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¿Cada cuándo querrías que te ducháramos?

Ducha
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Ducha (Foto: JC)

En la residencia las Marismas, de la que por cierto, eres director, os tomáis muy en serio el respeto a las decisiones de los residentes y también su bienestar e higiene. Ambas cosas a veces entran en conflicto y ahora os encontráis en uno de esos momentos.

Como buenos profesionales, sabéis que el momento del baño/ducha resulta complejo, especialmente cuando el usuario, debido a su situación de dependencia, necesita “ser duchado”. En esos casos pueden producirse situaciones de desconfianza, resistencia y agresividad. Para afrontar esas situaciones las gerocultoras/auxiliares del centro han recibido formación específica e, incluso, hemos utilizado material venido de los Estados Unidos del programa “Bathing without a Battle” (Bañarse sin lucha) que ofrece alternativas.

Intentamos tratar a cada residente de una forma adecuada a sus necesidades y decisiones y así, en el momento del ingreso, el equipo interdisciplinar elabora un programa individual en el que se hace constar el número de duchas semanales que, en principio, hará la persona. Lo cierto es que, si no hay ninguna circunstancia especial, lo más normal es que el equipo plantee tres o cuatro duchas semanales más higienes el resto de días.

Nuestro último ingreso ha sido el de un matrimonio de 86 años ella y 90 él. Clara sufre una demencia avanzada y es incontinente, por lo que usa pañal. Jaime se encuentra muy bien, tanto de salud como cognitivamente. Jaime tiene una idea muy clara respecto a la higiene de su mujer y dice que ella lo pasa muy mal en la ducha por lo que no quiere que se le duche más que una vez cada diez o quince días. El resto del tiempo se le puede hacer la higiene en la cama. Dice que así es como lo hacía en su casa antes del ingreso con la ayuda de un servicio de SAD o de sus hijos. Sobre él mismo, nos dice que ya se duchará él cuando le parezca, que lo lleva haciendo toda la vida y no necesita ayuda.

Hablamos con los hijos de la pareja y nos dicen que su padre tiene bastante carácter y que lleva años cuidando de su madre “a su manera”. Los hijos le han convencido de que fuesen los dos a una residencia porque la casa donde vivían tenía muchas barreras y estaba algo alejada en una urbanización. Nos pidieron que tuviésemos paciencia e intentásemos ir despacio con cualquier cambio.

En principio, el equipo valoró que haciendo higiene en la cama o en la silla se podía respetar la voluntad de Jaime en relación con Clara. En pocos días se vio que, debido a su situación de incontinencia, diez días era demasiado tiempo entre duchas y se le planteó reducir ese tiempo. También se le plantearon técnicas para hacer la ducha más agradable, invitándole a participar él si lo creía oportuno. Jaime se lo tomó mal y se enfadó diciéndonos que le habíamos engañado, pero aceptó pequeños cambios y vamos avanzando.

El problema serio ha venido con relación a la higiene del propio Jaime. Nos dice que se ducha él solo. Nos explica que está convencido de que la piel no necesita mucho jabón, ya que ha evolucionado durante millones de años sin él. Está convencido de que cada día hay que lavar “lo que se ensucia o huele” y cada semana, todo el cuerpo. Por el olor que desprende Jaime pensamos que no está cumpliendo lo que le marca su convencimiento pero cuando proponemos ayudarle en la ducha, recordarle cuando le toca ducharse o cualquier cosa relacionada con su higiene, se vuelve hosco. Nos dice que le dejemos en paz, que él ha venido a la residencia para cuidar a su mujer pero él está bien.

Hemos hablado discretamente con la familia y seguimos hablando con él, ya que su olor suele ser bastante desagradable. Las dudas que se nos plantean son:

En relación con Clara, ¿podemos ignorar lo que nos dice Jaime y ducharla más a menudo? ¿Podríamos hablar con sus familiares y seguir su criterio si éste es más orientado a la calidad de vida de Clara?

En relación con Jaime, ¿podemos obligarle a ducharse si mantiene la capacidad cognitiva? ¿Podríamos decirle que su olor molesta a los demás y que si no se ducha nos plantearíamos rescindir el contrato?

En relación con todo el problema, ¿lo estamos afrontando bien? ¿Hay algo más amplio que debiéramos cambiar?

Este caso plantea muchas posibilidades. Si alguien quiere enviar una respuesta extensa, puede hacerlo a info@inforesidencias.com. La semana que viene las publicaremos. Si preferís compartir opiniones más abajo, bienvenidas sean éstas.

Autor Josep de Martí Vallés

Jurista y gerontólogo. Profesor del Máster en Gerontología Social y de Dirección de residencias en varias universidades. Director de Inforesidencias.com y Eai consultoria.

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