Que sí, que entiendo que todo el mundo quiere quedarse en su casa el mayor tiempo posible y atrasar al máximo el momento de ir a vivir a una residencia, que eso no lo discute nadie, pero el problema, que siguen sin ver (o sin querer ver) es quién va a pagar esa atención en el hogar, en su casa. De momento nadie, ya que lo que se ofrece de atención a domicilio y, peor, lo que se promete, es muy insuficiente.
En este sentido, la presidenta de CEAPs, Cinta Pascual, era muy clara esta semana en sus críticas al "parche" que supone la Estrategia de Cuidados impulsada desde el Ministerio de Derechos Sociales que dirige Pablo Bustinduy: "Una estrategia que promete cinco horas semanales de cuidados no solo es insuficiente, es insultante. Una hora al día no garantiza que una persona dependiente reciba la atención necesaria...".
Y es que mientras se siga pensando que es una cuestión de elección, de elegir qué quiere uno, no iremos en la dirección adecuada. Yo elijo no envejecer y no ser dependiente y, por supuesto, no tener que ir a una residencia. Pero la realidad (ya saben que es tozuda) es que envejezco y puedo llegar a ser dependiente y, entonces, por necesidad y no por gusto, tendré que ir a una residencia.
La semana pasada, la secretaria de Estado de Derechos Sociales, Rosa Martínez, insistía nuevamente en Santander en que el nuevo modelo de cuidados impulsado por el Gobierno va a garantizar que “las personas que lo deseen puedan seguir viviendo en sus hogares durante el mayor tiempo que sea posible y que lo hagan de acuerdo con su voluntad y preferencias”. Impulsado que no financiado, se le olvidó añadir.
Pero, además, sus palabras rezumaban cierto dogmatismo cuando señalaba: “Vamos a llevar a cabo un tránsito de los cuidados en entornos de aislamiento y segregación para avanzar hacia cuidados centrados en las personas que promuevan la participación social y la inclusión en la comunidad”. La frase se las trae. No sé si se han parado a pensar lo que se puede decir con tan pocas palabras.
Para empezar, se refiere, como todos imaginamos, a un cambio de enfoque sobre cómo se brinda atención a las personas, particularmente a aquellas en situación de vulnerabilidad, como las personas mayores, pero cuando dice "tránsito de los cuidados en entornos de aislamiento y segregación", ¿a qué se refiere, a cambiar o transformar el modelo de atención que se da en entornos donde las personas están físicamente aisladas o separadas del resto de la sociedad?
En las residencias, como todo el mundo que ha ido a una residencia sabe, eso no pasa.
Añado que, en muchos casos, las personas que viven desconectadas de la vida comunitaria o social son las que se quedan en sus casas esperando la hora diaria de atención domiciliaria porque ellas no pueden por sí mismas. Eso es la definición de soledad no deseada contra la que el Gobierno dice querer luchar. Haría bien en no fomentarla recomendando la interacción social, por ejemplo, en una residencia.
Pero sigo. Dice Martínez "cuidados centrados en las personas". Si se refiere a un enfoque más moderno y humano en la atención, donde el cuidado se adapta a las necesidades, deseos y particularidades de cada persona, donde se busca que los servicios sean personalizados, teniendo en cuenta no solo la salud física, sino también los aspectos emocionales, sociales y de calidad de vida, en casa no los va a tener. Y menos con 5 horas de atención domiciliaria a la semana. En las residencias, unas mejor que otras, se lleva muchos años haciendo lo que llaman Atención Centrada en la Persona. Puede que no sea como todos esperamos, pero seguro que es mucho mejor que solo en casa.
Concluyo este análisis con la parte final de la frase que señala: "Promuevan la participación social y la inclusión en la comunidad". Entiendo que este segmento se refiere a la idea de que, en lugar de mantener a las personas en espacios segregados, los cuidados deberían enfocarse en integrarlas a la vida social y comunitaria. Es decir, se debe fomentar que participen activamente en su entorno y que no se les aísle por su condición de dependencia o vulnerabilidad. Reitero lo dicho: de esto, en casa, dependiente, nada.
Con más tacto y menos obstinación, la directora general del IMSERSO, Mayte Sancho, fijaba como objetivo abordar la situación de las personas cuidadoras, tanto familias como profesionales: "Tenemos que lograr la profesionalización de este sector y solo lo conseguiremos si ponemos en valor los cuidados, y mejoramos salarios y condiciones". Solicitaba aumentar las ratios y apostar por la formación... Bien, pero, ¿con qué dinero, con qué financiación, quién paga?
Si solo destinamos el 0,8% de nuestro PIB en la atención a la dependencia de las personas mayores, no podemos pedir más y, por supuesto, se seguirá incumpliendo la Ley y seguirán muriendo personas en sus casas sin recibir un derecho que tienen reconocido constitucionalmente. Hablar es gratis, hacer cuesta dinero.