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Claves del sector geroasistencial para los próximos años (I) ¿Vendo o sigo adelante?

Claves del sector geroasistencial para los próximos años (I) ¿Vendo o sigo adelante?

Por Josep de Martí
jueves 03 de mayo de 2018, 02:50h

Los últimos años han sido duros para todos y el sector de atención a mayores no ha sido una excepción: la crisis obligó a bajar precios privados mientras la administración, gran compradora de plazas, redujo, o en el mejor de los casos, congeló las tarifas públicas. Se incrementaron los atrasos en el cobro de los conciertos y la morosidad dejó de ser algo anecdótico. Y a pesar de ello, la gran mayoría del sector no sólo aguantó, sino que siguió creando empleo.

Los que no aguantaron se quedaron por el camino y los que ahora hay son más resistentes y eficientes. Es cierto que si fuésemos un camión durante la crisis habríamos utilizado el airbag y ahora iríamos con la rueda de repuesto, pero lo cierto es que los dos últimos años y lo que llevamos de 2018 empiezo a ver un sector más optimista y con ganas de “hacer cosas”.

Una prueba de que los tiempos son algo mejores son las operaciones de compra que se han sucedido y que han llevado a una verdadera concentración en el subsector de los grandes grupos. Si no hubiese expectativas razonables de crecimiento no habría entrado tanto capital y mucho menos se hubiera pagado en algunas operaciones unos precios tan elevados.

Esas expectativas tienen su base en algo tan sólido como la demografía y el análisis económico: hoy en España el 18% de la población tiene más de 65 años; en los próximos años esa proporción va a ir creciendo hasta llegar al 35%, o sea que grosso modo se va a doblar. Por mucho que la ciencia avance, vamos a continuar teniendo durante años personas que sufren demencia y que por diversas causas se convierten en dependientes. Quizás lo harán a edades más avanzadas pero, como habrá (o “habremos” tantos), vamos a continuar necesitando residencias para alrededor de un 4% de los mayores durante, por lo menos, cuarenta años.

Esa realidad es hoy por hoy innegable, como lo es que durante los años de la crisis se congeló la construcción de nuevas plazas.

Para mantener el nivel de oferta que tenemos ahora deberíamos estar construyendo unas 20.000 plazas al año en España. Además, algunas residencias construidas hace veinte o veinticinco años deberían acometer reformas importantes. Como no lo están haciendo, las que existen se van a convertir en algo cada vez más escaso y valioso.

Llegado este punto y tras haber sobrevivido la travesía del desierto, muchos propietarios de residencia se preguntan. ¿Ha llegado el momento de vender la mía?

Si alguien es propietario o gestiona una residencia de más de 70 plazas en una ciudad de más de 20.000 habitantes y se plantea un cambio de vida, puede ser un buen momento para vender. Esto no es mi opinión sino un hecho constatable. Prueba de ello es que en los últimos dieciocho meses he asesorado seis operaciones de compraventa de cuatro residencias, un centro de día y una empresa de ayuda a domicilio. El problema ahora mismo no es vender, sino encontrar a quien quiera hacerlo.

No voy a detenerme ahora en si una residencia vale solo un multiplicador de sus beneficios netos (sin contar amortizaciones, impuestos ni gastos financieros, o EBITDA) o si hay que considerar el valor de los inmuebles; ni siquiera en si existe o no una burbuja en el sector. De lo que estoy seguro es de que ahora mismo hay mercado de venta, lo que quiere decir que muchos piensan que las expectativas del sector son reales.

Quienes hayan superado la crisis y se planteen sobrevivir e incluso crecer los próximos años tendrán otros retos por delante como encontrar personal adecuado, atender a residentes cada vez más dependientes, crónicos y frágiles; o enfrentarse a una administración que se relaciona con el sector geroasistencial privado desde la desconfianza. Son retos importantes pero también lo será la gratificación para quienes estén dispuestos a afrontarlos. De todo eso iré tratando las próximas semanas.

Quienes, por el contrario, piensen que ha llegado el momento de salir del mercado y vender o traspasar la residencia, deberán planificar con cuidado la operación de forma que puedan obtener el máximo.

En las operaciones en que he intervenido suelo recomendar al vendedor que piense como comprador y viceversa. Cuando se vende un grupo de residencias intervienen muchos asesores, auditores y consultores; cuando la operación es más pequeña (y no por ello menos importante para las partes) vale la pena ir con cuidado, dedicar tiempo a preparar un cuaderno de venta y una estrategia que no “queme la operación” antes de que fructifique. Aunque estemos vendiendo un negocio, a los ojos del comprador le estamos ofreciendo un proyecto que debe ser atractivo desde el principio. “¿Comprarías tú tu propia residencia si te la ofreciesen así?”.

En definitiva, seguimos en un sector vivo y dinámico con unas expectativas más que interesantes. ¿Quién lo iba a decir hace solo unos pocos años?

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