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Migraciones senescentes

Por Josep de Martí
miércoles 10 de julio de 2024, 13:37h
El fundador de Inforesidencias.com, Josep de Martí.
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El fundador de Inforesidencias.com, Josep de Martí. (Foto: Dependencia.info)

Imaginemos que las autoridades de la Comunidad de Madrid llegasen a un acuerdo con las de Castilla y León para que las personas mayores de la capital que estuviesen dispuestos a poner su casa en alquiler e irse a una residencia, digamos a 200 kilómetros de distancia, pudiesen mantener la renta de su piso y, encima poder vivir en la residencia por un precio casi gratuito.

El programa se justificaría aduciendo la ausencia de pisos en alquiler y plazas en residencias disponibles en la capital y su existencia en provincias algo alejadas. Madrid podría atraer más población con capacidad adquisitiva y la provincia “alejada” disponer de una actividad que “anclaría” población joven y generaría puestos de trabajo en lugares con poca población.

¿Es una idea sin sentido y fuera de toda lógica? Quizás en España, sí; en China… no tanto.

Según leo en una noticia aparecida en The Economist, las autoridades chinas están animando a personas mayores de Hong Kong a trasladarse a vivir a la cercana provincia de Guangdong, a unas residencias construidas en las montañas, con un entorno idílico y donde reciben clases gratutitas de uso de tablets para que puedan seguir en contacto con sus seres queridos, que vivirán a unos 300 kilómetros de distancia en la gran urbe.

Según datos oficiales que refiere la noticia, el año pasado había alrededor de 89.000 personas mayores de 65 años que "habitualmente residían" en esta región, lo que representa un aumento del 32% en comparación con hace diez años. El gobierno de Hong Kong ha jugado un papel crucial en este incremento. En 2014, lanzó un programa que cubre los costos de vida y el transporte para las personas mayores que necesitan cuidados y optan por mudarse a una residencia en Guangdong. Así, irse supone pasar a vivir casi gratis.

Los habitantes de Hong Kong tienen una esperanza de vida de 86 años, la segunda más alta del mundo. La falta de plazas en residencias de personas mayores es acuciante, con listas de espera mínimas de 16 meses, pero no es menos grave la falta de viviendas para una población de 7,5 millones de habitantes que conviven en islas de espacio reducido. A unos kilómetros Guangdong tiene un excedente de viviendas, algunas de las cuales podrían ser ocupadas por los ancianos hongkoneses, que, además pueden gastar sus pensiones allí beneficiando a la economía local.

Según dicen responsables del gobierno, las personas mayores que optan por acogerse al programa pueden beneficiarse de residencias de ancianos rodeadas de naturaleza, con médicos a jornada completa y las habitaciones más grandes que las que se pueden encontrar en residencias de Hong Kong. Además, la atención es más barata en el continente.

Sin embargo, no se puede ignorar el trasfondo político de esta situación. La creciente influencia de Beijing en Hong Kong ha sido un tema controvertido y la reubicación de ancianos es solo un aspecto de una estrategia más amplia para integrar más estrechamente a la ciudad, que hace pocos años se vio agitada por un movimiento independentista, con el continente. En este contexto, la iniciativa de ofrecer mejores residencias, más lejos y más baratas (casi gratis) puede ser interpretada como un esfuerzo por demostrar que el gobierno central puede ofrecer soluciones efectivas a problemas locales.

Visto todo lo anterior y, volviendo a especular sobre si algo así podría suceder en España, mi escepticismo crece por momentos. Para empezar, la situación demográfica no es tan tensa en España como en China. Tampoco lo es la política, y tampoco creo que nuestros gobernantes sean tan dados a la ingeniería política y social como para plantear desarraigar a un número importante de personas animándolas a que se vayan a vivir a cientos de quilómetros.

Dicho esto, lo que no me extrañaría sería que, sin intervención administrativa ni planificación, en algunos lugares de España se empiecen a producir “migraciones senescentes” desde lugares donde las listas de espera son largas y las residencias privadas muy costosas, hacia otros lugares donde los precios privados sean más asumibles.

Estoy escribiendo estas líneas desde la sala de espera del aeropuerto de Bilbao. Vuelvo a Barcelona después de haber impartido unas clases y, he oído una cosa interesante: hay zonas de la provincia de Burgos, limítrofes con Vizcaya, en las que viven muchos bilbaínos en residencias burgalesas porque no pueden pagarse una residencia en Bilbao.

O sea, que, miremos con mentalidad abierta el futuro, ya que el tsunami demográfico va a traer muchas cosas a la playa que nos costará de entender y asumir. Si no, al tiempo.

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