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La residencia Servimayor en Losar de la Vera, finalista del Premio Nutrisenior con su "Cocina terapéutica'

La residencia Servimayor en Losar de la Vera, finalista del Premio Nutrisenior con su 'Cocina terapéutica'
miércoles 24 de mayo de 2017, 18:44h
Talleres intergeneracionales para potenciar la motricidad y cognición de los mayores.

FontActiv, la marca de nutrición para adultos de Laboratorios Ordesa, e Inforesidencias.com entregaron recientemente los primeros Premios Nutrisenior a las Buenas Prácticas Alimentarias.

La residencia Servimayor Losar de la Vera, finalista del Premio Nutrisenior con su "Cocina terapéutica', una iniciativa que lleva a cabo talleres vinculados al ámbito de la gastronomía realizados en la residencia con la colaboración de alumnos de un Instituto de Educación Secundaria de la localidad.

¿En qué consiste el proyecto ‘Cocina terapéutica’?

Se trata de talleres que diseñan, organizan y coordinan los alumnos de primer curso del ciclo de Formación Profesional de grado medio "Técnicos en Cocina y Gastronomía".

Quincenalmente, programan las actividades de elaboración, destinadas a la realización de distintas recetas. Estudian y seleccionan qué procesos resultan los más adecuados para que los residentes que participan, la mayor parte de ellos con escasa autonomía y aquejados de falta de movilidad y, en algunos casos, con deterioro cognitivo, se vean estimulados.

Los ejercicios que suelen realizar en la residencia con los terapeutas ocupacionales y con el fisioterapeuta, siendo muy convenientes y eficaces, no resultan a veces todo lo divertidos y estimulantes que uno quisiera.

Las actividades que llevan a cabo con el taller de cocina contienen, en cambio, una importante dimensión lúdica, lo que supone una indudable ventaja para ejercitar movimientos que contribuyan a la mejora de su motricidad. De ahí que los alumnos diseñen sus recetas pensando en elaboraciones que exigen amplios y variados movimientos de brazos y manos, como amasar, batir, montar o bolear.

¿Cuál es el objetivo?

Buscan actividades que entrenen la motricidad fina, de ahí que selecciones elaboraciones que sean exigentes en el rallado, apanado, pincelado, moldeado, plegado, desmenuzado y un buen número de tareas que, aunque puedan parecer engorrosas, ayudan a mejorar la destreza manual de las personas mayores y prevenir el agarrotamiento y el entumecimiento de las articulaciones.

Teniendo en cuenta el poder evocador que tienen los olores y aromas, sus platos tratan de incluir especias y condimentos que consigan despertar sensaciones. Un objetivo de especial importancia para prevenir y mejorar el deterioro cognitivo, dada la capacidad que tienen los receptores sensoriales olfativos para intensificar la actividad neuronal y estimular otras áreas del cerebro.

Además, los olores conservan un importante caudal de recuerdos asociados a experiencias y vivencias, que resultan muy útiles para ejercitar la memoria y otras actividades relacionadas con la reminiscencia. Los alumnos también tienen en cuenta las texturas y temperaturas de los ingredientes que introducen, para que el tacto, otro de los sentidos que entran en juego, sea otro canal de estimulación y haga su efecto en la activación neuronal.

¿Qué habéis conseguido con este proyecto?

Cuando se terminan los talleres, como premio, se dispone para su degustación de todos los platos cocinados. Un premio añadido que se obtiene después de dos horas de trabajo intensivo. También el gusto tienen en cuenta los alumnos a la hora de diseñar sus recetas, tratando de combinar los sabores conocidos y familiares -de nuevo la evocación como estrategia terapéutica-, con otros que les puedan sorprender.

Todavía recuerdo la curiosidad de una de las residentes cuando probó por primera vez una porción de pizza y cómo disfrutó con unos sabores y texturas con lso que, hasta entonces, no se había enfrentado. Y estos pequeños placeres también hay que tenerlos en cuenta en un centro residencial de mayores, cuando la rutina del día a día se extiende incluso al ámbito de la gastronomía, con unos menús adaptados a su edad en los que resulta difícil introducir mayor diversidad y ciertas dosis de incertidumbre y variedad.

Resulta indudable que los talleres de cocina orientados a las personas mayores tienen mucho sentido.

Una buena práctica que puede servir de inspiración a otras residencias de mayores de Cáceres y de toda España

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