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Jesús Cubero, secretario general de AESTE: Pandemiadas (con perdón)

Jesús Cubero, secretario general de AESTE.
Jesús Cubero, secretario general de AESTE. (Foto: Jesús Cubero)
Por Jesús Cubero Herranz
miércoles 22 de diciembre de 2021, 02:37h

Acuñaba mi querido Aitor Pérez Artetxe en un artículo de reciente publicación en este mismo portal el término “pandemiadas” para referirse a toda reforma ocurrente que algunos responsables públicos de los servicios sociales y atención a la dependencia de nuestro país dicen que van a llevar a cabo para que parezca que hacen algo tras la pandemia; y como ustedes comprenderán, contra un vasco cargado de razón… uno tan sólo puede aliarse.

En los últimos meses, los profesionales del sector asistimos atónitos a un intento de revisionismo del sistema de cuidados sin que muchos de los responsables públicos que se prodigan en “pandemiadas” hayan pisado una residencia en los últimos años. Y en una mezcla de ideología y desconocimiento, basan sus propuestas en 3 ejes:

- Reducción del número de plazas en las residencias
- Unidades de convivencia
- Mayor control de la inspección

Y esos tres ejes centrales sobre los que basa la reforma se ven trufados de forma transversal con dos líneas de acción básicas en la progresía intelectual:

- ACP
- Mejora de las condiciones laborales para los trabajadores del sector

El mismo Gobierno que no aporta el dinero que le corresponde al SAAD, y que ha dejado en manos de las autonomías la gestión del Sistema, quiere ahora aportarles una solución milagrosa que consiste en la frase del albañil: “Hay que sanear”. En una serie de artículos semanales vamos a ver en qué consiste ese “sanear” que propone la Secretaría de Estado y cuyo documento ha sido filtrado a determinados medios de comunicación.

Reducción del número de plazas en las residencias

Parten el Gobierno y algunas comunidades autónomas de la idea de que las personas mayores van a ir a vivir a las residencias como quien va a un hotelito rural. Abandono mi casa, mi entorno, mis vecinos y mi familia para trasladarme a un idílico establecimiento de 50 plazas. A ver, que para un fin de semana está bien, pero casi nadie se traslada a vivir a una residencia porque le apetezca cambiar de domicilio, al igual que casi nadie quiere ir a un hospital porque le apetezca (por mucho que también te hagan la cama y te den de comer tres veces al día).

No sé si se han enterado de que el perfil medio de una persona mayor que vive en una residencia es el de una mujer de 85 años con cinco diagnósticos clínicos, una situación de gran dependencia y que toma 9 fármacos al día. Y no, esa persona no quiere irse a un hotelito rural, esa persona necesita unos cuidados especializados que sólo son viables con un determinado volumen de camas.

¿Se imaginan ustedes hospitales de alta tecnología con un máximo de 50 camas? No, porque no tiene nada que ver una atención cercana y orientada al paciente con el número de camas del hospital. Y porque además para que haya una atención de calidad es necesario un número de camas que hagan viable el proyecto, la inversión tecnológica, el personal cualificado, la amortización del inmovilizado, y lo que es más importante… la praxis habitual y repetida que genera la experiencia necesaria para ofrecer una atención de calidad. En el mundo sanitario nadie se cuestionaría este tipo de reducción, porque sencillamente es imposible. Tan sólo he conocido un caso en el que un alcalde de la Comunidad de Madrid pidió que el hospital de su pueblo fuera un “haiga” y que estuviera equipado con toda la cartera de servicios y la última tecnología porque quería que sus vecinos pudieran nacer en el pueblo a partir de ese momento. Hubo que explicarle que el riesgo de nacer en un centro hospitalario donde no se dé un número mínimo de partos al año, es similar al de dar a luz en el propio domicilio.

El modelo que comenzó a implantarse en Castilla y León y cuya filosofía quiere replicarse a nivel nacional tan sólo ha provocado que se paralice la inversión en nuevos centros, y que por ende el parque dotacional de residencias quede obsoleto en unos cuantos años.

¿Por qué en lugar de solicitar las últimas ocurrencias e ideas de bombero a las plataformas de abajofirmantes orientados ideológicamente y que se arrogan la representación de los mayores, no les preguntas directamente a las personas mayores?

Hay una confederación que agrupa a todas las asociaciones de mayores, que se llama CEOMA y que tiene mucho que decir, pero al ser sensata, profesional y no ser manipulable… no sé yo si sus opiniones tendrán cabida en este debate.

Como conclusión, formulo una propuesta:

¿Y si en lugar de hablar de la gestión pública o privada de los centros, o del tamaño de los mismos (qué obsesión tienen algunos con el tamaño), nos centramos en diseñar un sistema donde se garantice la calidad en la atención, la formación adecuada de los inspectores, la transparencia global 360º, la correcta financiación del sistema, la formación del personal necesario para los próximos años, la adecuada remuneración de los profesionales, la renovación estructurada del parque residencial en España, la igualdad de derechos en materia de dependencia de los ciudadanos españoles en todas las comunidades autónomas, o la correcta coordinación entre sanidad y servicios sociales?

Jesús Cubero, secretario general de AESTE

Consulta aquí residencias de toda España

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