del trabajador y lo difícil que era obtener el alta para volver a trabajar. Lo arduo que resultaba convencer a personas de las diferentes bolsas de trabajo para que viniesen a trabajar en una residencia.
Recapitulando, sois conscientes de que, si el problema del personal no hubiese existido, habríais podido copar con mucha menos dificultad con la falta de EPIs, el insuficiente testeo y el alud de instrucciones, órdenes, protocolos y demás documentación que recibíais de la administración.
Ahora veis que la segunda ola existe, pero tiene un carácter, por lo menos inicialmente, menos letal aunque igualmente preocupante. La residencia no está a plena ocupación (hay plazas libres reservadas para contingencias) y volvéis a tener al personal; tenéis un almacén con EPIs; los testeos hechos por parte de la administración son más habituales a lo que podéis añadir que habéis comprado varios centenares de tests serológicos que os permiten ser más precavidos.
Aún así, hay un run-run que suena en el fondo de tu cabeza y que de vez en cuando te despierta por la noche. ¿Es posible que en un mes o dos vuelva a llegar el tsunami y tengamos que volver a trabajar con un 25 o 30% menos de personal?
La administración os ha obligado a poner en el plan de contingencia que disponéis de una bolsa de trabajo por si llega el caso, pero tanto ellos como vosotros sabéis que eso y nada es lo mismo si de nuevo se desata la pandemia.
Así que estás volviendo a planteártelo, aunque esta vez desde otra perspectiva.
¿Sería conveniente externalizar la cocina, la lavandería e incluso una parte de los servicios de limpieza? Esta vez no sería tanto por un motivo estratégico sino puramente defensivo. ¿Deberías externalizar el dolor de cabeza de forma que no seas tú quien deba preocuparse por cubrir a ese cocinero que no ha venido a trabajar y posiblemente esté en su casa haciendo una cuarentena de “no sabes cuántos días”? ¿Deberías trasladar la responsabilidad sobre los cambiantes requisitos relativos al lavado de ropa y también las posibles bajas en lavandería?
Pero, ahora que las cuentas de la residencia están sometidas a la tensión del mayor gasto “no previsto” generado por la pandemia, ¿es inteligente y sostenible entrar en el sobrecoste que supone una externalización?
En éstas estás deseando que existiese un lugar en el que pudieras plantear tus dudas y otros directores y directoras pudieran compartir su visión y opinión de forma que pudieras tomar la tuya.
¿Existirá ese lugar?
Autor del caso
Josep de Martí Vallés
Jurista y Gerontólogo
Profesor del Máster en Gerontología Social de la UB
Director de Inforesidencias.com
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