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Fundación Pasqual Maragall ofrece 5 estrategias para evitar el síndrome del cuidador quemado

Cuidadora.
Cuidadora. (Foto: JC)
lunes 29 de abril de 2019, 13:30h

El síndrome del cuidador quemado, como comúnmente se conoce al síndrome de sobrecarga del cuidador, es un estado de agotamiento físico, emocional y mental que ocurre en personas que asumen el rol de cuidar a un ser querido durante un largo periodo de tiempo, como en el caso de los cuidadores de personas con la enfermedad de Alzheimer.

El día a día con una persona afectada de Alzheimer requiere de atención y cuidado 24 horas al día, todos los días del año. Es una situación para la que nadie está preparado, que agota física y emocionalmente, y que puede llevar a que el cuidador se sienta sobrepasado.

Aparecen entonces algunos síntomas que suelen ser indicios de la sobrecarga, como cansancio persistente, problemas del sueño, consumo de psicofármacos, irritabilidad, aislamiento social o altos niveles de estrés y ansiedad.

El síndrome del cuidador quemado representa un riesgo para la salud del cuidador y puede afectar a la atención que este proporciona a su ser querido.

Desde la Fundación Pasqual Maragall ofrecemos cinco recomendaciones para prevenir o aliviar el síndrome de sobrecarga del cuidador:

1. Conocer la enfermedad ayuda a controlar mejor la situación

Entender cómo la enfermedad afecta a la persona con Alzheimer ayuda a comprender mejor sus reacciones y a adoptar la actitud y tomar las decisiones más adecuadas en cada momento.

Conocer cómo evoluciona el Alzheimer hará que nos podamos preparar mejor para los cambios progresivos que se irán produciendo.

Comprender las dificultades a las que la persona afectada se enfrenta evitará que planteemos exigencias y expectativas poco realistas, evitando así la sensación de frustración que puede derivarse de la interacción con ella.

2. Aprender a pedir ayuda

Siempre se habla de la importancia de que el cuidador cuente con apoyos suficientes para evitar la sensación de sobrecarga. Sin embargo, en muchas ocasiones el cuidador no sabe cómo pedir esa ayuda o siente que “está mal” solicitarla, bien porque considera que el cuidado de su ser querido es responsabilidad absolutamente suya o porque piensa que nadie lo cuidará como ella/él lo hace.

Es importante reconocer la importancia de solicitar ayuda y saber pedirla, especificando con claridad qué es lo que se necesita y dando información específica, incluso instrucciones concretas, para facilitar la labor a quienes van a prestar esa ayuda.

3. Reconocer y expresar los sentimientos

Expresar lo que se siente, incluyendo emociones negativas como frustración o ansiedad, ya sea a un familiar cercano, a un amigo o a los miembros de un grupo de apoyo que están pasando por una situación semejante, puede ayudar a disminuir la sensación de aislamiento del cuidador.

Reconocer e identificar los sentimientos es un primer paso para aprender a gestionarlos adecuadamente. Adquirir habilidades o estrategias para manejar las propias emociones participando, por ejemplo, en terapias o grupos de apoyo con otros cuidadores, puede resultar de mucha utilidad.

Una comunicación abierta en el seno familiar también puede ayudar a fortalecer los vínculos familiares y sociales y a aliviar el estrés que experimentan los cuidadores.

4. Aprender estrategias para manejar los síntomas del Alzheimer

Uno de los factores que más contribuye a la sensación de sobrecarga del cuidador son los cambios de conducta en la persona afectada.

Los síntomas conductuales hacen referencia a problemas como la apatía y la ansiedad, la agitación, las alteraciones del sueño, las conductas inapropiadas, los delirios (ideas falsas que no cambian a pesar de la evidencia en contra de ellas) o las alucinaciones (la persona ve, oye o siente cosas que no existen).

Hay que estar atento a ellos, ya que a menudo pueden manejarse realizando algunas modificaciones en el entorno, físico y humano, de la persona afectada. Ante conductas problemáticas que impliquen un cambio importante en el comportamiento habitual de la persona, es necesario contar con la opinión del médico para descartar algún malestar físico que quizás no es capaz de expresar.

Existen también recursos, como terapias o formaciones específicas, que ofrecen a los cuidadores apoyo y herramientas para gestionar la enfermedad, como es el caso de los grupos terapéuticos para cuidadores que ofrece la Fundación Pasqual Maragall

5. Dedicar tiempo al autocuidado

Absorbido por las tareas que le demanda su rol, el cuidador corre el riesgo de ignorar sus propias necesidades a nivel físico, psicológico y social, lo que acaba agravando la sensación de sentirse sobrecargado o “quemado”.

Cuidarse a sí mismo es un aspecto importante del abanico de responsabilidades del cuidador y para ello necesita disponer de tiempo. En este sentido es muy aconsejable que el cuidador procure dedicar tiempo a conversar con amigos y familiares, mantener una alimentación saludable, dormir las horas necesarias, realizar actividad física de forma regular, practicar técnicas de relajación y visitar al médico oportunamente.

El síndrome del cuidador quemado es un riesgo potencial para la salud de las personas dedicadas a cuidar a un ser querido con Alzheimer. Conocer la enfermedad, contar con ayuda, romper el aislamiento y el autocuidado favorecerá el bienestar y la calidad de vida del cuidador y facilitará que pueda seguir respondiendo a las grandes demandas que conlleva su rol.

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