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Atención domiciliaria Vs residencias de mayores

Por Josep de Martí
martes 18 de enero de 2022, 13:19h
Josep de Martí, director de Inforesidencias.com
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Josep de Martí, director de Inforesidencias.com (Foto: Dependencia.info)

Estamos viviendo tiempos interesantes que me gusta definir como pre-post-covid. Quiero decir que, muy pronto (espero) viviremos sin el azote sanitario/económico de la enfermedad o lo habremos convertido en algo crónico, escasamente mortal, vivible y a lo que nos iremos acostumbrando, como a la gripe estacional.

Pero, para llegar al post-covid, tenemos que atravesar el tiempo actual en el que todos nos atrevemos a vislumbrar cómo debería ser el futuro y a proponer las medidas que hay que tomar para evitar que una futura pandemia se vuelva a cobrar un peaje tan elevado entre los más dependientes que viven en residencias.

Como muchos consideran que el motivo por el que durante la primera ola murieron tantas personas en residencias fue que éstas funcionaron mal, no pocos opinadores y responsables políticos apuestan por que éstas, en su forma actual, casi desaparezcan o se transformen totalmente. Da igual que no exista evidencia de un mal funcionamiento generalizado de las residencias, el caso es que hay que apostar por que las personas mayores permanezcan en sus domicilios recibiendo servicios y no sean llevadas a residencias. En cualquier caso, para las que queden, “hay que ir hacia un nuevo modelo”, mucho más “centrado en la persona”, con unidades de convivencia, más personal y más coordinadas con los servicios sanitarios.

Estoy totalmente de acuerdo con la propuesta, pero ¿qué tiene que ver eso con la pandemia? Son exactamente las propuestas que se hacían desde el sector geroasistencial antes de 2020 aunque con una apostilla: “Centrarse en la persona con más personal, unidades de convivencia y más coordinación sanitaria, va a costar más de lo que actualmente se paga por el servicio que ofrecen las residencias”.

Que las personas mayores dependientes permanezcan en sus domicilios el máximo tiempo posible, con adaptaciones del hogar, teleasistencia, servicios de ayuda a domicilio intensivos y con centros de día a su disposición es lo que hacen desde hace años los países escandinavos y, ¡sorpresa! acaban siendo países con muchas plazas en residencias. El motivo es que, si ofreces servicios en el domicilio, todos los que tengan que llegar a ser tan dependientes que precisen una residencia, la acaban necesitando. Sin servicios de apoyo en el domicilio estas personas simplemente morirán antes.

Así que, con o sin pandemia y no porque las residencias funcionen mejor o peor, lo correcto es potenciar que existan más servicios para que los dependientes puedan permanecer en sus domicilios. Sorprendentemente, algunos de esos servicios pueden prestarse desde residencias cercanas. Potenciar quiere decir facilitar que se monten empresas para prestar esos servicios, universalizar la teleasistencia para personas mayores que vivan solas, facilitar la innovación facilitando el uso de la tecnología y financiar desde el sistema de la dependencia y las administraciones mediante prestaciones económicas vinculadas la recepción de servicios de ayuda a domicilio y atención en centros de día.

Y cuando hayamos hecho todo eso, apoyar desde la administración la innovación también en las residencias sin olvidar que, en nuestro caso, a diferencia de lo que sucede en otros sectores, la consecuencia de la innovación puede ser una subida de costes y precios.

Las ensoñaciones en las que viven algunos que proponen un cambio radical de modelo hacia algo más cercano al mayor, con más metros cuadrados y más personal, pero sin un aumento de precios ni de tarifas públicas son eso, ensoñaciones.

Las residencias van a seguir siendo necesarias y vamos a necesitar más. Es posible que en pocos años tengamos dos tipos bien diferenciados, “las nuevas”, más caras y ajustadas a las nuevas normativas arquitectónicas, y “las heredadas”, que son las actuales a las que permitirán continuar funcionando como hasta ahora, aunque, quizás con algo más de personal, éstas últimas podrán ser algo más baratas que las nuevas por lo que quien tenga la capacidad económica podrá elegir.

También es posible que se aprueben normativas con exigencias tan “buenas” (y que supongan servicios tan caros) que nadie las construya. No olvidemos que en época pre-post-pandémica la etiqueta de “buitre” se le puede colgar rápidamente a cualquier empresario o inversor que quiera poner dinero en el sector de la dependencia esperando un retorno. El inversor que arriesga su dinero en residencias, generadores eólicos o en la compra de una empresa de seguros es el mismo, y en nuestros tiempos quien toma la decisión de donde invertir grandes cantidades de dinero suele ser la gestora de un fondo de inversión, una oficina de inversión familiar o ente similar. Si invertir en las residencias que necesitaremos todos resulta demasiado arriesgado por la inestabilidad reglamentaria o no ofrece un retorno a la inversión, el dinero sencillamente no vendrá.

“¡Pues que la inversión la haga la administración y construyan centros públicos de gestión directa!”. Muy bien, que lo hagan…. No lo están haciendo, ¿verdad? ¡Pero nadie!

Y así estamos, viviendo tiempos interesantes en los que se sientan las bases de lo que pasará dentro de unos años. Observemos bien esas bases no sea que algunos acaben teniendo lo que querían, pero de una forma envenenada. Quiero decir con ello que, si buscamos un modelo excelente de residencia, que ni las administraciones ni los particulares pueden pagar, y lo convertimos en el “mínimo normativo”, es bastante probable que se construyan pocas residencias. Cuando pasemos del 20% al 35% de personas de más de 65 años, muchas personas con grandes dependencias se quedarán en sus casas, aunque un buen número no estarán bien atendidas. Son ese 5% que, según los expertos, puede recibir mejor servicio en una residencia.

Al releer lo que acabo de escribir no puedo evitar pensar que yo también soy uno de esos “opinadores pre-post-pandémicos” que dice lo que le parece ofreciendo recetas para el futuro. Por eso, por favor, quien quiera que sea que hayas llegado hasta aquí, tómame con cautela, puedo estar tan equivocado como los demás.

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