Hay un bulo que circula desde hace años en el mundo de las residencias referido a las inspecciones que éstas reciben y es que “es frecuente que alguien avise sobre la visita para que todo esté en orden cuando lleguen” (cita textual aparecida en un libro titulado “El escándalo de las residencias”).
Yo digo que es un bulo porque llevo mucho tiempo escuchando de forma esporádica que algo así existe, pero nunca nadie me ha dado datos concretos. Nunca he oído decir “tal persona nos llamó diciendo que venía la inspección tal día”. Si esa práctica corrupta existiese y fuese frecuente estoy seguro de que la conocería porque muchas personas me habrían hablado de ella. Llevo más de treinta años trabajando en este sector (diez de ellos como inspector), conozco a centenares, si no miles, de propietarios, gerentes, directores y responsables de residencias. También conozco a responsables de diferentes administraciones públicas y servicios de inspección.
Si fuese frecuente poder acceder a la fecha y hora de la próxima inspección, estoy seguro de que sería un tema del que se hablaría mucho. Si hubiese unos funcionarios corruptos que se dedicasen a “avisar” y lo hiciesen de forma habitual, estoy seguro de que ya habría habido alguna denuncia concreta y algún expediente disciplinario.
Como no soy un iluso, no descarto que entre los aproximadamente 250 inspectores de residencias que trabajan en España (había 219 a finales 2019) pueda haber alguno corrupto. Lo que descarto desde mi experiencia es que esa corrupción sea algo frecuente. Por eso insisto, siempre que alguien habla del tema, que cada vez que surja la sombra de la duda se denuncie, se investigue y se depuren las responsabilidades que puedan surgir.
En agosto de 2023 esta cuestión ha tomado un matiz diferente y original.
La Asociación Galega de Inspectores e Inspectoras de Servicios Sociais (Agiss) ha denunciado que desde la Consejería de Servicios Sociales de la Xunta de Galicia alguien avisa a algunas residencias de la fecha y hora en la que recibirán su inspección. La Xunta ha negado categóricamente que algo así esté sucediendo, pero eso no ha sido suficiente para frenar un escándalo en el que varios partidos políticos están pidiendo explicaciones y responsabilidades.
Lo primero que me ha llamado la atención de la noticia es que exista una Asociación Galega de Inspectores e Inspectoras de Servicios Sociais. Había leído que en Galicia en 2019 había 7 inspectores/as dedicados al control de las residencias por lo que la existencia de una asociación se me antojaba bastante irreal, así que he comprobado un poco y…. ¡existe! Está inscrita en el registro gallego de asociaciones desde 2017 y, como allí aparece un teléfono de contacto, les he llamado.
La conversación no ha tenido desperdicio. Me han hablado de una situación que llevan tiempo denunciando y que exigen arreglar. Básicamente, piden que cada inspector pueda organizar su trabajo sin que nadie sepa, más que él o ella, cuándo hará la inspección de oficio. Me explican que tras denunciar hace un tiempo filtraciones a algunas residencias de los días, hora y motivos de las visitas de inspección pidieron cambiar el sistema, cosa que se ha hecho durante un tiempo. Después se ha vuelto al sistema anterior y las filtraciones vuelven a producirse. ¿Cómo lo saben los inspectores? Porque cuando llegan a la residencia les dicen que les estaban esperando.
No es algo ni mucho menos generalizado ni me comentan nombres concretos de residencias (algo que sí han comunicado a la Administración). Así que es la primera vez en que me encuentro casos creíbles de filtraciones ¡y no son los inspectores los que avisan, sino los que denuncian!
Sigo creyendo que es un bulo que la filtración de las fechas y motivos de las inspecciones sea algo habitual, pero aunque pase una sola vez, hay que investigarlo. Huele a corrupción y la corrupción es un cáncer para la sociedad que hay que extirpar cuando es pequeño.
He querido escribir este post porque trabajé casi diez años como inspector y, aunque creo que la labor inspectora es mejorable, me parece injusto descalificar a un conjunto de profesionales por algo que, sigo estando seguro, es una muestra excepcional de corrupción, no una práctica ni lejanamente habitual.
¿Creéis que me equivoco?