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Dolor, rabia y esperanza

miércoles 27 de enero de 2021, 17:06h
Paquita Morata, gerente de ARADE
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Paquita Morata, gerente de ARADE (Foto: ARADE)

Trascurridos once meses desde el inicio de la pandemia, en el Sector de cuidados a las personas mayores sentimos como si nos hubieran colocado una mochila en nuestras espaldas que se va llenando de pesadas piedras. El dolor, la rabia, la incertidumbre han dado paso a la esperanza en forma de vacuna, pero todavía no nos hemos librado del miedo. Miedo a tener que seguir sufriendo porque detrás de la frialdad de las cifras de fallecimientos hay personas que ya no están, miedo a enfrentarse a las consecuencias para el Sector en forma de nuevas normativas que acallarán las voces de una Sociedad que busca culpables y no ve su propia hipocresía.

Estamos viviendo un momento crucial, nos hemos enfrentado a la tormenta perfecta, permaneciendo en el ojo del huracán. Quizás gracias a ello conseguiremos que se oiga por fin nuestra voz a costa de que solo se han dado las cifras de fallecimientos en residencias y de que algunos medios de comunicación a día de hoy todavía hablen de nosotros de forma peyorativa. Sin embargo, debemos reflexionar como Sociedad y darnos cuenta de que ese modelo de cuidados que ahora denostamos es el que nosotros mismos hemos ido configurando. Resulta insultante cuando pretenden compararnos con modelos nórdicos para hacer una crítica que se queda en una absoluta superficialidad y desconocimiento de lo que actualmente es una residencia, de nuestro actual modelo de cuidados.

Quizá deberíamos preguntarnos como Sociedad qué estamos dispuestos a ofrecer a nuestros mayores. Este Sector lleva años pidiendo que se lleven a la práctica cuestiones que ahora nos “echamos las manos a la cabeza” y nos preguntamos por qué no se han hecho antes. ¿Cuántos años llevamos pidiendo coordinarnos con Sanidad? ¿Cuánto tiempo nos costará, aún después de la pandemia, poder compartir un historial médico de un usuario/paciente con su Centro de Salud? ¿Cuánto tiempo más hará falta para que nuestros políticos se den cuenta que España está a la cola de los países europeos en financiación del Sistema de Dependencia? Estamos a años luz de los países nórdicos que ahora ponen de ejemplo, no porque en ellos no se hayan visto afectadas las residencias con la pandemia, que también lo han sido, sino para ¿mostrarnos que se puede trabajar mejor? cómo si nos estuvieran descubriendo un nuevo mundo.

Señores, ese mundo ya estaba descubierto antes de la pandemia. Desde el Sector llevamos años analizando nuevas concepciones: las unidades de convivencia, la atención integral centrada en la persona, la existencia de plataformas de servicios… pero no somos escuchados. Nuestros servicios son valorados desde una óptica anclada en el pasado, hemos batallado para que las residencias sean un verdadero hogar para las personas, pero es francamente complicado cuando debes hacer frente a normativas en las que es más importante, por poner un ejemplo, la anchura que tiene el pasillo o que la habitación del usuario esté ordenada asemejándose mucho más a un hospital que a un verdadero hogar, dónde la persona ejerciendo su libertad de elección la tenga decorada y con sus objetos personales colocados como desea.

La pandemia nos ha enseñado mucho, nos ha confirmado las carencias del Sistema. Han querido hacer de nosotros hospitales con puertas cerradas, pero no lo somos. Las personas seguirán necesitando institucionalizarse en residencias. Por mucho que ahora se diga, de nuevo descubriendo mundo, que la persona quiere quedarse en su casa el mayor tiempo posible, esto era ya así, antes y lo seguirá siendo tras la pandemia. La importancia de la teleasistencia, de la ayuda a domicilio, de los centros de día, esos grandes olvidados y tan necesarios, nadie lo pone en cuestión.

Lo que es más grave es que se cuestione la labor que se lleva a cabo en las residencias en nombre de un supuesto nuevo modelo, cuando lo único que llevan años haciendo es adaptarse, con los recursos y medios disponibles, a las necesidades de las personas mayores bajo un Sistema encorsetado que debiera redefinir cuáles son sus prioridades y cuales las verdaderas demandas de una población envejecida. Mientras tanto debiéramos dar las gracias como Sociedad a un Sector que lleva meses sufriendo, para cuidar y salvar vidas, no lo olvidemos.

Paquita Morata es gerente de ARADE

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