Hace algo más de un año visité la residencia Valdeluz Rivas, todavía no la habían inaugurado, pero les pedí que me dejasen visitarla porque había oído hablar del concepto que pensaban aplicar y me parecía muy interesante. Básicamente se trataba de construir una residencia y un hospital privado de HM, una al lado del otro, tan al lado que hubiese varias puertas de comunicación interna que permitiese, en caso de necesidad, una permeabilidad entre ambos servicios.
Cuando visité el centro a medio amueblar, faltando unas semanas para la apertura, me explicaron cuál era la ventaja de tener un hospital “tocando” la residencia: tenían previsto incluir como servicio comprendido en la tarifa residencial el uso de los servicios de urgencias hospitalarias en caso de necesidad.Así, una caída con posible rotura de hueso dejaría de requerir tener que llamar a una ambulancia, el traslado, el tiempo de espera y el regreso. Un simple viaje en camilla por una puerta y un pasillo llevarían al residente accidentado a la unidad de urgencias donde le harían las pruebas necesarias, incluidas radiografías, sin traslado y volviendo rápidamente a su casa.
Como ventaja añadida, los residentes titulares de seguros sanitarios privados, podrían tener a sus médicos generalistas y especialistas "a una puerta de distancia", con lo que se añadiría comodidad a cualquier visita o gestión sanitaria.
A los responsables de Valdeluz, hace un año los vi humildes y sinceros en sus explicaciones. Me dijeron que, tratándose de un modelo innovador, tendrían que ver si éste cuajaba y si había suficientes potenciales residentes que valorasen los servicios sanitarios añadidos como algo merecedor de un precio algo más alto que una residencia más tradicional. Quedé con ellos en volver al cabo de un año, si aceptaban mi segunda visita, y, en efecto, me han vuelto a invitar a ver el centro, ya abierto y a volver a hablar con ellos.
En algo más de un año la residencia, dividida en unidades de convivencia de unas 25 plazas y superando en total en algo las 100, entre las que hay una unidad de cuidados paliativos, está casi a plena ocupación. Como han optado por ofrecer la posibilidad de tener “habitación doble de uso individual”, el estar al 100% es algo relativo. Parece que han sabido encontrar al cliente que valora las ventajas del hospital colindante con dos peculiaridades: han observado como la proporción de residentes que tienen pólizas de seguro privado de salud es mucho más elevada en esta residencia que en otras del grupo. También lo es la proporción de estancias temporales.
Si sacas de la imagen el hospital, la residencia es un edificio moderno en el que han equilibrado lo asistencial con lo doméstico/hogareño, intentando que todas las plantas tengan espacios exteriores y la planta baja, además una zona ajardinada. Está muy bien, pero no es muy diferente de otras residencias nuevas, algunas del mismo grupo Valdeluz. Lo digo porque creo que, con lo de tener al hospital "pegado", han conseguido algo que cuesta mucho encontrar en nuestro sector, un factor diferencial que ha atraído a un cliente también diferenciado.
Está claro que hay residentes que valoran mucho la parte "hotelera/asistencial" y otros que ponen más peso en la "sanitaria/asistencial". Quiero decir que siempre habrá apoyo en las actividades de la vida diaria y servicios hoteleros; es en la “parte sanitaria” donde pueden aparecer matices diferenciadores.
Escribo estas líneas volviendo en el tren a Barcelona reafirmado en mi convencimiento de que no puede ni debe existir "un modelo de residencia", sino que debe haber un entorno que fomente la innovación y la diversificación en el sector geroasistencial. A pesar de que a veces, desde el Gobierno se intenta marcar cuál debe ser "el modelo", iniciativas como ésta y otras que estoy viendo últimamente (en el canal de youtube de Inforesidencias.com se pueden ver algunas) demuestran que hay campo para la innovación y que sería bueno que los gobiernos la apoyasen en vez de limitarla.
Las claves de este apoyo a la innovación podrían basarse en el establecimiento de unas reglas de colaboración público/privada que tuviese visos de durar, como mínimo 20 años; con un sistema de financiación que fuese suficiente para afrontar los costes y para animar a que se produzca la inversión que el sector va a necesitar para mantener el nivel de cobertura actual, e incluso incrementarlo.
No sé si ese apoyo llegará, aun así, vuelvo a casa con un buen sabor de boca y rondándome en la cabeza un comentario de Carlos García Carreras, director general de Valdeluz, que me acompaña en la visita, según el cual con ésta y otras residencias que van a construir están pensando en generar valor a largo plazo.
Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.
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