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Dónde quieren vivir los mayores. Encuestas y contradicciones

Por Josep de Martí
jueves 09 de diciembre de 2021, 02:12h
Josep de Martí, director de Inforesidencias.com
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Josep de Martí, director de Inforesidencias.com (Foto: Dependencia.info)

Durante los años en que he dirigido el portal Inforesidencias.com me he encontrado en más de una ocasión con personas mayores que me dicen que ellos, de ninguna manera, querrían ir a vivir a una residencia. Algunos incluso me dicen que preferirían morir antes que ingresar en una. A lo largo de los años he ido elaborando una respuesta a esa afirmación que suele ser: “Yo no creo que lo terrible sea ingresar en una residencia, sino no poder ingresar cuando se necesita, porque no se tiene dinero para pagarla ni se encuentra plaza en una residencia pública o concertada. Créame, eso sí que es terrible”. Como esas conversaciones las tengo con personas que hablan desde la emoción, mi argumento racional suele caer en suelo yermo.

En eso estaba pensando cuando me ha llegado un estudio del Ayuntamiento de Manresa (Barcelona) sobre nuevos modelos de viviendas para personas mayores.

Manresa es una ciudad de 78.245 habitantes de los que un 19,9% tienen más de 65 años. Allí, según el informe, el 84,9% de los mayores tienen una vivienda en propiedad, entre estos el 72,1% la tienen pagada íntegramente.

Cuando se pregunta a los mayores manresanos cómo viven, el 88% dice estar satisfecho con el entorno en el que vive y el 85% quiere seguir viviendo en su barrio a medida que vayan envejeciendo y hasta el máximo tiempo que pueda. El 55% elige vivir en un piso o una casa, mientras que el 25% elige una vivienda propia con servicios comunes y el 17% una vivienda tutelada con servicios.

A la pregunta sobre si faltan viviendas específicas para personas mayores, el 77% responde afirmativamente. Por orden, consideran el cohousing seniors (60%), viviendas tuteladas (58%) y residencias asistidas para personas dependientes (36%). En cuanto al 23% de personas que responden “no” a la pregunta sobre si falta vivienda para personas mayores, la mayoría (79%) aseguran que lo necesario es ampliar el servicio de ayudas a domicilio para poder envejecer en casa.

El estudio también aporta datos por franjas de edad, para poder captar las necesidades específicas de cada etapa de la vida. Así, se observan diferencias por ejemplo cuando se ponen sobre la mesa los modelos que se escogerían cuando llegue el día de irse de casa: las personas de entre 60 y 64 años apuestan por la covivienda, para tener compañía y repartir gastos (44%); las personas de entre 65 y 74 años apuestan por pisos tutelados propios con servicios comunes, que ofrecen independencia y compañía (27%); y las personas de 75 y más años apuestan por pisos tutelados con un mayor grado de asistencia (24%).

Lo gracioso de la encuesta es que ratifica que los modelos de vivienda compartida, covivienda, cohousing o similares son una solución considerada de forma minoritaria por parte del conjunto de personas mayores, aunque existiendo una contradicción aparente. Una mayoría de personas mayores cree que deberían existir iniciativas innovadoras, pero muchos menos considerarían vivir en ellas “ellos mismos”.

Pasa algo parecido cuando se pregunta a personas mayores sobre soledad. Muchas más suelen responder que la soledad es un problema para las personas mayores que las que dicen que se sienten solas ellas mismas.

Yo creo que nos solemos equivocar en las preguntas y después no entendemos las respuestas.

Una residencia para personas mayores dependientes no es tanto una opción vital sino la respuesta a un problema. Por eso, no creo que debiéramos hacer encuestas preguntando si se “quiere vivir en una residencia” como no las hacemos preguntando si alguien quiere “estar un tiempo en un hospital”, sino si valoraría vivir en una si la necesitase. Algo así como: “Si usted viviese solo y con demencia, sin nadie que le pudiera o quisiera atender en su casa ¿consideraría vivir en una residencia?”.

Si no hacemos algo así nos podemos encontrar con que las respuestas siempre salen sesgadas. También nos podemos encontrar con que, como “la gente no quiere residencias” lo que deberíamos hacer es invertir menos en ellas y más en centros de día, teleasistencia y ayuda a domicilio. Cuando oigo cosas así también muestro mi desacuerdo. Debemos tener las residencias necesarias para las personas que necesitan un apoyo que no pueden recibir en sus casas. Existe un consenso según el cual alrededor de un 5% de personas mayores de 65 años necesitarían una residencia. Yo propongo que, hasta que cambiemos ese consenso tomemos ese porcentaje como marca. Por supuesto, debemos invertir en teleasistencia, ayuda a domicilio y centros de día, pero no porque os ahorren plazas sino porque es lo correcto.

Si tenemos servicios domiciliarios desplegados, Doña Enriqueta, el día que se caiga en su casa y se rompa el fémur, podrá llamar a través del pulsador y verá llegar una ambulancia que la llevará a un hospital, allí pasará un tiempo y después, al ver que no puede volver a su casa ingresará en una residencia para personas dependientes. Existe un mundo en el que Doña Enriqueta muere en el suelo de su cocina al cabo de unos días sola y aterrada. En ese mundo hacen falta menos residencias y los servicios sociales y sanitarios son más baratos. Yo no quiero vivir en ese mundo.

No sé qué hubiese respondido Doña Enriqueta a una encuesta sobre residencias el día antes de su caída.

Consulte aquí residencias de Cataluña

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