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EL RINCÓN DEL DIRECTOR DE RESIDENCIAS

La hermana tóxica

La hermana tóxica
Por Josep de Martí
Opina sobre este caso práctico en la gestión de residencias y envíanos lo que harías tú en esta situación.

En la residencia Las Marismas, de la que sigues siendo director/a, nos ha llegado uno de esos casos que, si se produjesen más a menudo, te harían plantear un cambio de profesión.

Hace dos meses ingresó la Sra. Carmen C., una mujer de 83 años que sufre demencia en fase avanzada. Es uno de los pocos casos que tenemos con una sentencia de incapacidad y el nombramiento de un tutor, en su caso, una Fundación Tutelar.

El ingreso se hizo con la intervención de una trabajadora social del ayuntamiento que nos dijo que podía pagar plaza privada mientras tramitaba la dependencia. El ingreso era algo urgente, pero no nos dio muchos más detalles. Firmamos el contrato con la entidad tutelar y lo comunicamos al juzgado.

La historia completa no la hemos conocido hasta después del ingreso, cuando ya han empezado los “acontecimientos”:

Estos son los antecedentes que desconocíamos:

La Sra. Carmen no tiene hijos pero sí una hermana, Luisa, quince años menor que ella. Según hemos sabido, Luisa es soltera y ha vivido durante toda su vida con su hermana mayor. Como sus padres murieron jóvenes Carmen se hizo cargo de Luisa. Cuando Carmen se casó, Luisa vivió con ella y su marido el tiempo que duró el matrimonio. Tras enviudar continuaron juntas y cuando la mayor empezó a ser dependiente fue cuidada por su hermana.

En un ingreso hospitalario los médicos detectaron un posible maltrato, lo que fue comunicado a la policía y a los servicios sociales. Comprobaron que Luisa disponía del dinero de su hermana a su antojo y hacía movimientos irregulares. Aunque no hubo procedimiento penal, el caso llegó a la Fiscalía que inició un proceso de incapacitación.

La entidad tutelar nombrada se hizo cargo del dinero y bienes de la Sra. Carmen y quitó la firma a su hermana de las cuentas. Provisionalmente contrataron horas de una empresa de SAD pero tuvieron que cambiar varias veces porque Luisa les avisaba continuamente de que las auxiliares domiciliarias no hacían bien el trabajo o las acusaba de robarles. Tras poco tiempo, consideraron que ingresase en una residencia. Cuando finalmente se produjo el ingreso decidieron que lo más adecuado y lo que la Sra. Carmen hubiera querido era que su hermana se quedase viviendo en el piso familiar pagándole una pequeña asignación mensual para sus gastos. Luisa no estuvo en absoluto de acuerdo con el ingreso ni la asignación, decía que ella la podía cuidar en casa y, desde el principio, se convirtió en un problema para la residencia.

El primer día se presentó a las 7:30 horas y dijo que quería ver cómo levantaban a su hermana. Estuvo en la habitación media hora e increpó varias veces a la auxiliar. Dijo que todo lo hacía mal y que le dejase a ella. Como era el primer día, la auxiliar se mostró comprensiva y le dijo que lo podían hacer entre las dos.

Pidió poder dar de comer a su hermana en la boca porque decía que “sólo ella” sabía cómo hacerlo para que no se atragantase. Aunque no era lo más normal, aceptamos sin pensarlo y las horas de las comidas se han convertido en un problema. Luisa se queja siempre de la comida, dice que no está bien y pide poder ir a la cocina a hacérsela ella.

Después de varios días de tensión, hablamos con Luisa, le dijimos que entendíamos su preocupación pero que tenía que dejar a las auxiliares hacer su trabajo y no podía cocinar para ella. Tras su enfado, decidimos hablar con la entidad tutelar y mantener una reunión a tres bandas. Luisa aceptó a regañadientes dejar trabajar a las auxiliares. La entidad tutelar nos pidió ser comprensivos y se comprometieron a mantener un “canal abierto” para poder saber cómo actuar.

Las cosas no han mejorado. Aunque ya no viene a primera hora, ahora siempre se queja de todo: dice que su hermana está sucia y huele mal; que la ropa que lleva no es la suya (ambas cosas son falsas); que cada día tiene peor aspecto. Habla con otros familiares y les dice que “ella conoce bien el centro porque está muchas horas y sabe lo mal que va todo”; también que ella quiere llevarse a su hermana pero no le dejan.

Al principio, a pesar de todo eso, los ratos que Luisa estaba al lado de Carmen, ésta se mostraba tranquila. Últimamente las cosas ha cambiado. Continuamente le está diciendo cosas como “te voy a llevar a casa”, “aquí estás mal, ¿verdad?”, “¡dímelo!”. Continuamente la está intentando peinar, algo que vemos que a Carmen la incomoda e incluso le hace daño. Carmen se agita, se pone nerviosa y a veces se pone a gritar, cosa que Luisa atribuye a que está mal en el centro. Nos dice que la va a sacar a dar un paseo a ver si se despeja. Nosotros contestamos que no puede hacerlo sin el consentimiento de la entidad tutelar, lo que genera más momentos de tensión.

Hemos vuelto a hablar con la entidad tutelar y ellos con Luisa. Hemos pedido que venga alguien de la entidad a ver en persona lo que pasa, pero ellos nos dicen que pactemos con Luisa un horario de visitas, ya que les parece exagerado prohibirlas, y que, como somos profesionales, deberíamos consensuar las cosas con la hermana. También que no debemos dejar que la saque a pasear sola, en cualquier caso que la acompañe alguien de la residencia.

Hemos tenido reuniones de Luisa con la psicóloga del centro, con el equipo interdisciplinar y con nosotros mismos. Las reuniones suelen tener momentos de ira y acabar con ella llorando y diciendo que sólo quiere cuidar de su hermana en casa.

Ahora tenemos a dos auxiliares de baja por ansiedad, a algunos familiares que se han puesto del lado de Luisa y que no entienden que no le dejemos sacar a su hermana a pasear; una obligación de reserva que nos impide explicar a los otros familiares cosas íntimas de las hermanas y un último suceso: son las 20: 30 horas y Luisa ha dicho que no se va del centro porque ha visto a su hermana pachucha y se va a quedar a su lado durante toda la noche.

Hemos llamado a la entidad tutelar pero no hay nadie hasta mañana.

¿Qué harías tú?

Autor del caso: Josep de Martí

Jurista y Gerontólogo

Profesor del Máster de Gerontología Social y del Postgrado en dirección de centros de la UB y UAB.

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