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Aumentan las derivaciones hospitalarias. Cae la letalidad en las residencias

jueves 22 de octubre de 2020, 01:38h
Javier Cámara
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Javier Cámara

El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (CAES), Fernando Simón, habló recientemente en una de sus habituales ruedas de prensa sobre las residencias de personas mayores y celebró que ahora la letalidad entre los mayores de 80 años esté en el 8% cuando en marzo o en abril se situaba por encima del 22 o 23%.

Hacía referencia al aumento creciente de ingresos en los hospitales por parte de este grupo poblacional y achacaba este buen dato de letalidad (personas que mueren respecto al número de personas que se han contagiado) a que "llegan en mejores condiciones" y que "todo nuestro sistema asistencial ha aprendido durante la epidemia a dar un tratamiento más eficaz a las personas infectadas".

Esa es en mi opinión la clave, "dar un tratamiento", y no el hecho de que nuestro sistema asistencial haya "aprendido durante la pandemia". Quizá el archiconocido y mediático epidemiólogo, portavoz del Gobierno y del Ministerio de Sanidad en cuestiones que ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias ni Salvador Illa quieren entrar, solo habría tenido que relacionar ese incremento en la atención a personas mayores que viven en residencias con la reducción de la mortalidad en este segmento de edad.

Efectivamente, todos hemos tenido que aprender sobre la marcha. Ante algo nuevo y para lo que uno (todo el mundo) no está preparado, es lógico el desconcierto y destaca entonces la improvisación. Especialmente si, además, uno (las residencias en concreto) no está preparado porque no es su función ni se pensaron para ello.

El silogismo parece claro y fácil de entender: Si una persona mayor que vive en una residencia enferma gravemente, se le deriva a un hospital, se le trata correctamente y, si se da bien, se cura. Por otra parte, si una persona mayor que vive en una residencia enferma gravemente y no se le deriva a un hospital, no se le tratará correctamente, será difícil que se dé bien y tiene muchas probabilidades de morir. Conclusión: si no se atiende a una persona mayor grave en un hospital (por saturación del sistema o por la razón que se presente) hay más probabilidades de que muera. Más claro, agua...

Por otra parte, es una buena noticia que ante algunas denuncias de sindicatos y colegios de sanitarios sobre la falta de preparación de las residencias de mayores ante la segunda ola que ya estamos sufriendo, el funcionario y técnico del Ministerio señalara que "las comunidades autónomas informan que las residencias tienen sus planes de contingencia y que, en general, están funcionando bien".

De forma más extensa, Simón explicaba: "Por supuesto sigue habiendo brotes en las residencias, con un número promedio más pequeño de casos, aunque en algún centro sí que ha habido números importantes de personas infectadas. Pero lo cierto es que la información que nosotros recibimos es que los planes existen y que, a priori, están teniendo un impacto importante. Aunque no podemos descartar que, en algún caso concreto, las cosas no funcionen como son deseables. Y las Comunidades Autónomas, sus Servicios Sociales y la Vicepresidencia de Derechos Sociales estarán haciendo un esfuerzo importante para controlar estos posibles riesgos o situaciones en las que las cosas no funcionan como sería deseable".

En cualquier caso, una vez que se va reconociendo por parte de todos que las residencias hicieron lo que pudieron ante la explosión imprevista de la pandemia y que muchas, una gran mayoría de ellas, trabajaron de forma especialmente admirable y por delante de las medidas que se iban implantando desde las distintas administraciones, como casi siempre, el problema de fondo pasa por la financiación de todo lo que los expertos está poniendo sobre la mesa. Es fácil hablar, pero no es tan fácil hacer.

Muy interesante se ha presentado esta semana el VIII Encuentro Global de Ingeniería Hospitalaria, bien cubierto informativamente por Redacción Médica, en el que se ha celebrado una mesa de debate dedicada a una de las cuestiones que se han planteado tras la crisis sanitaria de la covid-19: la medicalización de las residencias de ancianos. Posiciones varias sobre si se debería hacer o no con argumentos como que "no son hospitales" o que "más que una medicalización necesaria, habría que implantar una sanitarización". En cualquier caso, al final siempre se llega a la conclusión obvia de que más servicios, más atención y más personal "significa más costes".

En este encuentro participaba la vicepresidenta de CEAPs y presidenta de Amade, Pilar Ramos, que insistió en que hay que plantearse cuál es el modelo de residencia que queremos, al tiempo que destacaba que todo esto de pedir médicos en las residencias obliga a plantear también un debate económico.

La pandemia nos sorprendió a todos. Las residencias no son una excepción. Unos estaban mejor preparados que otros, pero pasada la experiencia ya sabemos a qué jugamos. No debería repetirse lo sucedido en la primera ola y a la mejor preparación de los centros residenciales en todas sus medidas de prevención y protocolos debería sumarse una mejor respuesta de la sanidad pública responsable de la atención médica de los residentes. ¿Cuesta dinero? Claro, como todo. ¡A pensar de dónde sacarlo!

Y todo recordando que la seguridad cero no existe y siempre hay un porcentaje de suerte que puede marcar la diferencia. Pues eso, ¡suerte a todos!

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