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La clave está en la información (I): Datos, Big Data e Inteligencia artificial

Por Josep de Martí
martes 02 de junio de 2020, 03:44h
Josep de Martí
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Josep de Martí (Foto: Inforesidencias.com)

La gran diferencia entre la enfermedad que provoca el Covid-19 y otras epidemias como la de SARS de 2003 tiene que ver con la información. La de hace unos años manifestaba síntomas enseguida después del contagio de forma que se podía saber fácilmente quién estaba enfermo y podía a su vez contagiar. La de este año nos engaña, nos niega la información, ya que aparece en muchas ocasiones de forma “asintomática”, o sea que quien está enfermo puede no parecerlo, ni tose ni tiene fiebre, pero, oculto en las minúsculas gotas de saliva que expele al hablar, disemina al escurridizo virus. Parece ser que algunos pasan toda la enfermedad sin mostrar síntomas, otros empiezan a sufrir cuando ya llevaban dos semanas enfermos y contagiando.

Esta característica del virus ha sido especialmente mortal en residencias de mayores. Hace dos meses y medio, cuando los test para diagnosticar a los posibles enfermos eran escasísimos, las autoridades decidieron sectorizarlas teniendo en cuenta si los residentes tenían o no síntomas compatibles con la enfermedad o si habían estado en contacto con personas diagnosticadas. Con la perspectiva del tiempo, parece que esa táctica en ocasiones fue más perjudicial que beneficiosa.

Sectorizar haciendo test periódicos al personal y a los residentes puede ser una buena opción. Se trata de crear “zonas con enfermedad” y otras “limpias”. En las primeras, profesionales protegidos con EPIs pueden atender sin peligro, en las segundas, se puede trabajar en la prevención.

Sectorizar sin test y sin suficientes EPIs empieza siendo como trabajar a ciegas y acaba convirtiéndose en una ruleta rusa. Esto queda demostrado cuando vemos que residencias del mismo grupo que aplican exactamente los mismos protocolos han visto cómo en muchas residencias no han tenido ni un caso mientras en otras la tasa de mortalidad ha sido muy elevada. También lo hemos visto cuando los “hoteles limpios” donde se ha trasladado a residentes “sin covid” han visto entrar al virus y contagiar.

Es una perogrullada decir que lo que se tenía que haber hecho es muchos más test y dotar de muchos más EPIs a las residencias cuando todos sabemos que esos test y equipos no existían en número suficiente. Quizás se podría haber priorizado más a las residencias en el reparto, pero la insuficiencia era palpable y mundial.

¿Cómo podemos prepararnos para la próxima pandemia si también se esconde en un virus escurridizo y traicionero?

Ya he dicho muchas veces que no soy partidario de romperlo todo, pero sí creo que hay que empezar a leer lo que nos dicen, por ejemplo desde la Organización Mundial de la Salud, y que al leerlo tengamos en cuenta que cuando dicen Atención a Largo Plazo se refiere, entre otras, a las residencias de mayores.

Diez objetivos de política para prevenir y gestionar la pandemia de COVID-19 en la atención a largo plazo (ALP)

  1. Priorizar el mantenimiento de los servicios de ALP durante la pandemia COVID-19 a través de un efectivo mecanismo de gobernanza.
  2. Movilizar fondos adicionales para que el sistema ALP responda efectivamente a la pandemia de COVID-19.
  3. Garantizar la implementación de estándares de prevención y control de infecciones en los servicios ALP para preveniry manejar con seguridad los casos de COVID-19.
  4. Implementar medidas de seguridad que reconozcan los beneficios mutuos de la seguridad de las personas que recibeny proporcionando servicios de ALP.
  5. Priorizar las pruebas, el rastreo y el monitoreo de la propagación de COVID-19 entre las personas mayores que recibeny proporcionando servicios de ALP.
  6. Identificar y movilizar la capacidad de aumento para asegurar el personal y los recursos para la entrega de ALP apropiadosservicios durante la pandemia de COVID19.
  7. Ampliar el apoyo a los cuidadores familiares durante la pandemia de COVID-19.
  8. Coordinar los servicios para garantizar la continuidad de la atención, incluido el accesoal personal de atención médica y equipos en residencias, durante la pandemia de COVID-19.
  9. Acceso seguro a servicios de cuidados paliativos dignos durante la pandemia de COVID-19.
  10. Priorizar el bienestar de las personas que reciben y brindan servicios de ALP durante y después de la pandemia de COVID-19.

Me parece muy importante el punto 5 cuando habla de “rastreo y monitoreo”, lo enlazo con algo que dice el Defensor del Pueblo en su informe sobre residencias de 2019 “No existe un mecanismo eficaz comúnmente compartido entre todas las administraciones para recopilar datos que permitan realizar estadísticas fiables que se actualicen periódicamente respecto de los recursos de atención residencial disponibles”.

Creo que en la sociedad actual deberíamos empezar a pensar en utilizar en la prevención de la próxima pandemia y concretamente en su afectación a las residencia, la tecnología que ya existe.

En noviembre del año pasado escribí sobre un trabajo de investigación llevado a cabo en Finlandia que, en base al estudio de resultados de análisis de sangre hechos a miles de personas hace unos años, un sistema de inteligencia artificial pudo “predecir” con un acierto del 83% cuánto tiempo después de ese análisis murieron esas personas. Utilizó como base el análisis de 14 biomarcadores detectando patrones que pasan desapercibidos al ojo humano, pero que la inteligencia artificial descubre cuando dispone de muchos datos (Big Data) que analizar. No quiero frivolizar por lo que recomiendo leer el artículo y la fuente.

Me imagino que una de las propuestas que alguien podría plantear como consecuencia de la pandemia y para afrontar la próxima fuese la creación de una base de datos actualizada diariamente desde todas las residencias de España (o de la Unión Europea) con un conjunto de datos de seguimiento de todos los residentes. Qué datos concretamente deberían decirlo los geriatras y epidemiólogos, pero no deberían descartar que para obtenerlos pudiéramos recurrir también a tecnología existente como las bandas de muñeca que recogen la temperatura corporal las pulsaciones y pueden medir otras constantes e incluso hacer electrocardiogramas. Si, además, tomando datos de los software de gestión de las residencias, pudiesen quedar registradas en forma de Big Data información como el peso, resultado de analíticas, dietas o medicaciones prescritas, y saliendo de lo estrictamente médico incorporar otros datos referentes a diferentes aspectos de la vida, lo que la inteligencia artificial podría hacer con esa información podría ser prodigioso. Hacer que todas las residencias tuviesen que funcionar con un software compatible con el sistema, que lo mantuviesen actualizado y que enviase automáticamente los datos sería un reto importantísimo. Superado éste los frutos serían enormemente beneficiosos.

En Estados Unidos existe algo ligeramente parecido que se llama Minimum Data Set al que todas las residencias de Estados Unidos vuelcan periódicamente información sobre todos los residentes.

Entiendo que puede haber objeciones relativas a protección de datos por lo que me sentiría más seguro si el guardián de los mismos fuese la Unión Europea, si hubiese un compromiso de tratamiento agregado sin posibilidad de poder usarlos con otras finalidades y se pusiesen todas las salvaguardas.

Imaginemos la próxima pandemia, Covid34. El sistema de avisos Europeo lanza una advertencia incluso antes de que China admita que se ha producido una nueva infección por un virus que ha mutado al pasar de un lagarto a un murciélago en un mercado de animales en una ciudad del interior. No sabemos exactamente por qué el programa de inteligencia artificial que maneja el sistema de avisos ha recomendado que paren las visitas en residencias de tres ciudades y los empleados empiecen a utilizar guantes y mascarillas. También ha lanzado cinco recomendaciones más que, una vez tomadas y, pasados unos meses, vemos que han evitado que la enfermedad pase de un susto.

Parece ciencia ficción, pero cada vez hay más ejemplos de como el “aprendizaje profundo” y la Inteligencia Artificial permiten encontrar patrones ocultos en grandes cantidades de datos. Hace un par de años un artículo exponía como las búsquedas que las personas hacen en los buscadores on line podían prever la llegada de pandemias.

Sé que plantear esto en España, donde nadie sabe ni siquiera el número exacto de residencias que hay, resulta utópico pero, podemos aprovechar el impulso que da el querer evitar futuros desastres para ponernos a “picar piedra” y a generar Big Data.

Vea aquí residencias de Toledo

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