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Dimes y diretes

Por Josep de Martí
Enfermera en una residencia de mayores.
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Enfermera en una residencia de mayores.

¿Cómo puede un día que había empezado tan bien torcerse por algo tan insignificante?

Esa pregunta te estabas haciendo mientras mirabas por la ventana de una de las salas de la residencia Las Marismas, de la que, por cierto, eres directora.

Esa mañana al llegar y repasar en el programa la situación, todo parecía correcto. El libro de turnos no mostraba incidentes importantes, repasaste el censo y no se preveía traslado alguno a pruebas externas; todo el personal del turno se había presentado puntualmente y un sol radiante parecía anunciar un bonito día tardo primaveral.

Algo de ajetreo en la entrada te había atraído hacia allí y viste a una familiar a quien conocías por su nombre hablando con una auxiliar con actitud de enfado. Al interesarte por la situación, te dijo que le parecía intolerable que no se le hubiese comunicado una caída que había tenido su madre en la residencia. La auxiliar le intentaba decir que su madre no había sufrido ninguna caída, pero ella insistía interrumpiendo continuamente y sin dejarla acabar. Ante tu presencia pareció tranquilizarse un poco, lo suficiente como para decirte que le parecía fatal haberse tenido que enterar por una amiga que su madre había tenido una caída y que, encima, desde la residencia lo negasen. Había visto a su madre muy desorientada y no lo consideraba tolerable.

Te ofreciste a ayudarla y te fuiste con ella a tu despacho donde le dijiste que ni en los registros de caídas ni en los de incidencias aparecía que su madre se hubiese caído. Ella te dijo entonces que lo sabía porque se lo había dicho la hija de otra residente a quien, a su vez se lo había dicho una auxiliar.

Tirando del hilo llegaste a Jesica, una auxiliar muy joven del turno de tarde. Ella te dijo que, efectivamente, había hablado por la tarde con la hija de la otra residente que le había preguntado si su madre se había caído porque tenía un moratón en la pierna. Ella le había dicho a la hija que su madre no se había caído y que, de hecho, la única caída algo seria de los últimos días había sido la de la Señora Joaquina Carmona que sí se había hecho bastante daño. Le dijo que cuando hay una caída importante el protocolo marca que la encargada de turno o la auxiliar de referencia contacte con un familiar para decírselo.

Cuando tú le dijiste que la que se había caído no era Joaquina Carmona sino Joaquina Coma se quedó sorprendida “¡Vaya! Pues es verdad. Me equivoqué de Joaquina al decírselo a la hija. Es que, ¡con tantos nombres!”.

Le explicaste a Jesica lo que había provocado. Le recordaste que dar información era algo muy serio y que debería ser cuidadosa. Que nunca hay que dar información a un familiar sobre algo que tenga que ver con otro residente. Su respuesta te dejó intranquila.

“Vale, pero no soy la única que habla con los familiares. El otro día varios preguntaron por la Señora Eugenia. Es la que ha perdido tanto peso y para tranquilizarles, Juana les explicó que le había empeorado el cáncer y ahora estaba comiendo preparados de proteínas porque no comía nada más. Yo le dije que no debía decirles nada de enfermedades y ella me dijo que era mejor que viesen que estamos prestando una buena atención y que nos preocupamos”.

Ahora te habías quedado preocupada.

La información que maneja la residencia tiene carácter reservado. La documentación la controláis a la perfección, pero ¿puede ser que diciendo tan solo unas palabras podáis estar infringiendo la ley, además de trabajar con poca profesionalidad?

¿De verdad está considerando todo el mundo la transmisión de la información confidencial de forma lo suficientemente seria?

Ante una situación así. ¿Qué harías tú?

Las cosas se solucionan hablando con calma

María Muñoz, auxiliar de Ayuda a Domicilio

Siempre he leído los ejercicios de la residencia las Marismas, pero nunca me he atrevido a comentar. Pero hoy voy a ser valiente. No soy directora de nada, solo soy una auxiliar de ayuda domicilio. Así que voy a exponer como yo actuaría:

Siempre que hay un conflicto por una desinformación o una información mal recibida hay que actuar de forma discreta para que no se altere más la convivencia de los residentes, me llevaría a l@s implicados a un lugar tranquilo y hablo con ell@s para tranquilizar el ambiente y así ir obteniendo información.

Luego hablo con el implicado familiar para saber en privado cómo es la información y cómo le llegó a ella. Después con la persona del centro. Una vez recopilada la información hablaría con las dos a la vez, exponiendo la información según los cuadrantes de las actividades e incidencias del centro y llevar a los implicados a la aceptación de lo ocurrido con la información correcta.

Pediría disculpa al familiar y este abandonaría la reunión. Una vez a solas con la persona del centro le comunicaría que no se puede proporcionar información a nadie que no sea un familiar, aunque esto ocurra en un ambiente distendido, que como profesionales tenemos que saber cómo resolver la situación.

Luego le pediría que redactara un informe de lo sucedido, yo redactaré otro y con ambos informes reuniría a todo el personal del centro para hablar de lo sucedido y las consecuencias que puede causar un incidente así para el buen desarrollo de la vida en el centro.

Recalcaría que los residentes están sujetos a la protección de datos y que solo los familiares directos pueden recibir información del personal autorizado. Y si una persona no autorizada da información puede ser sancionad@ por desvelar datos privados. No sé si será la forma adecuada de actuar, pero cuando realice mi máster en solución de conflictos entendí que las cosas se solucionan hablando con calma.

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