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Un dilema concretado en tres preguntas

En la residencia Las Marismas, de la que por cierto eres la directora, dais mucha importancia a la innovación. Esto os llevó hace unos años a plantearos reducir el uso de sujeciones y llegar a su eliminación; también habéis incorporado la comida texturizada y tenéis incluso un jardín terapéutico. Algunos profesionales del equipo dicen con orgullo que en la residencia se “hace ACP” pero tú tienes tus dudas.

Hace poco has leído una tribuna de opinión titulada “¿Estamos preparados para la Atención Centrada en la Persona?” y le estás dando vueltas al tema. Sabes que la ACP no es un modelo de atención sino más bien una filosofía que requiere que todos los participantes en el proceso de atención acepten que, por muy mal que esté una persona, por incapacitante que sea un deterioro cognitivo siempre puede hacerse algo basado en el respeto de la dignidad, las opciones y el proyecto de vida. Eso en sí es muy bonito, pero, por experiencia sabes que cuesta mucho para quien trabaja en una institución “apoyar” en vez de “hacer”, sobre todo cuando las cargas de trabajo son elevadas. El día a día marca ser expeditiva y sacar el trabajo por lo que, en vez de ayudar a alguien a que haga algo que puede hacer lentamente, se lo hacemos.

Estamos dándole vueltas y nos vienen a la cabeza tres situaciones:

  • Tenemos a una residente de 90 años que mantiene la capacidad cognitiva. Es viuda. Durante su matrimonio las cuentas se las llevaba su marido, ahora se las lleva su hijo mayor. A pesar de tener una posición económica acomodada, desde hace unos meses tenemos algunos problemas de recibos devueltos. Llevamos unos días intentando hablar con el hijo, pero no nos responde a los correos ni llamadas. ¿Le explicamos a la residente la situación o consideramos que es mejor no importunarla y que esas cosas es mejor hablarla sólo con el hijo?
  • Estamos remodelando la entrada y una zona de la planta baja. Allí hay un lavabo que siempre está cerrado con llave y que reservamos para visitas y personal. ¿Debemos mantener ese lavabo al que no pueden acceder los residentes? Si decidimos hacerlo, ¿nos hemos planteado por qué lo hacemos?
  • Un residente que ingresó hace un mes a la residencia, procedente de su casa, dice que necesita tomar “la pastilla verde” para quitarse unos mareos que le cogen de vez en cuando. La médico de la residencia ha visto que esa pastilla no tiene ninguna relación con los mareos y tras el ingreso la retiró de su pauta de medicamento. El residente empezó a tener mareos otra vez. La médico nos aseguró que era imposible que hubiese una relación entre los mareos y esa medicación y que más bien era el hecho de dejar de tomarla lo que le generaba ansiedad, para demostrarlo propuso darle cada día una cápsula vacía de color verde para vez si producía “efecto placebo”. Efectivamente, los mareos desaparecieron. ¿Hizo bien la médico y el equipo en dar placebo? ¿No es eso engañar? ¿No es ponerse en una posición paternalista de superioridad?

Llevas un rato dándole vueltas y estás llegando a la conclusión de que para poder caminar hacia la Atención Centrada en la Persona quizás primero tenemos que “cambiar la cultura”, pero eso es muy difícil.

¿Qué planteas hacer a partir de este punto?

Si alguien quiere ver este tema desde otra perspectiva puede mirar este video

Autor del caso: Josep de Martí Vallés

Jurista y Gerontólogo

Profesor del Máster de Gerontología Social y del Postgrado en dirección de centros de la UB, la UAB y del centro de Humanización de la Salud.

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