Como medida preventiva, pero también sostenible para el sistema.
A la hora de hablar de vacunas, el imaginario general señala a los más pequeños como el nicho de población al que van dirigidas la gran mayoría de la campañas de salud, y en cierta forma es normal pues normalmente están pensadas para ellos.
Sin embargo, a modo preventivo para evitar patologías graves, y también como un modo de mantener el sistema sanitario lo más sostenible posible, las vacunas también deben ser tenidas en cuenta por las personas mayores, un porcentaje de la población que crece año a año debido al envejecimiento demográfico y cuyo sistema inmune se ha visto debilitado con el paso del tiempo haciéndolesmás vulnerables ante enfermedades o infecciones.
En este sentido, las autoridades sanitarias empiezan a concienciar a la población de la importancia de que también los mayores, con la llegada de los meses de otoño e invierno, pasen sus preceptivas revisiones y se vacunen contra las afecciones más comunes con el objetivo de evitar patologías más graves que desemboquen en enfermedades o incluso, según la edad del afectado, en el fallecimiento.
Por eso, se alerta especialmente sobre la gripe, la difteria, el herpes zóster, el tétanos, la tos convulsa o la bacteria Streptococcus pneumoniae, que puede provocar neumonía, meningitis o sepsis (infección del torrente sanguíneo).
Con una sensibilización de las personas mayores y sus familiares en torno al tema de las vacunaciones a edad avanzada no sólo se lograría prevcenir enfermedades que por otro lado son evitables, sino una mejora en la calidad de vida en la tercera edad, así como una alivio en la carga que acarrea nuestro sistema sanitario, que cada año tiene que hacer frente a decenas de miles de casos que podrían haberse evitado con una debida planificación sanitaria.