En la residencia las Marismas, de la que por cierto eres directora, sabéis que la preparación y administración de la medicación son aspectos muy importantes para la vida de los residentes.
Los residentes que viven con vosotros tienen un perfil bastante asistido. La gran mayoría tiene tres enfermedades diagnosticadas y toma siete medicamentos al día. Cuando visteis estos números por primera vez os llamaron la atención. Después supisteis que eran bastante parecidos a los que puso de manifiesto el estudio de la Fundación Edad y Vida “Perfil Sanitario de las personas mayores ingresadas en residencias de tercera edad” y eso os dio una cierta tranquilidad.
A partir de ahí os planteasteis si estabais haciendo bien las cosas a la hora de administrar la medicación empezando con una pregunta: ¿Pueden los residentes que nos lo pidan administrar su propia medicación?
Hasta ahora, cuando esa pregunta se ha planteado la respuesta ha sido un “no” automático respondido con aceptación resignada la mayor parte de los casos por parte de los residentes. Los argumentos de la seguridad siempre han podido más que todo lo demás. Sólo ha hecho falta utilizar dos o tres “Ysis” para hacer desistir a todos:
¿Y si un día se olvida de que se ha tomado la medicación y dobla la dosis?;
¿Y si entra un residente con demencia en su habitación y le coge medicación?;
¿Y si se equivoca de pastilla?
En los pocos casos en que esto no ha funcionado hemos expresado nuestra preocupación por la responsabilidad. “Entienda que si hay algún error la administración o incluso un juez podría hacer responsable a la residencia”.
Ahora os habéis encontrado un caso que de verdad os está haciendo pensar.
Se trata de un matrimonio. Ella, Catalina de 79 años, vive con una demencia en fase avanzada; él, Alfonso de 83, se encuentra perfectamente. Fue él, médico jubilado, quien organizó el ingreso cuando vio que no podía seguir cuidando a su mujer en casa. El confinamiento durante la pandemia había sido un suplicio para ellos. El servicio de SAD estuvo parado un tiempo y él se vio obligado a cuidar a su mujer 24 horas al día dejándola sola a ratos para ir a comprar. La primera idea fue que Catalina ingresase en las Marismas y él la visitase siempre que quisiese. Catalina suele agitarse cuando Alfonso no está a su lado por lo que decidió que contrataría dos habitaciones colindantes de forma que tuviesen una especie de mini apartamento. En una de las dos están las camas y en la otra se han montado un salón donde pasan la mayor parte del día.
Alfonso dijo que lo que quería era tener el día a día solucionado. Alguien que se hiciese cargo de las necesidades más básicas de Catalina como su aseo, acompañarla al baño y hacerle algunos ejercicios y masajes. Tambíen quería poder tener un par de horas o tres al día para salir o, sencillamente, desconectar. Él se encargaría de una parte de su atención. Eso sí, dijo que de su medicación, la de los dos, se encargaría él.
En principio, con la cantidad de plazas libres que tiene la residencia debido a los estragos de la Covid-19, unos clientes como esta pareja son algo muy bueno que no queréis dejar escapar. Habéis hablado con el encargado de mantenimiento y habéis visto que incluso es posible, sin mucho lío hacer una puerta interior que conecte las dos habitaciones. El precio que están dispuestos a pagar justifica con creces la inversión y, además, viendo cómo son, todo apunta a que pueden vivir bien en la residencia. Lo único es lo de la medicación.
Habéis aplicado los “Ysis” y la respuesta ha sido que Alfonso ve la residencia como su casa. “Allí yo llevo las recetas a la farmacia, preparo la medicación de los dos y nos la tomamos. He trabajado de médico cerca de cuarenta años y sé administrar medicación. Incluso puedo ajustar la dosis de algún medicamento según como veo las cosas. Puedo equivocarme como pueden equivocarse ustedes, incluso menos porque sé para qué sirve cada pastilla. Además, pienso tener un botiquín cerrado con llave donde guardar todos los medicamentos por lo que el riesgo de que entre alguien es muy reducido”.
Cuando habéis planteado el tema de la responsabilidad os ha dicho que os puede firmar un documento diciendo que él, en perfecto uso de sus facultades, quiere asumir la administración medicación, suya y de su mujer y que quita la responsabilidad a la residencia sobre esa administración. Incluso nos dice que puede hacerse cada tres o seis meses un test cognitivo y que si se detecta deterioro sea la residencia la que se encargue de todo.
La verdad es que esos argumentos son bastante convincentes. Habéis llamado a la inspectora que os hizo la última inspección de servicios sociales y os ha dicho que, aunque no está en la normativa una prohibición expresa, es muy raro y que, si pasa algo en principio seríais responsables.
Parece que la Atención Centrada en la Persona, el “centrarse en capacidades mantenidas” y “respetar las preferencias” sucumben ante el riesgo y la tendencia al paternalismo. Tú eres directora de la residencia, por supuesto quieres lo mejor para los residentes, pero también para la residencia.
De momento Alfonso ha aceptado que mientras lo consultáis, le administréis vosotros la medicación, han pasado dos semanas y sabéis que os va a volver a preguntar pronto.
¿Qué harías tú?
Nota: Si alguien quiere enviar una opinión elaborada y nos la quiere hacer llegar a [email protected] podemos publicarla de forma separada, no como comentario.
Autor: Josep de Martí. Perfil de Linkedin
Jurista y Gerontólogo. Director de Inforesidencias. Profesor del Máster en Gerontología Social y Postgrado de dirección de residencias en las universidades UB, UAB.