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El "obedezco pero no cumplo" en la Ley de Dependencia

Por Josep de Martí
martes 24 de mayo de 2022, 13:52h
Josep de Martí, director de Inforesidencias.com
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Josep de Martí, director de Inforesidencias.com (Foto: Dependencia.info)

La semana pasada intenté explicar por qué los borradores de acuerdo de criterios comunes de acreditación de los servicios de la Dependencia son de verdad tigres de papel.

Repasando cosas que he escrito con anterioridad, he encontrado algo de 2011 que me ha sorprendido por su actualidad once años después. Os invito a leerlo y a que me digáis sino os parece que vayamos pedaleando en una bicicleta estática, siempre adelante, sin movernos del sitio.

¿Cómo pudo la dinastía de los Austria dominar un gran imperio en el que los conquistadores eran muchos menos que los nativos y en un mundo en que las comunicaciones eran lentas e inseguras?

Pues lo consiguieron estableciendo un complejo entramado burocrático de virreyes, gobernadores, audiencias, oidores y fiscales, que se controlaban desde la metrópoli a través del Real y Supremo Consejo de Indias. Ese Consejo dictaba las leyes que debían aplicarse en la América Española. Correspondía entonces a las autoridades sobre el terreno la aplicación concreta. Lo cierto es que en muchas ocasiones las órdenes dictadas desde el Consejo nunca llegaban a aplicarse, ya que el virrey de turno las interpretaba como creía, llegando incluso a utilizar la famosa fórmula "obedezco pero no cumplo".

Como la corona estaba más preocupada en que las riquezas de ultramar no dejasen de fluir que de otra cosa, mientras siguiesen llegando cargamentos de plata y se mantuviese el orden en América, el cumplimiento concreto de las leyes y las órdenes les dejaba indiferente. Eso sí, siempre se actuaba como si las órdenes se cumpliesen y la maquinaria funcionase perfectamente. Como el Consejo estaba formado en su mayor parte por nobles que habían ejercido funciones de responsabilidad en las colonias, con toda seguridad ellos conocían lo irreal de la situación, sin embargo, participaban felices de la charada.

Casi quinientos años después, perdidas las tierras de ultramar y disfrutando de una democracia constitucional, revivimos una situación similar al "obedezco pero no cumplo".

La Ley de Dependencia es clara cuando establece que habrá un sistema único de valoración de la dependencia o cuando dice que existirán criterios comunes de acreditación, copago o de calidad establecidos en el Consejo Territorial del SAAD. La realidad es que, cuando estos criterios comunes tienen que ser aplicados en las Comunidades Autónomas, cada una lo hace como quiere, de forma que, en la práctica, ni se valora, ni se copaga ni se acredita de la misma forma. Eso sí, si escuchamos o leemos a los responsables del Ministerio acabamos convencidos de que ellos creen que lo que dice el Consejo Territorial se aplica. Esto es así porque, en el fondo, parecen estar interesados únicamente en que lleguen mensualmente galeones cargados de estadísticas que digan que cada vez hay más prestaciones.

Un ejemplo puede ilustrar mi argumento: de todos es sabido que el uso abusivo de la prestación económica para el cuidado no profesional ha pervertido el espíritu de la Ley (profesionalizar los servicios y dar calidad). Para solucionarlo, en marzo de 2010 a propuesta del Consejo, el gobierno aprobó una resolución que debía mejorar la prestación económica para cuidados en el entorno familiar. Si alguien se preocupa en leerla verá que, básicamente, no cambia nada, además, lo que cambia puede ser incumplido si se dan circunstancias "excepcionales".

Total, que las comunidades autónomas han seguido haciendo, cada cual, lo que ha considerado más adecuado, se parezca o no a lo que dice el Consejo Territorial. Eso sí, si oímos hablar a alguien del Ministerio nos dirá que tantas miles personas están recibiendo prestaciones y que todos están haciendo un gran esfuerzo para la consolidación del cuarto pilar del estado de bienestar. O sea, que todo va bien.

Hizo falta que cayera el Imperio y los historiadores analizasen los documentos para ver cómo funcionaba de verdad la administración imperial. ¿Qué hará falta para que hoy nos demos cuenta del divorcio que existe entre lo que dice la Ley, el Consejo Territorial y la realidad?

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