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Win coliving Gmbh intergeneracional: Un viaje de ida y vuelta

Por Esther García Galbeño
martes 01 de noviembre de 2022, 21:05h
Esther García, secretaria general de AMADE.
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Esther García, secretaria general de AMADE. (Foto: AMADE)

Hace unos días, me sumé “en la última llamada” a un viaje que desde hace años tenía muchas ganas de hacer. Viaje “Geroasistencial” organizado por Inforesidencias, en este caso, a Nuremberg. Un viaje para conocer, para entender y para saber cuáles pueden ser los caminos que se nos abren en nuestras sociedades occidentales para dar respuesta a las nuevas circunstancias que nos acompañan derivadas de la longevidad que, de forma tan importante, afecta a nuestro país y a los que nos rodean.

Siempre he pensado que, como país, ir por detrás en algunas cosas puede ser también una ventaja que debemos aprovechar. Ir a rebufo de los primeros, dicho en términos deportivos, te da la oportunidad de gastar menos energía en el camino, ya que el que la gasta es el que va en cabeza, quien además te lo muestra y hace posible que rectifiques, anticipándote a sus errores, evitando tener que dar un paso atrás. Y con esta filosofía os traslado, en este escrito, mis impresiones sobre lo conocido y visto en este valioso viaje.

La primera experiencia que tuvimos la oportunidad de conocer, de manos de nuestros vecinos tudescos, fue el Win coliving Gmbh intergeneracional.

Cohousing/Coliving: “dícese de una novedosa fórmula de convivencia basada en la solidaridad y voluntariedad para la realización de actividades comunes”

El lunes a medio día, recién aterrizados, nos bajamos de nuestro microbús en una calle más de Nuremberg y directamente entramos en una cafetería “a pie de calle”, en la que tenían preparada una comida para todo nuestro grupo de visitantes curiosos. En este bloque de viviendas con sus comercios, además de esta cafetería, había una guardería y algún otro local más abierto al público. Un edificio que no se diferenciaba en nada de cualquiera de los colindantes.

Después de la comida, típicamente local, una pareja de encantadores alemanes, ya entrados en su séptima década vital, nos explicaron su experiencia como vecinos del edificio y el funcionamiento de esta comunidad.

Una comunidad de vecinos en la que conviven personas de distintas nacionalidades y generaciones, mayores, menos mayores, familias con niños …, cada uno en régimen de alquiler en su propia vivienda.

El complejo, está formado por varios edificios, en los que se ubican los apartamentos de los inquilinos y los locales comerciales, diversas zonas comunes, como jardines, parque infantil y alguna sala para desarrollar otras actividades sociales o de ocio.

Hasta aquí, nada que pudiéramos diferenciar de lo que es un edificio de una comunidad de vecinos con zonas comunes en cualquier localidad española. Nada aparentemente novedoso.

Es muy probable, al menos en España, que hayamos vivido toda nuestra vida en un complejo similar, en una comunidad de vecinos con zonas y actividades de uso común. ¿Por qué, entonces, irnos a vivir a este tipo de complejo cuando somos mayores?

¿Acaso no es está una comunidad de vecinos al uso en la que hay una piscina común, unos jardines por los que sus vecinos pasean, una zona infantil a la que los niños de la comunidad van a jugar, un bar y una sala común para realizar actividades cuando los vecinos la necesitan?

La entrada de los nuevos inquilinos está condicionada a su voluntad de realizar actividades comunes y solidarias

Y he aquí la gran diferencia “social” de este complejo con una de nuestras comunidades de vecinos. El objetivo de los vecinos de esta comunidad es, no solo tener una vivienda con zonas comunes, sino la realización de actividades que benefician a la comunidad de forma solidaria. Actividades como cuidar del jardín, apoyar a los niños con sus deberes, contribuir al funcionamiento de la cafetería del bloque, etc.

Esta circunstancia condiciona la entrada de nuevos arrendatarios, que son seleccionados entre varios candidatos, ya que estos deben tener, a su vez, este objetivo, la voluntad de realizar actividades comunes solidariamente. Además, para que el bloque no envejezca naturalmente, ya que los que menos se mudan de él son las personas mayores -que cada vez se hacen más mayores-, también es una condición para poder ser inquilino, el tener una determinada edad. Es decir, ser joven. Problema recurrente en este tipo de complejos, derivado del propio “ser” de nuestras sociedades occidentales, el envejecimiento.

Los mayores deben formar parte activa de la vida de esta comunidad

No es este un producto o servicio para personas dependientes, aunque es un edificio sin barreras arquitectónicas, porque en él no se prestan servicios diferentes a los que se prestarían, para una persona dependiente, en cualquier otra vivienda. Además, los mayores que en él viven deben formar parte activa de la comunidad, colaborando en las actividades comunes y solidarias. Deben de ser mayores activos.

Me pregunto, de nuevo, por qué una persona mayor querría ir a vivir a este tipo de complejo comunitario, dejando su vivienda habitual, y la única respuesta que encuentro es “LA SOLEDAD”.

La soledad en la que muchas personas se encuentran a medida que cumplen años, la necesidad de compartir tiempo y actividades con otros porque se quedan solos en sus viviendas y en sus barrios.

Probablemente, en este aspecto, la sociedad española tenga sus ventajas respecto a otros países de nuestros vecinos del norte. Nuestras comunidades, nuestros pueblos, nuestras familias, son mucho más sociales, los apoyos entre distintas generaciones se dan naturalmente como consecuencia de nuestra idiosincrasia familiar. “Los abuelos” cuidan de sus nietos, los llevan al parque y apoyan en sus deberes, tal y como vimos que se hacía en Gmbh y muchos abuelos viven en las viviendas de sus hijos o nietos (o viceversa).

Aunque no podemos negar que la soledad en el mayor es también un problema en España, me pregunto si no estamos haciendo un camino de ida y vuelta. Si no estamos buscando volver a lo que éramos, creando “artificialmente comunidades solidarias”. Pequeñas comunidades piloto que podrán dar una respuesta para una minoría, pero que terminarán envejeciendo y generando mayor dependencia, al igual que ocurre en la propia sociedad en la que están inmersas.

El establecimiento de comunidades específicas como Gmbh es una excelente opción, pero no deja de ser un pequeño experimento que proporciona una solución temporal y minoritaria en la que, probablemente se volverán a reproducir, con el tiempo, los problemas de la sociedad.

La solidaridad y las relaciones intergeneracionales, el aprendizaje entre todos los miembros de una sociedad, han sido, históricamente, el fundamento de nuestras sociedades y ahora parece que necesitamos generar estos complejos de forma artificial.

Debemos transformar nuestras comunidades para garantizar la convivencia en paridad

Si lo que queremos la inmensa mayoría ( en un 90% de las personas) es permanecer en nuestra casa, en nuestro barrio, en nuestro pueblo, el mayor tiempo posible, hagamos que “el mayor tiempo posible” sea cada vez más largo. Este es uno de los grandes desafíos de nuestra sociedad, volver a lo que éramos, y para ello, hay que llevar a cabo una transformación arquitectónica, para adaptar las ciudades, los edificios, las casas y las estancias a las personas y sus capacidades. Pero también e imprescindiblemente hay que actuar culturalmente, para que la persona mayor recupere su papel protagonista, para que pueda seguir dando y recibiendo, compartiendo. Transformar nuestras comunidades para garantizar la convivencia en paridad. Volver a lo que éramos.

¿Seremos capaces los españoles de dar un volantazo y coger la delantera en este camino aprovechándonos de nuestras propias circunstancias?

Esther García Galbeño, Megara Consultoras

www.proyectomegara.es

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