Ahora ya no parece algo tan extraño pero cuando hace unos cuantos años visité la residencia Lamorous de la Fundación Matia en San Sebastián, que se había inaugurado poco antes, me sorprendió mucho que allí dejasen tomar vino a los residentes que así lo preferían.
Me parece que por entonces no se hablaba como tal de la "Atención Centrada en la Persona", pero ellos ya estaban practicando algo inspirado en los mismos principios y que después han seguido desarrollando. He tenido la ocasión de visitar esa residencia dos veces más y, con el modelo Etxean Ondo, fueron los que habilitaron la primera Unidad de Convivencia que he visto en España, sirviendo de ejemplo a muchos otros.
Como digo, hoy ya no es tan extraño que las residencias respeten las preferencias de los usuarios, aunque a veces algunas dicen que lo hacen cuando la verdad es un poco diferente.
Me imagino con 90 años viviendo en una residencia. Tengo diabetes y soy hipertenso, me gusta la comida sin sal y beber mucha agua, participar en talleres de memoria, pintar mandalas y me lo paso de miedo jugando con una pelota sentado en una silla y pasándosela a otros residentes. Me encanta la televisión y estar sentado en el salón. Y, ¡sí señores! tengo exactamente lo que me gusta. (Y respetar mis preferencias no supone un problema para nadie).
Ahora vuelvo a imaginarme con 90 años y viviendo en una residencia. Tengo diabetes y soy hipertenso. Me encanta comer alimentos grasos y dulces además de beber vino en las comidas y una copita de anís por las noches. También fumo y me gustaría hacerlo en mi habitación. Tengo mal genio, he vivido solo muchos años y me cuesta relacionarme con los demás por lo que las actividades comunitarias me irritan. Me molesta "estar rodeado de viejos". Si por mi fuese, me pasaría la mayor parte del día en mi habitación, fumando. A veces he pensado volver a vivir solo pero, con una pierna amputada y bastante sobrepeso, sé que no es una opción. Estoy bastante cabreado (un estado que me ha acompañado durante una parte importante de mi vida).
Sé que son ejemplos extremos, casi ridículos, pero me sirven para ilustrar que la Atención Centrada en la Persona no es un cuento de hadas en el que todo es bonito y fácil. Ésta obliga a un conocimiento profundo de la vida anterior de la persona, a una cierta planificación y, a veces a un esfuerzo de comunicación y establecimiento de consensos que puede resultar difícil.
Hace tiempo que pienso que cada cosa tiene su chiste y el de la Atención Centrada en la Persona es aquél que explicaba el genial Eugenio: "No comas más galletas que vas a reventar. Pues dame otra… y aparta".
Hablar mucho y entender qué prefiere cada uno para poder respetarlo. Estar dispuestos a aceptar que alguien quiera algo que nos parece inadecuado y, en algunos casos, establecer límites cuando la preferencia afecta negativamente a tercera personas o nos obligaría a actuar contra principios éticos. Ese es parte del trabajo invisible de los modelos que se centran en la persona. Y no es fácil.
Todo esto me ha venido a la cabeza cuando he visto esta foto y he leído la noticia.
Un hospital de Dinamarca ha cumplido las última voluntad de un enfermo terminal que estaba ingresado. Esta consistía en poder fumarse un cigarrillo y beberse una copa de vino.
Sé que es un hospital, no una residencia, pero la comparación es automática. Parece que el paciente está fumando en su cama en una terraza del centro y que pronto se beberá el vino que le están ofreciendo. ¿Es legal fumar en ese espacio? ¿Está en el protocolo de alimentación servir alcohol a los pacientes terminales? Alguien ha pensado que eso no es tan importante como poder ofrecer algo de calidad de vida en los últimos días del paciente.
Lo que resulta llamativo es que esta fotografía se haga viral en internet, ya que esto indica que a casi todos nos parece algo que no veríamos en un hospital cercano.
Quizás dentro de unos años algo así pase desapercibido por su normalidad.
De momento, en el viaje geroasistencial a Holanda organizado por Inforesidencias.com vimos un centro en el que se practicaba "La Cultura del Sí en Residencias" donde esto podría haber sido posible.
Importancia de la perspectiva ética en residencias geriátricas.