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Orden de alejamiento en la residencia

Una enfermera acompaña a una persona mayor.
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Una enfermera acompaña a una persona mayor. (Foto: Freepik)

Cuando Melba y Luis empezaron a trabajar como auxiliares en la residencia Las Marismas, de la que, por cierto, eres directora, tenían ‘veintipocos’ años. Ambos eran muy trabajadores y extrovertidos de forma que se hicieron parte importante del equipo y muy apreciados por los residentes y compañeros. También eran muy activos y acabaron siendo enlaces sindicales y miembros del comité de empresa representando sindicatos diferentes. Entre ellos siempre hubo una química especial y a nadie sorprendió cuando decidieron ser pareja y, al cabo de unos años, casarse.

Leyendo el papel que tienes delante te resulta difícil volver mentalmente a esos tiempos felices.

Nunca has sabido si el origen fueron las discrepancias sindicales o si el problema venía de casa, pero lo cierto es que, pasado un tiempo, la relación entre ambos se fue haciendo distante de forma paulatina y aún así percibida por todos en la residencia. No le diste mayor importancia, ya que eso era algo entre ellos que no afectaba el día a día del centro más allá de la pérdida de esa chispa de alegría que ofrecía la pareja en su tiempo de mayor felicidad.

El año pasado la distancia se convirtió en muro. Ya no se hablaban durante el trabajo. Se comentaba que sólo seguían viviendo juntos porque necesitaban el sueldo de ambos para poder seguir pagando los gastos. Los residentes notaron en seguida el cambio y les decían por separado que intentasen arreglar las cosas sólo para recibir a cambio un tajante, aunque cortés “no te metas”.

El tema había salido en alguna reunión con miembros del equipo, pero nadie le dio mucha importancia. Al fin y al cabo, no eran los únicos auxiliares que no se llevaban bien entre ellos y, aunque no eran tan entusiastas como al principio, seguían haciendo bien su trabajo.

Entonces sucedió “aquello”. Melba y Luis no vinieron a trabajar un día, llamaron por separado diciendo que no se encontraban bien.

Al cabo de unos días Luis nos vino a ver y nos trajo un documento judicial que era una “Orden de alejamiento cautelar” que le impedía estar a menos de 500 metros de Melba. Nos dijo que quería que se adaptase su horario para que no tuviesen que coincidir y que lo que no quería era pasar al turno de noche. Nos aseguró que era algo provisional, ya que no había habido juicio. Esto suponía un problema ya que la organización de horarios siempre resulta difícil. Lo pudimos arreglar entonces porque una auxiliar estaba de baja por un embarazo de riesgo de forma que sabíamos que no iba a volver en unos seis u ocho meses por lo que hicimos algún cambio y la cosa se ajustó. Aún así, como no todo es perfecto y, a veces las auxiliares se cambian entre ellas algún turno por motivos familiares, nos hemos encontrado dos veces que Melba ha llegado y Luis estaba allí.

Los delegados sindicales del sindicato al cual él pertenece están pensando en hablar con Luis para que, por iniciativa propia, se aparte ya que no puede acudir a ningún acto del comité de empresa, pero sí hace uso de los días y horas sindicales.

Desde la sede principal del sindicato, les dicen que, igual que se convocó asamblea para la formación de la candidatura, tiene que convocarse ahora para la expulsión de un miembro del sindicato, pero hay un problema para hacerlo durante la negociación de un convenio.

Luis nos ha comunicado que se siente acosado por sus compañeras de trabajo y que algunas se niegan a trabajar con él. Nos dice que la situación le produce mucha ansiedad y ahora lleva dos semanas de baja.

A todo ello, Melba ha venido a vernos con su abogada y nos ha traído la sentencia. Es firme y establece alejamiento de 500 metros durante seis años. La abogada nos ha pedido que intentemos asegurarnos de que no coincidan, aunque nos ha insinuado que lo mejor sería que Luis dejase de trabajar en la empresa, ya que si su clienta, que es la víctima, se lo encuentra lo denunciará a la policía.

Y aquí estás tú, releyendo la sentencia.

Se te ocurren varias opciones, pero todas tienen sus pegas:

Sencillamente, no hacer nada y ver qué pasa. Por experiencia sabes que esa solución suele traer consecuencias imprevisibles. Hoy casi todas las empleadas se han alineado con Melba y ven con incomodidad la presencia de Luis.

Despedir a Luis. El problema es que no se puede despedir a alguien sin causa y no sabes si la orden de alejamiento sería considerada como causa suficiente de despido. Si hay que pagar como despido improcedente saldría bastante caro.

Proponer el paso de Luis al turno de noche, de esta forma es casi seguro que nunca lleguen a coincidir. Eso resolvería la orden, pero no la incomodidad que manifiestan las compañeras.

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