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Anciano a la fuga

Son las ocho y media de la tarde/noche, te has quedado en la residencia las Marismas, de la que por cierto eres directora, ordenando unos papeles y has encontrado una novela, El abuelo que saltó por la ventana y se largó, te has puesto a leer y se te ha hecho tarde. Como normalmente tu vida es bastante ajetreada y esta tarde tenías tus obligaciones familiares resueltas te has quedado leyendo la novela. En ella, un hombre mayor que vive en una residencia de mayores de Suecia está a punto de cumplir cien años cuando, incómodo con la fiesta que le están preparando, decide saltar por la ventana y huir. A partir de allí, empieza a vivir una serie de aventuras.

Estás leyendo un interesante fragmento cuando alguien llama a la puerta. Es María, una auxiliar del turno de noche que te mira con cara algo angustiada y sin siquiera saludar te dice. “Don Alfredo no está”.

Se acabó la lectura.

En la residencia trabajan tres auxiliares de noche que van entrando de turno a partir de las 8. Además hay una del turno de tarde que se ha quedado a buscar a Don Alfredo. Muchos residentes están ya en la cama, otros están en las salas donde han ido después de cenar.

Según nos explica María, nadie entiende dónde puede estar y, si se ha ido, por dónde lo ha hecho.

María explica que normalmente acompaña a Don Alfredo a su habitación después de la cena pero que no lo ha visto en el comedor por lo que ha imaginado que alguien le había acompañado hoy. Al no verlo en la habitación ha buscado por las salas pero no lo ha encontrado.

La residencia es un edificio grande y queremos mantener la calma pero, ¿qué hacemos primero?

Se nos ocurre revisar la grabación de las cámaras de seguridad que hay instaladas en algunos pasillos y en la entrada.

No tardamos mucho tiempo en ver que Don Alfredo ha salido del centro al lado de dos familiares de otro residente. Parece que iba con ellos.

Tardamos un rato en identificarlos, buscamos sus teléfonos y les llamamos. Recuerdan que ha salido con ellos un señor mayor pero no le han dado importancia, creían que sería otra visita. Nos dicen que se han separado al salir a la calle.

Don Alfredo sufre un cierto deterioro cognitivo pero no hemos comunicado el ingreso al juzgado porque a pesar de tener poca memoria, tampoco sufre una demencia avanzada. Además, sus hijos “no quieren hacer nada con abogados”. Al residente le gusta deambular por el centro, pero nunca habíamos pensado que se fuese a ir por su cuenta.

¡Y así estamos! ¿Qué haría primero?

Llamar a la policía para que nos ayude a buscarlo.
Llamar a los familiares, antes de nada.
Intentar encontrar al residente por los alrededores del centro.
Otra cosa diferente
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Autor del caso: Josep de Martí Vallés

Jurista y Gerontólogo

Profesor del Máster de Gerontología Social y del Postgrado en dirección de centros de la UB, la UAB y del centro de Humanización de la Salud.

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