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Del hardware al software... ¡sin vuelta atrás!

Por Antonio Atarés
jueves 07 de marzo de 2019, 01:26h

Dado que ya tengo unos años he podido presenciar ciertos cambios que me gustaría comentar. En el terreno de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) han pasado muchas cosas desde que aparecieron los primeros ordenadores personales (PCs).

No es cuestión de plasmar aquí detalles técnicos sobre aquellas viejas, aunque importantes, máquinas, pero recuerdo como nos empezamos a familiarizar con los conceptos de hardware y software. El hardware, la parte dura de la máquina, la que se podía tocar y efectivamente era bastante duro pagar. El software, casi un recién llegado que era el alma de ese cuerpo electrónico. Entre ambos, el sistema operativo, un mediador necesario para que se obraran muchos “milagros”.

Rápidamente enumero algunas palabras para llegar hasta nuestros días: disco duro, Windows, Linux, C, red local, modem, GSM, internet, ADSL, wifi, HTML, 3G, smartphone, Android...

Seguro que se pueden nombrar muchas más pero lo importante es constatar que desde las primeras máquinas puramente electrónicas aunque ya con vocación de ser flexibles, hasta ahora, que con un móvil podemos hacer cientos de cosas, la evolución ha sido espectacular.

Hemos ido hacia hardware cada vez más potente, más barato, más eficiente, que sirve para ejecutar aplicaciones cada vez más complejas, con mejores interfaces de usuario, más ubicuas.

Por mucho que el hardware sea a veces objeto de deseo no es el fin en sí, sino que es el medio para poder utilizar el software, es decir las aplicaciones que nos permiten conectar con otras personas, consultar información, etc, y por tanto lograr el objetivo que cada cual pretenda con la tecnología.

Me gusta la expresión que usan los anglosajones para definir a un móvil que no arranca, o sea que no ejecuta ningún software, normalmente por una avería. Ellos dicen que es un ladrillo. Algo sin valor. Aunque en España el ladrillo tiene otras connotaciones...

¿Qué tiene que ver todo esto con las residencias para personas mayores o para personas dependientes en general?

Supongo que cada tecnología se adopta más rápidamente en unos ámbitos que en otros. El factor generacional tendrá bastante que ver con la falta de TICs en estos lugares. También está la resistencia al cambio que es algo universal: “Virgencita que me quede como estoy”.

El hecho es que no conozco muchas residencias en las que se usen móviles para trabajar, por ejemplo para recibir información relativa a los residentes. Sí que es habitual el uso de teléfonos inalámbricos o buscas para que los asistentes se puedan mover libremente y no tener que estar en el antiguo puesto de control con panel de luces. Pero estos dispositivos son bastante limitados, son solo hardware básicamente. Ahora ya estamos en otra pantalla, ahora reina el software.

Muchos responsables del servicio de asistencia no se habrán hecho la siguiente reflexión:

¿Cómo es posible que habiendo móviles y wifi sigamos usando buscas? Un móvil se puede conseguir en cualquier sitio, e instalando una app debería poder funcionar como un busca, ¡o mucho mejor que un busca! Usando móviles no tendría que depender de un único proveedor y me aprovecho de las mejoras que van apareciendo rápidamente.

Si además tengo un software flexible en el ordenador que está conectado a todas las habitaciones podría reconfigurar aspectos que ahora no se adaptan a las necesidades de los residentes. ¡La tecnología actual tiene que ser mucho más versátil que lo que tenemos instalado desde hace años!

La respuesta es que efectivamente hay mucha diferencia entre lo que hay instalado en la mayoría de las residencias, poco flexible, dudosamente fiable y seguramente caro, respecto a lo que hoy día se puede tener. Muchas residencias siguen en el mundo de los 80, fiando la calidad del servicio de llamada asistencial solo a la electrónica, al puro y duro hardware, sin dar el salto al software ejecutable en dispositivos de amplia adopción en el mercado: móviles y PCs

Parece difícil que el responsable de una residencia se haga reflexiones quizá algo técnicas pero debería haber ya en toda organización un responsable informático capaz de ello. Además del mencionado sistema de llamada asistencial, en una residencia hay muchas tareas de gestión que precisan de un software adecuado. El software es algo que nunca se acaba, siempre se puede mejorar, personalizar, adaptar a las circunstancias de cada organización.

La figura de un informático a los pies del cañón, en el día a día de la residencia parece cada vez más ineludible.

Este informático debería trabajar codo con codo con el equipo de mantenimiento de la residencia por un lado y por el otro con los profesionales de atención directa. Hay que recoger informes, datos, disponer de una web, estar presente en redes sociales,... apoyar a toda la parte de administración... Hay que supervisar ordenadores, redes, routers...

Todo aparato que ejecute software necesita actualizaciones, configuración, copias de seguridad. Está vivo. Es el precio a pagar por su potencia y versatilidad. Ese mantenimiento es preciso y nos garantiza que el conjunto se irá adaptando a las nuevas necesidades. El mundo cambia rápido y es ingenuo pensar que con las viejas instalaciones puramente electrónicas se podrá dar respuesta a demandas presentes y futuras.

Para los más jóvenes es algo natural convivir con dispositivos que se actualizan, con nuevas versiones de apps cada poco tiempo. Ya no estamos en la era de productos marca X modelo 1 o modelo 2, cerrados y poco configurables en los que el fabricante decide, sino en la era de servicios en red en la que el usuario decide mucho más y puede personalizarse muchos aspectos.

Creo que se ve claro que no hay vuelta atrás, el software vino para quedarse y se está incorporando hasta en los dispositivos más simples y diversos (pulsadores, bombillas, sensores de todo tipo...). Eso les dará flexibilidad y lo que algunos llaman inteligencia, lo que asusta un poco, pero no se trata de hacer como la avestruz sino de asumirlo y prepararse, reflexionar y trazar un plan tecnológico. ¿Vamos?

Antonio Atarés, D. Técnico Integración Digital Ingeniería

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