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Arquitectura y Residencias: Consideraciones sobre los criterios comunes de acreditación del SAAD

Unidades de convivencia en una residencia de Barcelona.
Unidades de convivencia en una residencia de Barcelona. (Foto: Inforesidencias.com)
martes 17 de mayo de 2022, 01:54h
Marc Trepat Carbonell, arquitecto, BTA Arquitectura
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Marc Trepat Carbonell, arquitecto, BTA Arquitectura (Foto: Marc Trepat)

Consideraciones sobre el acuerdo sobre criterios comunes de acreditación y calidad de los centros y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) en lo relativo a Impacto Económico relacionado con la arquitectura de las residencia para mayores

He tenido la oportunidad de leer el documento sobre el impacto económico que supone los nuevos criterios de acreditación para centros de atención a la dependencia. No entraré en todo lo que se refiere a los incrementos de costes relativos a las modificaciones planteadas en las ratios de personal por no ser mi especialidad, pero si creo tener suficiente experiencia para poder opinar en lo que se refiere a los costes que puede suponer para la construcción de nuevos centros, y sobre todo para las reformas de los centros existentes, si quieren disponer de la acreditación para dar servicio desde el sistema público.

La intención de este artículo es colaborar en la mejora de la atención a los mayores y, por tanto, está redactado con la intención de añadir reflexión para que este acuerdo futuro para la acreditación sea positivo y realmente consiga poner a nuestro país en la élite de la atención a las personas con dependencia.

Como ya he comentado en artículos anteriores, este nuevo sistema de acreditación parte de la base de que las residencias deben estar distribuidas en unidades de convivencia, y no puedo estar más de acuerdo, pues hace mucho tiempo que defiendo este modelo como el que permite la implementación de la atención centrada en la persona de la forma más eficiente. Se sigue fijando la capacidad de la unidad de convivencia en un máximo de 15 personas, y tengo la sensación de que no se ha analizado en profundidad qué representa esta capacidad en relación con la ratio de personal para que el modelo sea eficiente en la atención que queremos para cuando seamos mayores. No he leído en ninguno de los capítulos del “acuerdo” un análisis en profundidad de lo que representa, a los efectos de costes, esta capacidad máxima para las unidades.

Llevo 7 años visitando residencias en diferentes países y analizando como podemos mejorar nuestras residencias. En este mismo foro habréis podido leer artículos sobre estos viajes organizados por Inforesidencias.com a países nórdicos, centroeuropeos y EEUU, donde pongo de manifiesto las bondades de los sistemas de esos países y analizo lo que podemos hacer nosotros con nuestra economía y cultura para mejorar la atención a las personas mayores con dependencia. Esto me ha permitido proponer un modelo de unidades de convivencia que al mismo tiempo sea viable económicamente en base a los criterios de ratios de personal que tenemos en nuestro país hasta ahora.

Durante estos últimos años hemos experimentado dos sistemas de distribución de las unidades de convivencia que nos permiten generar residencias viables. El primero es en base a dos unidades de entre 14 y 16 personas con un único control central que permite que un mismo equipo de personal pueda atender las dos unidades de forma coordinada. El segundo modelo es en base a unidades de entre 18 y 22 personas en la que los espacios de convivencia se divide en dos o tres diferentes, más o menos unidos entre ellos, que hace que la reducción de estímulos negativos que se generan para las personas con demencia sea incluso mejor que en las unidades de 15. Esta unidad puede disponer de personal suficiente para ser totalmente autónoma y no deba estar ligada a una unidad en la misma planta, lo que da mayor flexibilidad al diseño de la residencia.

Todo lo que he expuesto hasta aquí, lo podemos demostrar con proyectos y edificios construidos en los que se puede observar que la superficie por usuario no aumenta de forma significativa respecto de las residencia proyectadas y construidas con el modelo antiguo. Podemos demostrar que se pueden hacer residencias con superficies ente 45 y 50 m2 por residente con unidades de convivencia. No cabe duda de que si disponemos de 60 o 65 m2 por residente, podemos hacer residencias con más habitaciones individuales y espacios mayores, pero entre 50 y 65 m2, debemos ser conscientes que estamos aumentado el coste de la residencia un 30% y no siempre es viable con los costes de los terrenos en según que municipios y los elevados costes de construcción actuales.

Hasta ahora hemos comentado las circunstancias de lo que sería el incremento de costes para residencias de nueva construcción. En el documento también se habla de los costes que puede tener la remodelación de las residencias actuales para adaptar su estructura y distribución al modelo de unidades de convivencia de 15 personas. Pero no se da ninguna justificación del coste que se menciona y que es entre 150 euros/m2 y 350 euros/m2. Hemos participado en proyectos de reforma de residencias para intentar redistribuirlas con el objetivo de poder implementar la atención centrada en la persona y puedo asegurar que el coste que se menciona en el documento es absolutamente erróneo.

Por otro lado, el documento debe tener en cuenta que no todas las residencias existentes pueden ser reformadas en unidades de convivencia. Así lo demuestra muchos de los proyectos que hemos realizado. No seré yo quien critique el modelos de unidades de convivencia que tanto he defendido siempre, pero también debo decir que en el caso de las residencias existentes, al no ser siempre viable su reforma con el objetivo de crear unidades de convivencia estancas como si se tratara de viviendas compartidas, se debería tener en cuenta la posibilidad de otras opciones de acreditación. En caso contrario creo que se van a perder muchas de las plazas concertadas actuales, lo que al final conducirá a una reducción muy significativa del parque de plazas públicas en España.

Volviendo al precio de la reforma, en todos los casos en los que nos hemos encontrado, cuando se reforma un edificio no solo se trata de modificar su distribución, sino que eso comporta por imperativo legal, adecuar sus instalaciones y, por ejemplo, sus sistemas de evacuación y protección contra incendios también a las normativas actuales. Por ejemplo, todas las residencias construidas antes de 2006, año en que se creo el Código Técnico de la Edificación, estaban consideradas como uso residencial público, pero actualmente, están consideradas uso hospitalario. Cuando se reforma un edificio modificando partes importantes de su distribución, no solo se debe tener en cuenta la pérdida de plazas que puede suponer la reforma, sino también la adaptación a la normativas actuales, algunas de las cuales puede ser imposible de cumplir como son la generación de dos sectores de incendio por planta, o la resistencia al fuego de los techos que separan las diferentes plantas.

Como conclusión a esta primera lectura del documento en relación con los aspectos arquitectónicos opino lo siguiente:

  1. Tamaño de las unidades de convivencia: Creo que se debe profundizar más sobre el tamaño de la unidad de convivencia. Es evidente que cuanto más pequeño sea el tamaño, la atención mejora significativamente, pero también aumentan los costes de gestión también de forma significativa, por tanto, cerrase a un tamaño máximo de 15 personas puede hacer inviable la gestión. En países como Dinamarca, existen, de forma habitual, unidades de 20 personas con un 100% de dormitorios individuales y más grandes. Quizás deberíamos reflexionar en hacer un modelo sostenible desde todos los puntos de vista y no obcecarse en unidades de 15, cuando con 20 puede funcionar igual o incluso mejor. Dinamarca es uno de los países con un índice de bienestar social más altos del mundo y no se ha cerrado en un número máximo para sus unidades de convivencia. Es muy importante ver como se han hecho las cosas en los países donde la atención a los mayores está en los niveles más altos y no equivocarnos en hacer cosas que hagan imposible esa excelencia en la atención.
  2. La superficie de las residencias: No parece que se fije una superficie mínima por residente pero se habla de superficies entre 50 y 65 m2 por residente. En este sentido no diré que me parezca mal, pero si debemos saber que se pueden construir residencias con 50 m2 por residente distribuidas en unidades de convivencia con un número de plazas individuales cercana 70% perfectamente. Aumentar esta superficie está muy bien pero debemos tener presente también, la viabilidad del coste final del edificio, pues aumentar hasta los 65 m2/residente supone invertir un 30% más en la construcción de los edificios.
  3. Coste de la reforma: Es necesario una justificación de los precios de reforma que figuran en el documento. En este sentido hay dos aspectos a tener en cuenta, el primero que no todas las residencias podrán reformarse con el objetivo de generar unidades de convivencia y segundo es que el coste de la reforma es mucho mayor del previsto en el documento. Nuestra experiencia en la reforma de centros esta alrededor de los 800 euros/m2 y en la situación actual de precios disparados, puede ser mucho mayor. Se debe tener en cuenta que cuando se reforma una residencia, se trabaja con personas mayores frágiles y que eso obliga a hacer las obras por fases en horarios más cortos y sin poder atacar la obra de forma conjunta, lo que encarece de forma significativa el coste. Por tanto, debe revisarse, a mi modo de ver, esta previsión.

Espero que estas reflexiones lleguen al comité que está elaborando este acuerdo. Me pongo a su disposición por si consideran que mi experiencia puede ayudar en su objetivo.

Marc Trepat Carbonell

Arquitecto

B\TA Arquitectura

marc.trepat@bta,cat

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