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¿Hemos aprendido algo de la pandemia? El poder del relato

Por Josep de Martí
miércoles 30 de marzo de 2022, 01:45h
Josep de Martí, director de Inforesidencias.com
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Josep de Martí, director de Inforesidencias.com (Foto: Dependencia.info)

Hace unos días, el mismo día, leí dos noticias en los medios con unos títulos que llamaron mi atención. La primera de el Diario.es se titula “No han aprendido de la pandemia” y trata sobre la nueva normativa de Castilla la Mancha sobre residencias que, se ha aprobado en enero de 2022, según la noticia, sin haberse discutido previamente con los sindicatos, asociaciones patronales o representantes de los profesionales. Critica la notica que no se introduce una formación obligatoria en el uso de EPIs, la participación de las familias en los procesos de final de vida o la suficiente coordinación sociosanitaria. Tampoco gusta, entre otras cosas, el hecho de que la norma introduzca un nivel de flexibilidad y discrecionalidad en los propietarios de residencias a la hora de determinar la distribución de perfiles profesionales. La conclusión, que se traslada desde el titular es que “no se ha aprendido de la pandemia”, vamos, que es un despropósito.

Cómo si hablásemos de mundos diferentes, otra noticia, el mismo día, esta vez de La Voz de Galicia con el titular "Hemos aprendido muchas lecciones importantes de la pandemia". Se trata de una entrevista al director general de DomusVi, José María Pena. La frase de la que extraen el titular es “Estos dos últimos años han sido complejos para toda la sociedad, y también para las residencias. Han supuesto algunos cambios temporales difíciles, como los cierres de residencias a las visitas, la imposibilidad de que los residentes pudieran estar con sus familias..; pero también hemos aprendido muchas lecciones importantes de la pandemia. Por ejemplo, la necesidad de una mayor sectorización de los centros, de crear burbujas para grupos más pequeños que puedan convivir. Aunque el origen tristemente haya sido la pandemia, hemos descubierto cosas que nos ofrecen mayor calidad de vida y una mejor atención a los residentes. La tendencia va a ser hacia centros más pequeños con mejores cuidados, que pongan a la persona en el centro con grupos más pequeños y equipos más dedicados. Esta una de las lecciones más importantes que hemos aprendido”.

Vale la pena leer las dos noticias de forma íntegra, ya que acabo de destacar sólo algún fragmento. Después de hacerlo podemos preguntárnoslo otra vez: ¿Hemos aprendido algo de la pandemia?

Una primera respuesta tras la lectura podría ser que las administraciones no, pero las empresas sí.

Otra, menos precipitada podría ser que esto todavía no ha acabado y que todavía nos queda espacio para la paciencia y la humildad. Ahora todavía estamos navegando la situación con una variante que parece disminuir de forma importante sus efectos, pero se resiste a desaparecer por completo y una sociedad que aspira casi con desesperación la vuelta de algún tipo de normalidad.

Creo que es demasiado pronto para saber si hemos sido capaces o no de sacar aprendizajes de la pandemia que puedan servirnos para evitar o atenuar los efectos de la próxima. Lo que saco de las dos noticias con titulares contrapuestos es que ahora mismo estamos viviendo la batalla por la redacción del relato.

Para algunos medios y opinadores la pandemia ha puesto de manifiesto el fracaso del modelo de residencias existentes. Tanto del papel de la administración reglamentando, inspeccionando y financiando como el de las residencias prestando el servicio. Frente a ese relato lo único posible es un cambio radical que parte de despreciar lo que tenemos. Para otros no ha fallado el modelo, sino que se ha visto expuesto a unas circunstancias para las que nunca había sido creado. Si aceptamos ese relato debemos centrarnos en continuar haciéndolo evolucionar, como hacíamos antes de la pandemia: mejorando las condiciones laborales de forma que se pueda captar y retener talento, profundizando en la tendencia hacia el respeto de las preferencias y los entornos humanizados (Atención Centrada en la Persona) y mejorando el trabajo coordinado entre atención geroasistencial y sanitaria. No hace falta romper sino mejorar sin culpar o culpabilizar a las residencias de lo que ha pasado.

Como no hay escritores oficiales del relato, veamos cómo éste se va formando y se va infiltrando en la conciencia colectiva. No es un tema baladí. Según cómo resulte éste tendremos residencias de mayores dentro de unos años o, sencillamente, las echaremos de menos.

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