Luis tiene 45 años y trabaja como enfermero en una residencia de mayores en Valencia. En sus casi quince años de experiencia ha atendido cientos de casos, desde simples curas hasta complicadas emergencias médicas. Pero si algo le importa de verdad es el trato humano: saber escuchar, tranquilizar, acompañar. Como él mismo dice, “en este trabajo, si no te nace cuidar, no puedes durar”.
Aunque está acostumbrado a centrarse en los demás, Luis rara vez se había detenido a pensar en su propia salud. Hasta que, hace unos meses, una situación inesperada le obligó a hacerlo.
Cuando el cuidador necesita cuidados
Todo empezó con un dolor persistente en el pecho y una fatiga que no lograba explicar. Como profesional sanitario, intentó restarle importancia, atribuyéndolo al estrés o al cansancio acumulado. Pero un día, al terminar un turno doble, el malestar se intensificó. Tuvo que acudir de urgencia a un centro médico, donde tras varias pruebas le diagnosticaron una arritmia cardíaca que requería seguimiento y tratamiento.
La noticia le obligó a parar y enfrentarse a algo poco habitual para él: ser paciente. Las consultas con el cardiólogo, los estudios complementarios y la medicación comenzaron a formar parte de su día a día.
El impacto oculto: tiempo, costes y acceso
En teoría, el sistema público cubría parte de su seguimiento, pero los tiempos de espera eran largos y las pruebas se alargaban semanas. Luis necesitaba respuestas y soluciones rápidas para poder volver con seguridad a su puesto.
Fue entonces cuando recordó que la residencia en la que trabajaba, gracias a un acuerdo colectivo, ofrecía un seguro de salud privado con Uniteco a todo el personal. Hasta ese momento, Luis apenas lo había usado para alguna consulta puntual. Pero ahora descubrió su verdadero valor.
Un acceso ágil, sin demoras y con acompañamiento
Gracias a Uniteco y su seguro de salud para profesionales sanitarios, pudo acceder en menos de 48 horas a un cardiólogo de referencia, hacerse pruebas complementarias y contar con un plan de tratamiento personalizado. Además, el seguro incluía servicios de medicina general, psicología y fisioterapia, todos útiles para su recuperación integral.
Lo que más valoró fue la rapidez y la atención continuada, sin listas de espera ni burocracia. En pocos días, su situación médica estaba bajo control. Y, aún más importante, se sentía acompañado.
Cuidar al cuidador también es una inversión en la residencia
Casos como el de Luis no son excepcionales. El personal sanitario en residencias está expuesto a altos niveles de exigencia física y emocional. Proteger su salud no solo es una cuestión de justicia, sino una inversión inteligente para las propias residencias: mejora el clima laboral, reduce el absentismo, y fortalece el compromiso de los trabajadores.
Muchas residencias han comenzado a adoptar una visión más estratégica de la protección, contratando coberturas específicas que también salvaguardan su operativa. Soluciones como el seguro de responsabilidad civil de sociedades para residencias de Uniteco permiten blindar el día a día de los centros frente a reclamaciones, incidentes o imprevistos legales.
Recuperar la salud… y la confianza
Hoy, Luis sigue trabajando en la misma residencia, más consciente que nunca de la importancia de cuidarse para poder cuidar. Y también más agradecido por contar con una cobertura que, cuando más lo necesitó, respondió.
¿Qué habría pasado sin ese seguro de salud?
Probablemente, su diagnóstico se habría retrasado, aumentando los riesgos. Habría tenido que pagar de su bolsillo las consultas privadas o esperar semanas para acceder a pruebas esenciales. En el peor de los casos, podría haber tenido que interrumpir su actividad durante más tiempo del necesario.
Cuidar a quienes cuidan no es un lujo. Es una necesidad.
“Esta historia está basada en situaciones reales vividas por profesionales del sector sociosanitario”