Con un enfoque en el cuidado y la dignidad, la asociación enfrenta el desafío del envejecimiento poblacional y la dispersión territorial, promoviendo formación y colaboración con la Junta.
Mariano se levanta a las ocho de la mañana. Desayuna en el comedor, donde hay un microondas y todo lo necesario para hacer pinitos en la cocina. Dice que su especialidad son las patatas con costilla, pero lo que prepara casi a diario es una ensalada con tomate, lechuga, cebolla y orégano. No solo prepara la suya, sino también la de Juan, un amigo al que vio nacer cuando él tenía solo ocho años. Le gusta pasear, recorre unos diez kilómetros y, si por el camino se topa con algún nícalo, llena la cesta y los cocina.
Mariano tiene 88 años y ha vuelto a Sotillo de la Adrada, Ávila, el pueblo que le vio nacer. Allí tiene amigos y familiares, por lo que los paseos siempre son en buena compañía. Las tardes las pasa tranquilo, entre algo de lectura, su mayor vicio, y televisión.
Ángel, por su parte, prefiere levantarse, desayunar y volverse a echar una siesta matutina. Luego se pone en marcha. Así ha vivido 27 años en soledad elegida, con una vida errante por trabajo y residiendo en pensiones y pequeños apartamentos. A él no le gusta cocinar, por lo que prefiere dejarse llevar por las manos de quienes guisan en Villarrín de Campos, Zamora. Da largos paseos, de unos diez kilómetros, y suele hacerlo solo.
Luis hace que sus trajes se los confeccione una modista del barrio vallisoletano de La Rondilla. Lleva corbata y un gran sombrero. Es un hombre elegante, aunque no siempre lo fue. De hecho, dice que su mujer le reñía mucho cuando le veía con jerséis roídos por el uso. Le gusta la bicicleta estática, pero ahora prefiere salir y recorrer la ciudad. Luego vuelve y dibuja a carboncillo las joyas arquitectónicas de Valladolid o recita con soltura y con memoria prodigiosa un poema de José Zorrilla. Porque Luis es muy castellano, y eso no es nada raro.
Así es la vida en las 87 residencias de mayores que Lares tiene repartidas por Castilla y León. Hogares sin sujeciones, donde 4.500 profesionales cuidan con vocación y esmero a quienes ya forman parte de la extensa familia Lares. La Asociación castellano y leonesa de residencias de servicios y atención a los mayores cumple 30 años. Es la más joven del lugar, pero con una trayectoria intachable. Va más allá de la asistencia, respetando los derechos, la dignidad y las trayectorias de vida de cada uno de sus residentes.

Se puede encontrar un centro en un pueblo de la España despoblada de apenas 400 habitantes, y allí existe la misma filosofía de atención integral, personalizada y familiar que en un núcleo urbano de 300.000 vecinos como Valladolid.
Esta asociación sin ánimo de lucro busca la atención excelente y apuesta por una nueva forma de entender los cuidados de larga duración, con las conocidas como unidades de convivencia, hasta la concepción del centro como un espacio de ‘multiservicios’ con puertas abiertas, pero de abrazo cálido.
Un cumpleaños con historia y lleno de historias
El 30 aniversario de Lares se convirtió en un homenaje a sus residentes y a sus equipos, y también en un punto de encuentro para los miembros de la federación y de quienes han pilotado la organización territorial desde 1995. En ese año, fue el sacerdote José María Vega quien dirigió los primeros pasos de una asociación que hoy cuenta con 6.500 plazas residenciales en Castilla y León. En el acto conmemorativo a las ‘Raíces que cuidan’, celebrado en el espacio PRAE de Valladolid el pasado 26 de septiembre, se recordó especialmente a las entidades religiosas que inicialmente dieron vida a este proyecto, que va más allá de los cuidados y de la asistencia.
Tomó el relevo Sor Ana Esther Miguel, quien recordó cómo le encomendó su antecesor, por sorpresa, que tomaría el testigo. “¡Mirad, aquí llega la nueva presidenta de Lares de Castilla y León!”. Le costó asimilarlo, porque la gestión que había hecho en Madrid distaba mucho de la que iba a acometer en Castilla y León, donde los centros están diseminados por un territorio extenso. Solo un ejemplo: uno de ellos está a 20 minutos de Bilbao, pero en territorio de Castilla y León. Por ello, nombró vocales en las nueve provincias. El gran desafío de Sor Ana fue la residencia de Sotillo de la Adrada, Ávila. Había que cerrarla, pero Sor Ana decidió triplicar su capacidad. Eso sí, con todo el esfuerzo y mucha insistencia. La aportación pública fue clave para mantener con vida una residencia en la que hoy Mariano puede cocinar los nícalos que recoge por su pueblo. Sor Ana cuenta con un brazo derecho: Lucía, hoy coordinadora de Lares en Ávila. Lucía vive en Sotillo, cría a sus hijos y puede trabajar, porque Lares también tiene un compromiso con el empleo local.
Jorge Sainz es el actual presidente de Lares en Castilla y León. Lleva once años al frente de la asociación, que sigue apostando por la formación de sus 4.500 trabajadores. Importan todos, desde la dirección hasta el pinche de cocina. Para todos hay formación encaminada a cuidar más que a asistir: “Cuidar con calidad y con calidez”.
Como ejemplo de la familia Lares, en la conmemoración estuvo presente el presidente nacional del grupo social Lares, José Luis Pareja Rivas, quien reconoció la labor de la organización territorial como referencia de cuidados a mayores en una comunidad con una gran superficie y centros diseminados por ella. Muy agradecido y con orgullo de pertenencia, emprendió los 600 kilómetros de regreso a su ciudad natal, Granada. Porque así es la familia: no hay distancia que separe.
La celebración estuvo llena de risas y momentos conmovedores. Los socios pudieron escuchar en primera persona el testimonio de vida de Irene Villa, un ejemplo de resiliencia y superación. Villa fue víctima de un atentado terrorista que prescribió sin culpables: una bomba adosada a los bajos del coche de su madre le costó las piernas, pero no sus ganas de luchar por la vida. Ante un público entregado, animó a aceptar y caminar hacia delante, y sobre todo a “perdonar, agradecer y confiar”.
Población dispersa y envejecida
Castilla y León es una de las regiones más envejecidas de España, con 223 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Zamora lidera el listado de provincias con más población envejecida, con un índice del 333 %, donde la población mayor de 64 años triplica a la de menores de 16. Además del envejecimiento, Castilla y León cuenta con un vasto territorio de más de 94.200 kilómetros cuadrados y 2.248 municipios, más del 80 % con población inferior a los 5.000 habitantes y una cuarta parte con apenas un centenar de vecinos. Esta dispersión complica llevar los servicios, y mucho menos de calidad, hasta el último rincón del territorio. En esos rincones, sin embargo, está presente la filosofía Lares: no solo atender, sino cuidar. Por ello, la colaboración público-privada se hace imprescindible. Allí donde a la administración le cuesta llegar, hay un centro Lares.
Además de los servicios de atención y cuidados a personas mayores y en situación de dependencia, y de la formación de profesionales, Lares Castilla y León colabora con la Junta en la lucha contra la soledad no deseada. Los centros residenciales de la entidad son puntos de encuentro donde se detectan y atienden casos de personas en esta situación.

El papel de la Junta de Castilla y León
La celebración contó con la participación de la vicepresidenta y consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León, Isabel Blanco, quien ensalzó la labor de los centros Lares en la comunidad.
La Junta y Lares Castilla y León mantienen una larga trayectoria de trabajo conjunto. En 2023 firmaron un protocolo de colaboración para impartir formación específica y capacitación de los profesionales para la progresiva adaptación de los centros residenciales al nuevo modelo de atención. Desde entonces, la entidad ha impartido 27 cursos, en los que se han formado 800 profesionales, entre personas que atienden a los mayores de manera directa y directores y gerentes de los centros.