Excepto estos dos últimos años, en los que la pandemia ha acaparado casi todo el interés en las informaciones relativas a las residencias y a las más de 380.000 personas mayores que viven en ellas, cuando se acercaba el verano mi interés como periodista se centraba en preguntar a los responsables de las patronales cómo iban las empresas a solucionar el problema de la falta de personal de Enfermería en sus centros. Ninguno lo sabía. Era, es, efectivamente, un problema todavía a día de hoy sin solución.
Muchos directores de residencias se encomendaban a lo divino en la confianza de que los humanos, o más bien las humanas, tuvieran a bien confiar en ellos y decidieran quedarse ante una oferta laboral de otras instituciones, principalmente sanitarias. Se trata de una tarea harto complicada porque es muy difícil negarse a un sueldo mucho más suculento y a la posibilidad de ir ganando puntos de cara a futuras incorporaciones en la Sanidad pública.
Algunas residencias prometían una subida de sueldo, estabilidad y mucho cariño, pero nada, llega el verano, en los hospitales el personal se marcha de vacaciones y hay que buscar sustitutos. La tentación a la profesional es grande y no se le puede reprochar ninguna decisión de salida. ¿Qué haría usted?
El caso es que el sector busca soluciones al tiempo que apremia a las Administraciones a que les ayude a encontrar enfermeras para, no solo los días de verano, también el resto del año tener cubiertos unos puestos obligados por ley. Es precisamente a esa Consejería de Asuntos o Derechos Sociales de la comunidad autónoma correspondiente a la que, a falta de trabajadoras, hay que advertirle de que no se va a poder cumplir con las ratios exigidas. Tremendo papelón para el que busca y no encuentra porque no hay y también para el que tiene que fiscalizar esa carencia.
Alguna patronal llevaba tiempo buscando la solución en algo tan evidente como es la formación. Si no hay enfermeras, hagamos que haya. ¿Cómo? Facilitando su entrada en la Universidad para que salgan bien formadas más de las que se jubilan. Pero eso lleva tiempo y la urgencia clama. Se necesitan ya. Como se suel decir: "¡Hacen falta para ayer!".
Con estas, el Gobierno, un buen día, propone un título nuevo de formación profesional con la idea de sustituir a las enfermeras. Como se esperaba, el colectivo pone el grito en el cielo y se alega que no se puede hacer en la mitad de tiempo una formación tan importante como es la Enfermería. La queja es tan lícita como la que más: "¡Cómo va a realizar tareas sanitarias un profesional que no es sanitario!".
Se habla de que el Ejecutivo apuesta por un modelo "low cost" y en puridad así es, pero no pasaría de mera anécdota si no fuera porque la carencia de estas profesionales afecta de lleno a la seguridad de los pacientes y a la calidad de la asistencia que reciben.
Se lamentaba la semana pasada en este mismo medio el presidente de las enfermeras geriátricas y gerontológicas, la SEEGG, de que el Gobierno y las comunidades autónomas estuvieran más pendientes y aguzando el ingenio para buscar parches al problema de la falta de profesionales en las residencias y fórmulas de ahorro que de trabajar para reforzar la aportación de este colectivo a la sociedad y garantizar la seguridad en la atención de las personas mayores.
Fernando Martínez Cuervo tiene claro lo que hay que hacer y advertía igualmente de lo que pasa si no se atiende a las necesidades reales de los pacientes: “Yo creo que la falta de enfermeras es una cuestión de Estado y deberían hablar los ministerios para dar solución a esta precariedad porque estamos discriminando de forma consciente a un grupo de población que tiene sus recursos en salud asegurados por la Ley de Sanidad”.
Y hasta aquí llego. En este punto es donde el que escribe pierde la fe en la humanidad. O mejor, en la política. Si tenemos que esperar a que dos ministerios se pongan de acuerdo para solucionar la falta de enfermeras en los centros residenciales, cojan una silla, tomen asiento y ármense de paciencia. La cosa va para largo porque tenemos que decir a nuestra Consejería que no encontramos enfermera, pero al tiempo, el presidente Martínez Cuervo recomienda, aunque casi debe ser una exigencia, que avisemos a nuestro centro de salud de referencia de que aquí tienen un usuario que tiene que atender".
Falta enfermeras y seguirán faltando. Si todo depende de la voluntad política, habrá que seguir haciendo ruido en la denuncia y cruzando los dedos por las personas mayores que requieren de esos cuidados.
La solución propuesta es que todas nuestras personas mayores, como tienen derecho a una atención sanitaria en su centro de referencia, acudan al servicio de salud que es quien tiene que proveer los cuidados. Gusta de preguntar, también así mismo, el director de Inforesidencias.com cómo estará el sector geroasistencial dentro de unos 10 años. Sin responder, pero haciéndolo implícitamente, Josep de Martí prefiere cambiar la pregunta por "¿Qué robot me cambiará los pañales?".
Por esto último, ¿por qué no hacemos ministros a dos robots de esos que nos entienden mejor que nuestra madre, hasta el punto de que saben cuándo tienes que ir al cuarto de baño?
Pero es solo mi opinión y quizá la de alguno más...