La semana del 22 al 30 de septiembre tuve la suerte de viajar a Atlanta con inforesidencias.com en mi quinto viaje para conocer modelos diferentes de atención a las personas mayores en el mundo. No me cansaré de agradecer a Josep de Martí e Inforesidencias.com está ventana que nos abre al mundo para conocer diferentes modelos y comprobar de primera mano donde se ejercen las mejores prácticas en atención a los mayores.
Ya sabíamos que en los EEUU casi todo es de carácter privado, pero no conocíamos como se organizan desde este ámbito, y qué otros recursos de carácter público tienen. Como bien sabéis, a mi me interesa, sobretodo, el aspecto arquitectónico del modelo. Mi investigación trata sobre conocer todos los modelos posibles que se implantan en los diferentes países y culturas para pasarlos por el filtro de nuestra cultura y nuestras posibilidades económicas para obtener como resultado una propuesta que mejore la atención de nuestros mayores desde la arquitectura. Así ha sido con los modelos nórdicos, centroeuropeos y ahora le ha tocado el turno al modelo norteamericano.
Por tanto, me centraré en el modelo desde el ámbito de la arquitectura. El modelo es muy diferente al que conocemos tanto en España como en general en Europa en su globalidad. Mi opinión es que el modelo de familia en EEUU es muy diferente al europeo, como mínimo al español. Las familias americanas se separan mucho cuando los hijos llegan a la edad de ir a la universidad. Cierto que no todos van a la universidad, pero eso no cambia las cosas. Los hijos se van a trabajar donde encuentran su lugar y, en general tienen una movilidad laboral mucho más alta que en España. Al menos hasta ahora. Cosa que creo que está cambiando también en nuestro país. Y es por este motivo que me ha interesado mucho el modelo americano. Veremos como podemos aprender también de este modelo.
Los americanos piensan en su vejez mucho antes de llegar a ella, cosa que nosotros también empezamos a hacer. Sabemos que, en general, tal y como son las residencias de nuestro país, nadie quiere ir a una de ellas si no es por un motivo de dependencia o necesidad. A pesar de que muchos somos los que ya estamos intentado diseñar residencias para que los mayores quieran ir a ellas, creo que las personas válidas al 100%, no tienen un recurso donde ir a vivir cómodamente mejor que su casa actual. En américa, se construyen auténticos resorts para mayores. Son grandes edificios, a veces hasta urbanizaciones enteras de apartamentos, casas de diferentes tamaños, aisladas, apareadas, en hilera o en edificio plurifamiliar para personas válidas. Lo que ellos llaman “Independent living”. Estos grandes resorts disponen también de unidades relativamente pequeñas, dispuestas en unidades de convivencia para personas más asistida (assisted Living) e incluso unidades todavía más pequeñas para personas con demencia (memory care). Son realmente lugares bonitos, con apartamentos de una o dos habitaciones con cocina abierta grande, donde las personas mayores mantienen su absoluta independencia, pero en los que tienen un montón de espacios comunes que les permite compartir experiencias, vivencias y les ayuda a la necesaria socialización. Se les garantiza una atención “hasta el final” por un precio nada económico.
Curiosamente, la mayoría de estos centros están gestionados por empresas “non profit”, pero eso no significa para nada que sean baratas. Concretamente, el centro Saint George Village, tienen un sistema de precios que requiere una garantía inicial entre 350.000 y 650.000 dólares en función del apartamento que se desea, más un coste mensual entre 3.000 y 5.000 dólares. Lo que, en la práctica, es una evidencia que se trata de un modelo que funciona solo para una parte pequeña de la sociedad, si bien es cierto que la garantía inicial se devuelve en un 80/90% a la salida del equipamiento, sea por salida voluntaria o a los herederos legales.
De todos modos, lo que me ha llamado la atención es ver por primera vez un modelo que se basa en atender las necesidades de los mayores válidos. Si nos fijamos, hasta ahora hemos hablado siempre de atención a la dependencia y, ciertamente, es la necesidad más importante que tenemos, al menos hasta que lleguemos a tener en todas nuestras ciudades un 5% de plazas en relación con el numero de personas mayores de 65 años como recomienda al OMS. Pero, ¿qué pasa con las personas mayores válidas que, por el motivo que sea, tiene la necesidad de compañía o simplemente quieren vivir en una comunidad en la cual puedan mantener unas relaciones sociales plenas y agradables?
Creo que en un futuro no muy lejano vamos a tener que preocuparnos de este tipo de personas. Como sabemos, cada vez vivimos más y mejor, pero necesitamos poder seguir sintiéndonos útiles para alcanzar la felicidad. El modelo cohousing está muy bien, pero también requiere de una inversión inicial fuerte, y no todas las personas encuentran un grupo en el que sentirse cómodo para generar un proyecto que obliga a la gestión desde el primer momento. Las personas que conocemos que están al frente de un proyecto de cohousing nos lo ponen de manifiesto.
Por tanto, pensar en una especie de cohousing pero en el que te lo dan todo hecho, no me parece una idea loca o imposible para las nuevas personas mayores que vendrán en el futuro, que serán muchas y muy diversas. Las dificultades serán encontrar suelo asequible y conseguir que el modelo tenga unos precios que permitan a un gran número de personas poder disfrutar de ellos. El modelo puede ser de alquiler simple o de una aportación inicial que permita que el conjunto sea más económico por la ayuda que representa para el promotor inicial recuperar esta inversión antes. El futuro está por escribir.
Espacios comunes en Saint George Village.
Otro espacio común de Saint George Village.
Uno de los comedores de Saint George Village.
Amplios pasillos con cuadros, moqueta. En el momento de esta visita estaban cambiando el zócalo y renovando las moquetas. Es costumbre hacer un mantenimiento completo de las instalaciones de forma periódica.
Personalización de las entradas de las habitaciones de la zona de “assisted Living”.
Uno de los dormitorios de la zona “assisted living” que es lo más parecido a lo que nosotros conocemos como residencias asistida.
Zona de piscina adaptada a personas con movilidad reducida.
Rampa dentro de la piscina.
El dormitorio de uno de los apartamentos en la zona “Independent living”.
Amplio espacio de convivencia en la zona “memory care” para personas con demencia.
Zona de cocina en la zona “Memory Care” donde también se cocina lo que comen los residentes o miembros de la comunidad como suelen llamarse a si mismos en estos complejos. El sistema de cocinas en las unidades de “assisted living o memory care” son similares a las unidades de convivencias de las residencias nórdicas, lo que, si duda, refuerza la idea que esta solución para las residencias asistida que estamos poniendo en práctica en nuestro país es el modelo más adecuado.
Marc Trepat Carbonell
Arquitecto B\TA