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¿Cuáles son las oportunidades y retos para llevar a cabo un proyecto de Cohousing?

Por Cristina Cuesta Lerín
martes 02 de abril de 2019, 21:42h
Cristina Cuesta Lerín
Cristina Cuesta Lerín

En primer lugar, cabe preguntarse ¿para quién es el Cohousing?

El Cohousing o Vivienda Colaborativa es para cualquier persona que piense que el modelo podría ser válido para sí. En materia del alojamiento, es posible hacerlo en régimen de alquiler, propiedad o en régimen de cesión de uso. Esta última modalidad es la preferida por consistir en que la cooperativa es la propietaria del edificio, no las personas, y cede el uso a los individuos durante el tiempo estipulado, transmisible, y a un precio asequible, lo que evita la especulación y favorece la continuidad del proyecto en el tiempo.

En cuanto a la ubicación, se puede hacer en entorno urbano, rural o periurbano. Pero lo esencial es tener muy claros los valores necesarios, la finalidad del proyecto, y el deseo de vivir en una comunidad de personas afines que facilita el encuentro, provee de apoyo y donde se comparten los recursos y las habilidades con las que cuenta cada miembro, porque el grupo va a organizarse para llevar una vida comunitaria de la mejor manera posible.

Con estas premisas, cada proyecto será diferente, un traje a medida para el grupo, pero es claro que el modelo no es válido para quien busca únicamente un alojamiento con servicios compartidos ó que le den todo hecho. Un Cohousing no es un residencial donde los vecinos se limitan a compartir piscina, salas o jardines, sino que es un colectivo de personas con un fin, donde cada miembro tiene un rol dentro de la comunidad. Es una comunidad que diseña, proyecta y gestiona cómo, dónde y con quién quiere vivir, mediante procesos participativos.

El proceso de creación de un proyecto Cohousing implica retos y oportunidades. El reto más importante, y que constituye el pilar fundamental para el éxito del proyecto, es la construcción y consolidación de la comunidad desde el punto de vista de las interacciones y relaciones humanas. El concepto de viviendas colaborativas tiene mucho de dar y de recibir, de generosidad, de solidaridad y también de renunciar a ciertas cosas a nivel particular a cambio de ganar para el bien de todos.

Los proyectos que de entrada se focalizan principalmente en cómo será el edificio o la ubicación, sin haber estudiado previamente el modelo, y trabajado con profundidad los valores, la dimensión comunitaria, los objetivos y la cohesión humana del grupo, suelen fracasar en el momento de asumir responsabilidades mayores como puede ser el adecuado cumplimiento de las tareas acordadas o la aportación de capital.

El proceso de iniciar y desarrollar un proyecto cohousing es apasionante y muy enriquecedor a nivel humano, pero también complejo, ya que requiere un elevado nivel de compromiso y entrega personal de sus miembros. Por tanto, podemos decir que es un modelo válido para personas que lo enfocan como proyecto de vida, crecimiento personal y enriquecimiento mutuo.

Clarificadas estas premisas, se recomienda que las personas interesadas sigan un proceso de aprendizaje común y autoaprendizaje, para que el grupo sea lo más autónomo posible a medio y largo plazo para poder autogestionarse y buscar las soluciones que precisen. Para ello, se hace necesario contar con profesionales que les formen y acompañen en las habilidades necesarias durante las fases y cuestiones donde la comunidad no es lo suficientemente solvente y/o ágil.

Para desarrollar el proyecto, el grupo puede elegir entre liderar el proyecto por sí mismos con ayuda profesional, delegar la gestión del proyecto a profesionales, o delegar el desarrollo y gestión del proyecto a un promotor.

En base a muchas experiencias prácticas y literatura, ¿cuál es, en líneas generales, el proceso seguir y los hitos recomendables a para el buen desarrollo de un proyecto de Cohousing senior?

En una primera fase, el “grupo semilla” o promotor del proyecto (se recomienda que no sea muy grande), se forma y estudia sobre cohousing: qué es y qué posibilidades ofrece a nivel multidimensional. También evalúa los perfiles y capacidades personales y trabaja el diálogo, la escucha activa, la comunicación asertiva y la gestión de conflictos. Se toman las primeras decisiones: definición de valores, necesidades y motivaciones individuales y colectivas. Se estudian los objetivos, las capacidades colectivas, los compromisos, la organización y las actividades que desearán desarrollar. Se trabaja el perfil básico del proyecto (colectivo humano, relaciones, marco de convivencia, actividades, cuidados, rangos presupuestarios, ubicación) y también se define la misión y visión y modelo del proyecto como si de una empresa de nueva creación se tratase, porque, de hecho, lo va a ser.

En una segunda fase, el grupo difunde y anexiona más miembros (“grupo embrión”). Se trabaja la consolidación del grupo, se definen los roles, la base organizativa y los grupos de trabajo. También el sistema de comunicación interna y externa, de decisiones y de reuniones. Se realizan actividades lúdicas periódicas, talleres y formación. Se trabaja el consenso en el grupo: necesidades personales y confluencias del proyecto colectivo, y se define de forma consolidada los valores del grupo. También se aborda la capacidad financiera, los presupuestos y las opciones de financiación. Además se comienza la búsqueda de suelo/inmuebles disponibles y su viabilidad. Hitos: base organizativa del grupo, grupos de trabajo, sistema de comunicación, valores y proyecto colectivo definidos, con opciones reales de suelo/edificios.

En una tercera fase, el grupo se amplía con llamamiento a nuevos socios (“grupo final”). Se selecciona a los miembros, y se les facilita el proceso de acogida y formación. Continúan las reuniones y actividades periódicas, y se profundiza en las necesidades y expectativas individuales frente al proyecto grupal. También se desarrolla la inteligencia inter e intrapersonal, y el aprovechamiento de los talentos individuales para el proyecto. Se desarrolla y fortalece el compromiso del grupo, se define el presupuesto máximo, la capacidad económica y los miembros toman decisiones de continuidad o no. Se revisan las bases del proyecto, y se define la forma jurídica, el régimen de tenencia, los principios e ideario, los estatutos y el reglamento interno. Ya se cuenta con opciones de suelo / inmuebles disponibles para valorar su viabilidad. Hitos: Grupo comprometido con la inversión económica. Boceto del programa de necesidades y atención. Grupo organizado y documentado en valores, ideario, estatutos y reglamento. Relaciones externas potenciadas. Comienzan las primeras aportaciones económicas.

En una cuarta fase, se procede al co-diseño: organizativo, presupuestario y del programa de necesidades, actividades y cuidados. Hitos: forma jurídica creada. Presupuestos e inicio de aportaciones económicas. Adquisición de suelo / edificio. Programa de actividades y cuidados

En una quinta fase, se procede al co-diseño arquitectónico y dotación de equipamientos, elaboración del proyecto, y construcción.

En la sexta fase, ya se materializa la convivencia.

Concluiré remarcando cuatro aspectos fundamentales a tener en cuenta desde las fases iniciales de un proyecto Cohousing: afinidades, valores y abordar con detenimiento y proyección de futuro las necesidades y la finalidad del cohousing, esto es cómo manejar la sostenibilidad del proyecto a largo plazo en cuestión de relevos, así como el abordaje de las situaciones de vulnerabilidad de sus miembros y otras contingencias cuando éstas se presenten (necesidades económicas y de dependencia).

Como explicaba en mi anterior artículo https://dependencia.info/noticia/2593/opinion/cohousing-se-puede-atender-adecuadamente-la-dependencia-en-una-vivienda-colaborativa-o-cohousing.html, no podemos olvidar que, si el proyecto tiene carácter finalista, es decir, hasta el final de la vida, se hace imprescindible anticiparse a las situaciones futuras, para dimensionar, planificar y organizar adecuadamente el cohousing desde el principio (número de personas, diseño, equipamientos, organización, economía y servicios), porque la dependencia puede llegar en cualquier momento por un accidente o enfermedad, no solamente en la vejez, y el diseño con accesibilidad universal no debería suponer un sobrecoste.

Cristina Cuesta Lerín. Fundadora de Cohousing Spain

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