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¿Es la economía del bien común la nueva economía centrada en la persona?

Por Montserrat Junyent
miércoles 09 de mayo de 2018, 02:07h

La Economía del Bien Común (EBC) es un modelo holístico que sitúa a la persona en el centro de la economía que, a su vez, está dentro de un sistema ecológico cuyos límites no deberían sobrepasarse. La EBC propone un modelo económico y, por consiguiente, de relaciones sociales basado en los valores de la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica y la participación democrática. Valores que cuidan la vida, la vida humana y la vida del planeta que, desde una mirada sistémica, puede entenderse como un organismo vivo.

Cuidarnos y cuidar es pues, desde la óptica de la EBC, una responsabilidad, un deber que, como seres humanos, no podemos omitir. Cuidarnos de aquello que nos puede perjudicar, de los malos hábitos que pueden afectar negativamente nuestro bienestar físico, como una mala alimentación, o mental, como las relaciones tóxicas y los pensamientos negativos. Pero también cuidarnos para alcanzar el bienestar emocional, aquello que llamamos felicidad y que no es más que sentir que en un determinado cruce de tiempo y espacio nuestra intervención, en este viaje que es la vida, tiene sentido.

Es aquí donde radica la importancia, también, de cuidar. Cuidar, como sociedad, a aquellas personas que no pueden cuidarse a sí mismas construye un mundo con sentido, un mundo más feliz.

Y es en referencia a nuestros mayores cuando el cuidado alcanza mayor sentido. Un cuidado que debe proteger la dignidad que perdura hasta el último instante cuando, en ocasiones, la persona ya no puede decidir por ella misma y que, en muchos casos, transcurre en una residencia.

Pero las residencias también son organizaciones de las que entran y salen personas en otra etapa de vida, con intereses, problemas y recorridos vitales distintos, que, como todas las organizaciones, funcionan como un sistema vivo, con dinámicas que son reflejo de las relaciones entre sus miembros y con el entorno en el que operan.

Este confluir de dos visiones y momentos de vida tan distintos convierte a las residencias de mayores en organizaciones especiales en las que la actuación ética y responsable debe estar presente a lo largo de toda su actividad.

Para que ello sea así, la organización debe hacer suyos los valores de la dignidad humana, la solidaridad y la justicia y aplicarlos más allá de las tareas de cuidado, porque sólo si la organización como sistema vive los valores, estos estarán presentes siempre, serán verdaderos y ayudarán a nuestros mayores a transitar de la mejor manera por la última etapa de la vida.

Vivir estos valores, lograr que estén presentes en la misión de la residencia y que sean entendidos, asumidos y abrazados por todas aquellas personas que realizan tareas en la misma y que, por lo tanto, directa o indirectamente cuidan a las personas mayores que han recalado allí, supone una mirada profunda y transparente hacia las actividades realizadas en la residencia. Profunda por el detalle del análisis y transparente porque, para que el resultado sea realmente transformador, deberá ser compartido por toda la organización.

La elaboración del Balance del Bien Común puede ayudar en gran medida a conseguirlo, ya que su resultado dará una visión compartida a la organización de su contribución al bien común al analizar cómo se están aplicando cada uno de estos valores (dignidad humana, justicia social, solidaridad, sostenibilidad ecológica y participación democrática) en las relaciones con los proveedores, los financiadores, los empleados, las personas mayores residentes en la residencia y sus familias y la sociedad en su conjunto. Para ello, se identificarán evidencias, indicadores y áreas de mejora, siempre a través de un proceso participativo que permitirá cohesionar y comprender las distintas necesidades y expectativas de las personas que comparten trabajo y vida, aunque en diferentes etapas vitales, en la residencia.

El resultado será un mayor bienestar para todas las personas, trabajadoras o residentes; la contribución a la construcción de un modo de vida más sostenible y justo; y el reconocimiento de todo ello, a través del sello EBC que podrá publicarse en aquellas acciones de comunicación que realice la residencia.

La realización del Balance del Bien Común y, por lo tanto, la medición de la contribución al bien común y el establecimiento de acciones de mejora, debería ser recompensado por la Administración Pública. La Unión Europea ya ha iniciado pasos en este sentido. En septiembre de 2015, el Comité Económico y Social Europeo (CESE) publicó una opinión favorable respecto a la EBC como modelo adecuado para la creación de un mercado ético europeo y, a finales de 2017, la Comisión Europea, establece la EBC como modelo alternativo nuevo.

Y vendrán más reconocimientos, porque el mundo necesita una mirada nueva ante la ambición sin límite de las últimas décadas que nos ha hecho confundir medio y fin.

La EBC actúa como una brújula que sitúa, de nuevo, el bien común como fin y el beneficio financiero como el medio necesario para conseguirlo. Tener clara esta distinción y el fin elevado que debe guiar cualquier actividad comercial es más relevante, aun si cabe, para una residencia de mayores, donde la profesionalidad ejercida de manera responsable y ética cobra su mayor sentido al tratar con personas a las que se acompaña durante el último tramo del viaje. Depende de todos nosotros, como sociedad, que la mirada que guíe este acompañamiento sea una mirada transformadora.

Una mirada que cuide la vida.

Montse Junyent Ferrer

Presidenta de la Asociación Catalana para el fomento de la Economía del Bien Común y consultora homologada para la elaboración del Balance del Bien Común.

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