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¿A qué nos enfrentamos?

Por Josep de Martí
martes 06 de septiembre de 2022, 14:59h
Josep de Martí, director de Inforesidencias.com
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Josep de Martí, director de Inforesidencias.com (Foto: Dependencia.info)

Hace pocos días he estado leyendo una carta que ha enviado la autodenominada “Plataforma Estatal de Organizaciones de Familiares y Usuarias de Residencias” a varios medios de comunicación (la he visto publicada en dos, ésta es una) en la que convoca a una manifestación bajo el esperanzador lema “Otro modelo de residencias es posible”.

Como estoy de acuerdo en que el modelo actual de residencias debe ir evolucionando para adaptarse a las necesidades y preferencias de los residentes, le he dedicado un tiempo, y la primera sensación ha sido la de una enorme sorpresa, casi pasmo.

Reproduzco un párrafo en el que el texto describe los elementos que conforman, a su entender, el modelo de las residencias de mayores hoy:

“La inexistencia de personal suficiente, y cualificado, para atender las múltiples necesidades de los residentes, la gran mayoría personas muy vulnerables y castigadas por enfermedades graves; la deficiencia de la atención médica; la práctica abusiva de sujeciones físicas y químicas; el funcionamiento ausente de los servicios de inspección; las continuas violaciones de las normativas por parte de las empresas operadoras; la alimentación escasa y pobre en valores nutricionales; la ausencia de la iniciativa pública en beneficio de una consolidada red de empresas privadas usureras; unos servicios asistenciales y de cuidados paupérrimos o abandonados; etc. etc... es el inaceptable reflejo del modelo hoy vigente de residencias, alejado de la calidad y de la dignidad deseables, paradigma del maltrato institucionalizado, de las malas prácticas y de las humillaciones”.

En definitiva, que esta asociación pretende acabar con un modelo “inmundo y mercantilista” en el que se ha producido una “obscena privatización” que “no asegura cuidados dignos y de calidad” generando una situación “bochornosa e inhumana”. Entre comillas pongo las palabras textuales.

A esta asociación le parecen positivos pero insuficientes los requisitos de acreditación del Acuerdo Belarra. Y hace sus propuestas:

  • Ratio de personal gerocultor/auxiliar del 1,13. Esto es, “1 trabajadora por cada 4 residentes en los turnos de mañana y de tarde, respectivamente, y de 1 por cada 10 en el de noche”.
  • Aumento del número de inspectores.
  • Participación de residentes, familiares y trabajadoras en la vida cotidiana de la residencia.
  • Planes de creación de residencias públicas.
  • Atención sanitaria a quien vive en residencias igual que al resto de la ciudadanía.
  • Tamaño máximo de las residencias 60 plazas.
  • Aumento de la proporción de dormitorios individuales.

Si no fuese por el uso de esos adjetivos tan exagerados (“inmundo”, “obsceno”, “paupérrimo”, “bochornoso”…) y por ese desprecio absoluto por la iniciativa privada, las propuestas que hace la asociación podrían ser acogidas sencillamente como más elementos para el debate. El problema es que las formas dejan entrever que no es debate lo que buscan.

Aun así, voy a intentar analizar las propuestas, dejando a parte el “chorreo”, y me voy a centrar por la primera, ya que es concreta y evaluable:

Una ratio de personal gerocultor/auxiliar del 1,13, a la que habría que sumar el personal de atención directa con titulaciones específicas (médico, DUE, fisio…) más el personal de atención indirecta (limpieza, cocina, lavandería, administración y mantenimiento) nos llevaría a una ratio global de alrededor del 1,5.

Esa ratio de personal supondría que el precio mensual de la residencia oscilase, según el tipo de IVA y convenio colectivo aplicable, entre los 3.890€ y los 6.117€ al mes.

Más abajo explico cómo he hecho el cálculo.

Lo que queda claro es que, a partir de una propuesta, sea la que sea, sobre ratios de personal, se puede calcular un coste por plaza y que, los costes pueden subir de una forma espectacular cambiando pocos elementos.

Encontrar residencias de mayores en la ciudad de Barcelona

Es de esto de lo que estamos hablando. O de lo que deberíamos estar hablando.

Si se plantea de forma genérica y sin hablar de costes, un incremento de personal para prestar un servicio difícilmente alguien podrá estar en contra. Me gusta la idea de que en las residencias trabaje mucha más gente. Me gusta tanto como que en los colegios hubiese un máximo de cinco alumnos por profesor o que en todos los municipios de más de mil habitantes hubiese un centro de atención primaria, un polideportivo con piscina y un instituto. Pero, ¿es factible? Lo cierto es que es todo cuestión de prioridades.

Si el Gobierno hiciese caso a la Plataforma que firma el manifiesto y apostase por la generalización del modelo de residencias públicas gestionadas por la administración, es bastante posible que el coste por plaza para cada ente público gestor rondase los 6.000€. Estaríamos en un precio parecido al de Suiza o Suecia.

Si fuese lo realmente prioritario para el Estado y las Comunidades Autónomas seguro que podría hacerse a costa de dejar de hacer muchas otras cosas que también son necesarias. Una labor de los gobernantes es priorizar necesidades sabiendo que éstas siempre son ilimitadas mientras que los recursos son escasos. Plantear modelos sin calcular su coste y defenderlos sin pensar en su mantenimiento es poner lo emotivo sobre la razón, la ideología sobre la gestión, querer predicar en vez de repartir trigo.

A esto nos enfrentamos. A mi modo de ver, bajo la apariencia de una Asociación de Familiares habita un proto-partido político, una ideología que desdeña la iniciativa privada en unos ámbitos que considera deberían ser exclusivamente públicos. No comparto esa ideología, pero la entiendo y sé que muchas personas la profesan. Desde ese sesgo ideológico entiendo que se vea a las empresas como “usureras”, lo mercantil como “inmundo” o lo privado como “obsceno”. Pero creo que ante el reto a que nos enfrentamos, debemos hacer un esfuerzo y, trascendiendo la ideología, buscar puntos de equilibrio que permitan garantizar servicios de calidad para los mayores dependientes que se puedan pagar y sostener en el tiempo.

Creo que en eso deberíamos estar porque, tal como dice la Plataforma, “Otro modelo de residencias es posible”.

Hoy me ha salido una columna muy larga. Lo siento. Sólo para mi satisfacción, si has llegado a leer hasta el final, ¿podrías dejar un comentario diciéndolo? Así sabré que no solo escribo para mí.

¿Cómo he llegado a esos precios?

Me he imaginado una residencia de 60 plazas dividida en cuatro unidades de 15.

He calculado cuántas auxiliares necesitamos para que haya una presente por cada 4 residentes en horario diurno (16 horas al día) y una por cada 10 en horario nocturno (8 horas al día). El cálculo requiere saber cuántas horas tiene el año (8.760), cuántas horas trabaja al año una auxiliar gerocultora (dependiendo del convenio colectivo, entre 1.600 y 1.792) y qué nivel de absentismo enfrentamos en la residencia (yo he tomado un 5%).

Según el convenio colectivo que apliquemos, necesitaríamos entre 65 y 78 auxiliares/gerocultoras para atender a los 60 residentes. ¿Por qué tanta diferencia? Porque quien trabaja con un convenio de 1.600 horas/año trabaja 24 días menos al año que quien lo hace con uno de 1.792. Son 24 días que se han de cubrir con personal.

A partir de aquí, me inspiro en modelos nórdicos y norteamericanos, añadiendo algo de imaginación y calculo cuánto personal más necesitaríamos:

Enfermería: Una Diplomada en Enfermería presente 12 horas al día por cada 2 unidades, supone tener entre 5 y 6 enfermeras contratadas a jornada completa.

Médico/a: Tener un médico presente 4 horas al día todos los días del año equivale casi a 2 jornadas completas.

Resto de equipo profesional: Calculo una ratio del 0,1 y me salen 6 profesionales a jornada completa.

Personal de atención indirecta y apoyo: Limpieza, cocina, lavandería, administración y mantenimiento. Calculo una ratio del 0,2 y me salen 12 profesionales a jornada completa a repartir durante todos los días del año. Aquí estaría el director/a de la residencia.

El número total de trabajadores según el convenio que se aplica oscila entre los 90 y los 98 a jornada completa. O sea, una ratio global de entre 1,5 y 1,63.

¿Cuánto cuesta eso?

También depende del convenio colectivo que tomemos. Yo he tomado el VI de la Dependencia y uno de Guipúzkoa. Aquí pido generosidad en quien esté leyendo, ya que quizás algún dato concreto sea de 2020 o 2021, aun así, creo que a los efectos de calcular grosso modo un coste, sirve. Además, como tengo la hoja de cálculo, si alguien me envía otros datos, lo puedo actualizar en unos segundos. Estos son en los que me baso:

He tomado las jornadas que necesitamos (teniendo en cuenta el 5% de absentismo de que hemos hablado) el salario base del convenio, he calculado un 33% de coste de Seguridad Social que paga la empresa y he calculado que se pagan catorce pagas al año.

Si tomamos el convenio Marco Estatal, con salarios de 2021, nos sale un coste por plaza (¡teniendo en cuenta sólo gastos de personal!) de 2.499€/mes. Si tomamos el convenio más beneficioso para los trabajadores, 4.201€/mes.

Sigamos con el cálculo.

Aquí entramos en terreno especulativo.

Quien gestione la residencia tendrá que alquilar el edificio donde presta el servicio: He calculado una repercusión de 300€ por plaza al mes.

Además, tendrá que asumir una serie de costes de mantenimiento, suministros, seguros, servicios externos. He calculado 20€ al día, 600€ al mes.

Con esto nos saldría un coste que oscilaría entre 3.300 y 5.100€ al mes, según el convenio colectivo que se aplique.

A esta cantidad debemos sumar un beneficio, si es que queremos que alguien se arriesgue y quiera gestionar la residencia. Yo he calculado un 10% sobre facturación.

Con todo ello el precio final sería de entre 3.740€ y 5.611€. Si el precio lo paga un particular en una residencia privada. Teniendo en cuenta el IVA del 10%, al final sería de entre 4.114€ y 6.117€. Si es plaza concertada el IVA sería del 4% por lo que bajaría a entre 3.890€ y 5.835€.

Sé que hay factores que pueden hacer variar el precio como que el alquiler de un edificio situado en el centro de una ciudad puede resultar más caro; que se decida poner más habitaciones individuales; que, para conseguir personal de enfermería o una buena directora para la residencia tengamos que pagar más; que nuestro nivel de absentismo sea superior, que tengamos que recuperar las pérdidas iniciales producidas entre que se abrió la residencia y se llegó a un punto de equilibrio entre ingresos y gastos. Además, no he tenido en cuenta los impuestos (más allá del IVA), los intereses o las amortizaciones.

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