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Afectación del confinamiento en usuarios de residencia asistida con enfermedad mental

Por Margarita Ibáñez Chércoles
miércoles 16 de septiembre de 2020, 20:55h
Márgarita Ibáñez Chércoles, presidenta de AGaM.
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Márgarita Ibáñez Chércoles, presidenta de AGaM.

Desde el año 2018 en que se puso en marcha el proyecto piloto SURYA, consistente en la creación de unidades de convivencia en residencias de persones mayores con enfermedad mental, modelo CENTRADO EN LA PERSONA, AGaM ha ido paso a paso coordinando las diferentes unidades, con buenos resultados que puntualmente se comunicaban a las administraciones , en nuestro caso Generalitat de Cataluña –Benestar Social.

Estas unidades de convivencia la forman equipos de usuarios que pretenden trabajar procesos en grupo reducido. El objetivo es arraigar a los usuarios de forma especial en la vida conjunta en un centro residencial y facilitar la participación de sus miembros. Así mismo facilitar la autonomía de sus miembros dentro del centro ofreciéndoles un entorno más cercano, cómodo, acogedor y seguro.

Las personas con enfermedad mental que llegan a la vejez tienen un perfil de necesidades muy diferente al resto de personas mayores que en la actualidad viven en las residencias. Se trata de personas que ya llegan a la vejez con cierto grado de deterioro de las capacidades cognitivas y emocionales. En muchos casos con problemas físicos y de salud como consecuencia del estilo de vida que la enfermedad mental les ha hecho vivir. Factores que ya se han de añadir a las propias particularidades del hecho de envejecer. Estos hechos hacen que se trate de un paciente "difícil" con conductas que en muchas ocasiones provocan problemas de convivencia en las residencias geriátricas (hogar residencia o residencia asistida), así como a los profesionales que muchas veces no disponen de la formación ni los medios adecuados para dar una respuesta a las particularidades de estos pacientes.

Se trata de personas que por su enfermedad mental acompañada en muchos casos de otros diagnósticos de cronicidad, viven con una cierto grado de discapacidad que les imposibilita mantener una vida con normalidad y les provoca sufrimiento. La tarea fundamental de la residencia y de los profesionales que forman parte de la misma, es la de sustituir o compensar cada discapacidad, con el objetivo de mantener el máximo grado de vinculación con la realidad, en un trabajo de acompañamiento, con el fin de que puedan mantener una vida lo más integrada y satisfactoria posible.

Hasta aquí, los resultados eran inmejorables, la coordinación con los CESMAS y la atención continuada de los profesionales : Psiquiatra, Enfermeras, etc. facilitaban nuestra labor asistencial y el seguimiento médico de todos ellos.

Y llegó el COVID19, como muchos otros centros en toda España empezamos a sufrir la falta de EPI’S el nerviosismo de los residentes, el miedo oculto del personal asistencial que desde el primer momento estuvieron al pie del cañón y nuestra preocupación como coordinadores de estas unidades.

Desconocíamos cómo reaccionarían nuestros residentes ante el confinamiento, siendo personas acostumbradas a salir cada día, bien solo, bien acompañado, tomarse su café en el entorno de la Residencia, pequeños paseos por la ciudad, etc. Nuestros centros pilotos por suerte son pequeños pero han podido sectorizarse en su totalidad y con ello, evitar posibles contagios. Así mismo disponen de jardín.

Su rutina se rompió de un día para otro, sin comprender el por qué se les prohibía salir, que era eso del CORONAVIRUS y las imágenes en la TV de calles desérticas, les causaba un temor que algunos de ellos no sabían cómo expresarlo: con tristeza, de mal humor, preguntas y más preguntas.

El equipo de AGAM mantuvimos videoconferencias continuas para hacer el seguimiento de los centros, ya que tampoco los profesionales de los CESMAS podían venir. Teniendo en cuenta que estas personas son bastante individualistas, poco a poco se fueron adaptando cada uno a las diferentes situaciones que se planteaban, conversando como una gran familia entre ellos, ayudándose mutuamente y creando un ambiente de compañerismo, que no dejaba de sorprendernos.

Han sido tres meses de aprendizajes mutuos, el proyecto Surya nos está demostrando que nuestros usuarios no han empeorado, al contrario se ha reforzado la comunicación entre ellos, la confianza total a las personas que día a día les asiste y el personal directivo de centro, que los defiende y los ha cuidado al máximo.

Por supuesto que no todo ha sido un camino de rosas en este trayecto del COVID19, pero la formación de personal ha sido básica para mantener la estabilidad y tranquilidad de ellos.

Es imprescindible que el sector residencial forme al personal según los nuevos perfiles de usuarios, pero no una formación teórica, ya tenemos muchas experiencias que no cumplen las perspectivas del día a día en los centros, debe ser una formación práctica, con las experiencias del trato directo con los usuarios, del conocimiento de su enfermedad, sus posibles reacciones, sus crisis, como resolverlas, etc.

Debemos ser lo suficientemente críticos para aceptar que la mayoría del personal asistencial que actualmente trabajan en residencias, no están suficientemente preparados para las nuevas tipologías de pacientes que nos llegan a los centros y en esta nueva etapa después del COVID19 las Administraciones deberían poner los medios necesarios.

Margarita Ibáñez Chércoles, presidenta de AGaM

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