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Miguel Durán vende su residencia aunque seguirá en el sector geroasistencial

Miguel Durán
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Miguel Durán
martes 08 de enero de 2019, 11:36h

El abogado y empesario Miguel Durán ha vendido hace unos días su residencia en el municipio barcelonés de Sant Boi de Llobregat para centrarse ahora en su labor jurídica. Como avanza a Dependencia.info, no se quedará fuera del sector geroasistencial y abre una línea de asesoramiento legal y económico-administrativo, precisamente, para los empresarios de las residencias.

Casi 13 años al frente de una residencia que dan para mucho, para conocer el sector, sus posibilidades y su futuro. Cuestiones que el ex director general de ONCE desvela en una entrevista en la que también explica qué pasará con su cargo como presidente de la Federación Española de la Dependencia (FED).

Entró en el sector geroasistencial como emprendedor y empresario construyendo una residencia. ¿Cómo surgió la idea de construir un centro residencial para personas mayores?

Fue una decisión que derivó de un consejo de quien era y es mi médico de cabecera y amigo, Joan Torras, que a principios de siglo, en el año 2000, me dijo que pensaba que el sector de la tercera edad era un sector de mucho futuro, de mucho porvenir, y yo le hice caso. Empezamos a trabajar sobre eso.

Mi sobrino Miguel Ángel hizo el proyecto fin de máster en ESADE sobre una residencia geriátrica. El proyecto nos gustó a todos. Yo puse la mitad de los recursos, que fue de entorno a unos 4 millones de euros. La Caixa del Penedés, luego absorbida por el Banco Sabadell, nos puso el resto de la financiación. Y construimos.

Recuerdo todo con mucho cariño porque viví esa construcción muy intensamente. Redacté yo mismo el contrato de obra con la empresa Confisa y puede decirse que ese edificio lo viví desde sus cimientos hasta su culminación. El 19 de mayo de 2006 la pusimos en marcha y hasta el pasado 28 de diciembre, que la hemos vendido.

Han sido casi 13 años de servicio a mucha gente, muchas familias de Sant Boi de Llobregat y de su comarca. Tenemos la satisfacción de poder decir que nuestra residencia goza de un gran prestigio, de muy buena fama. Hemos mantenido siempre una ocupación del 99-100%. Esto quiere decir que hemos hecho una buena gestión y el público así nos lo ha reconocido. Los estándares de calidad para nosotros han sido el norte y la guía y, finalmente, hemos cubierto una buena etapa.

La decisión de vender la empresa, ¿puede entenderse como una pérdida de fe en el sector?

No no no, es una decisión familiar. También tiene un componente empresarial, claro, pero este proyecto ha venido siendo una empresa estrictamente familiar. La directora médica del centro es mi mujer, Marisol Cruz, el gerente es mi hijo Héctor, mi sobrino Miguel Ángel, también socio, y yo mismo nos hemos ocupado siempre de las cuestiones legales y de las económico-administrativas. Nuestro socio Joan Torra también ha tenido una fuerte participación en el ámbito médico.

Resulta que mi hijo Héctor quiere integrarse en nuestro bufete, Durán y Durán Abogados. Es una decisión que yo respeto y que, además, saludo con mucho cariño y con mucha esperanza porque, al fin y al cabo, yo tengo ya 63 años. No me pienso jubilar. Pienso morir con la toga puesta y si es posible dentro de unos cuantos años. Pero mi mujer también se quiere retirar de esta función porque dice que no quiere pasar de la condición de médico a la condición de residente en la residencia.

Teniendo en cuenta también la expansión de nuestro bufete, hemos visto que no podemos dedicar un ápice de tiempo a la gestión de la residencia.

¿Qué ves que haya cambiado durante estos años en el sector?

Han cambiado cosas. Ha cambiado, por ejemplo, de forma considerable el perfil de los usuarios. Cuando nosotros llegamos en 2006 había mucho usuario todavía válido, autónomo, personas que estaban en condiciones de desarrollar con normalidad las actividades de la vida diaria.

Cuando nosotros llegamos era la época de vino y rosas, la época de aquel ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, que prometía lo que después no podía cumplir. Yo creo que él sabía que estaba haciendo promesas meramente políticas, como que iba inyectar 15.000 millones de euros en la atención a la tercera edad en pocos años.

Pero estábamos en la cresta de la ola, porque la crisis que Zapatero negó hasta que no pudo más empezó a finales de 2007 y principios de 2008, y había dinero en abundancia y mucha gente venía a las residencias cuando todavía estaban en condiciones de ser autónomo. Eso ha variado notablemente. En estos momentos, las familias apuran la incorporación del familiar a la residencia porque estos centros tienen el coste que tienen. La administración pública también ha entrado en una recesión muy importante y todo se ha hecho bastante más complicado desde el punto de vista de la financiación. Esto significa que las residencias en este momento están mucho más ocupadas por personas altamente dependientes de lo que estaban en esos comienzos.

Ha sido un proceso paulatino que se aceleró a partir del año 2010-2011 y creo que eso comporta unos efectos con los que, por desgracia, ni las administraciones autonómica y central están siendo sensibles porque aquí no suben las tarifas ni a tiros. Y, sin embargo, la mano de obra ha tenido que incrementarse, el coste empresarial también, como consecuencia lógica, y en cambio la revisión de tarifas brilla por su ausencia. Hay más padecimiento en las cuentas de resultados de las empresas, más estrés que cuando nosotros entramos. Pero, debo decir, que con una buena gestión, este sector sigue siendo interesante.

También ha cambiado el sector en el sentido de que asistimos a un proceso paulatino, todavía poco perceptible, pero creo que se va a incrementar en el futuro, de mayor concentración en grandes grupos, en grandes empresas. Creo que es un proceso inexorable

Creo que en el ámbito patronal también se han venido produciendo algunas modificaciones. Tiene que haber más cambios en el modelo. Será difícil que las administraciones públicas entiendan y atiendan las necesidades de las empresas, si no es que las organizaciones empresariales y las sindicales sepan proyectar un discurso común y de la mano para que esas administraciones públicas comprendan que este Cuarto Pilar del Estado del Bienestar tiene que pasar de ser un ‘pilarcito’ a ser un pilar de verdad.

Estos años han sido de actividad empresarial y también de representación asociativa patronal. ¿Dejará la presidencia de la FED?

Como presidente de la FED desde hace casi dos años, queda ahora en manos de mis compañeros de Junta la decisión sobre mi continuidad o no al frente de la Federación Empresarial de la Dependencia. Puse mi cargo a disposición de mis compañeros el pasado día 13 de diciembre y yo voy a servir a la FED tanto como ellos me pidan. Que todos los colegas del sector tengan en cuenta que no voy a abandonar el sector porque es un sector en el que creo firmemente.

Se pueden hacer muchas cosas y se deben hacer muchas cosas. Si hubiera una verdadera capacidad de concordia patronal y menos afán de protagonismo por parte de algunos o alguna y, sobre todo también, si las dos organizaciones sindicales más representativas, CCOO y UGT, supieran ver que el futuro de las mejoras para los trabajadores no pasa tanto por la presión a la empresas sino más bien acompañarlas ante las administraciones públicas para que estas destinen al sector los recursos necesarios, creo que todo se mejoraría.

Este que estoy señalando es el camino más complicado. Lo fácil para los sindicatos es decir que paguen los empresarios y no se dan cuenta de que el empresario ya está prácticamente estrangulado por la penuria de las tarifas públicas y que de esa teta no se puede mamar indefinidamente. La ubre está, si no exhausta, bastante apurada.

Yo voy a seguir implicado en el sector porque, ahora no como empresario, pero sí como proveedor de servicios, desde nuestro bufete Durán y Durán Abogados podemos ofrecer muchos servicios jurídicos, mucha orientación empresarial porque la experiencia que hemos acumulado creo que puede ser muy útil para quienes confíen en nosotros. De hecho, inauguramos una línea específica de actuación en favor precisamente de los empresarios que quieran confiar en nosotros asesorando, colaborando, prestando estos servicios y apoyando si es necesario en el plano institucional allí donde se nos pida opinión.

¿Cómo ves el sector a corto o medio plazo?

Lo veo con esperanza si hay más unidad empresarial, que hace falta. Es cierto que en esto sector se da una considerable heterogeneidad en cuanto a la naturaleza de las distintas empresas. No podemos olvidar que junto a las empresas estrictamente mercantiles están las del denominado Tercer Sector que, lo digo desde el más absoluto respeto a su condición, tendrán unas y otras que ponerse de acuerdo, por ejemplo, en la negociación colectiva porque los gravámenes económicos pesan sobre las mercantiles y no pesan de la misma forma en las empresas sin ánimo de lucro.

Esto es una cuestión a tener en cuenta pero que a mi juicio no solamente no debería perjudicar la unidad en el sector, sino que debidamente tratado podría ser perfectamente un elemento de estabilidad.

En el corto y medio plazo el reto está en la sana negociación del VIII Convenio Colectivo y en la mayor unidad posible frente a las administraciones públicas para que se rasquen el bolsillo en beneficio de los ciudadanos.

La gente debe prepararse a medio y largo plazo para que llegado el momento, tanto empresarios como usuarios nos acostumbremos a que la administración pública va a echar cada vez más mano del patrimonio de los que necesiten una residencia para contribuir a soportar los gastos que comporta la estancia. Es decir, cada vez va a ser más difícilmente explicable que un abuelo se muera en una residencia con un determinado patrimonio, por ejemplo inmobiliario, y vengan su herederos a heredar lisa y llanamente ese patrimonio mientras el abuelo ha estado soportado en cuanto a sus necesidades por el conjunto de los contribuyentes.

Este es el discurso que los políticos, en cuanto que pierdan el miedo a la pérdida de votos, es inexorable que se va a dar. Pero también creo que la progresiva concentración en el sector, los grandes grupos, alterarán un poco las reglas del juego. Deseo que a todo el mundo le vaya bien y que nosotros podamos verlo, en mi caso también, y asistir y acompañar en la relación con los trabajadores, en sus pleitos y orientarles en el sentido práctico de la gestión, que es lo que pretendemos.

Para acabar, ¿cuáles son el mejor y el peor recuerdo que se lleva de su etapa como empresario de residencia?

El peor, sin duda, cuando empezamos con 40 o 50 residentes, que uno se los conocía a todos, cuando me notificaron el primer fallecimiento. Era una persona que yo conocía, que me había sentado a jugar al dominó con él. Pensé que esto iba a ser muy habitual. Aquello me impactó. Pensé que tengo que echar callo en esto porque si no voy a estar mal en cada fallecimiento y, claro, la gente aquí no viene a curarse, viene a cerrar una etapa que para los creyentes es la de la vida terrenal. Los que creemos en otra vida pensamos que esto no se acaba aquí, pero al fin y al cabo se acaba.

El mejor, el conjunto de la relación con las familias y con los trabajadores. Las fiestas. Yo he sido un presidente muy fiestero, me ha gustado siempre aprovechar cualquier excusa para traer un conjunto musical, para que la animación social y cultural estuviera siempre presente.

Es cierto que uno tiene un sentimiento de amputación porque dejar algo que fue hecho con tanto cariño no puede ser sino eso, un sentimiento de pérdida. Pero también es verdad que las circunstancias personales lo aconsejan y que los empresarios somos gente que también tenemos que cerrar etapas y que por más que digan que me han amputado un brazo, por fortuna no es que hayamos tenido que vender porque la empresa fuera mal, sino todo lo contrario.

Y sí, pierdes un trocito, pero si quien te compra en buenas condiciones, como es nuestro caso, te pone una prótesis económica, también vale.

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