El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Augusto García Navarro, ve "tremendamente complicado" asumir los costes de una atención a domicilio compleja. En el marco del undécimo congreso nacional que ha celebrado en Barcelona la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) ha afirmado con rotundidad que "en España necesitamos como mínimo el doble de financiación de la que tenemos ahora mismo para cuidados de larga duración".
García Navarro, en una mesa moderada por el doctor Antonio Burgueño, empezaba recordando a este respecto que España dedica el 0,8% del PIB a cuidados de larga duración a personas mayores con dependencia, esto es, en residencias, centros de día y atención a domicilio. La media de la UE es del 1,5%, pero hay países muy pobres, especialmente los del Este. Los 8 países más ricos de la UE dedican el 2,5% del PIB.
Por lo tanto, primer gran mensaje que quiso lanzar el presidente de la SEGG es que "hay un límite por los costes que se pueden asumir", por lo que necesitamos duplicar la financiación "para empezar a hacer cosas". José Augusto García Navarro explicó las dificultades para cuidar a alguien en su casa: "Mantener una persona en su entorno, en su domicilio, con dependencia, con mucha edad, con mucha patología crónica y muchas veces en fases muy avanzadas de la vida, tiene muchas barreras".
"Una es el coste, porque necesitas muchas horas de atención que no eres capaz de financiar públicamente", señaló, para recordar a continuación que "hay una parte de esta financiación que es copago por parte del usuario y muchas veces no tiene suficiente dinero para financiarse estos servicios". Una segunda gran barrera es la atención médica, "porque depende de unos equipos médicos que cada vez visitan menos el domicilio de las personas mayores" e insistió: "Si queremos atender cuando se necesita, hace faltan médicos y enfermeras que vayan a los domicilios". Quiso aclarar que "esto no depende de Servicios Sociales, esto depende de Sanidad, que están bien financiados".
Un tercer tema importante es el soporte del cuidador porque, normalmente, se trata de "un cuidador no profesional al lado de la persona cuidada, normalmente una mujer que es la compañera y también con edad avanzada y que no recibe más apoyo", apunta. "Y si es una hija, pasa que tiene que dejar de trabajar total o parcialmente, para cuidar. Y si no aporta a la seguridad Social luego no tendrá un beneficio para cobrar la pensión. Aquí hacen falta políticas activas del cuidador no profesional", matizaba.
No queda más remedio que utilizar las residencias
La cuarta barrera, para concluir, es la evolución inevitable de las personas: "La media en Cataluña de enfermedades en personas que están en residencias son 7 enfermedades crónicas y 11 fármacos diferentes. Y de estas, la mitad tienen demencia con trastorno de comportamiento grave: se levantan por la noche, son agresivas, se niegan a comer... Eso es tremendamente complicado mantenerlo en el domicilio. Por tanto, no queda más remedio que utilizar las residencias a las que, por cierto, también les falta una barbaridad de financiación".
Por su parte, el presidente del Comité de Programa del IX Congreso Dependencia y Calidad de Vida de la Fundación Edad&Vida, Josep Maria Via, opinaba en la misma mesa de debate sobre qué se puede entender por una red de servicios de atención social y sanitaria y si existe una red social sanitaria en España que podamos tener como referencia.
Via lo tiene claro: "Sobre si existe una red sociosanitaria en España, yo creo que la respuesta es 'no', claramente no". Explicaba que existe una red sociosanitaria en Cataluña, en el País Vasco en gran medida y hay experiencias aisladas en algunos lugares de España, pero "lo que entendemos por red sociosanitaria de servicios integrados, no existe".
Lo social y lo sanitario
Este experto cree que el modelo sería, por ejemplo, los hosties británicos para lo que entendemos integración social y sanitaria. Aquí en nuestro país, recordaba, las residencias han tenido sus problemas y tienen sus problemas: "Yo he sido de los que ha defendido que se les ha tratado injustamente porque al final son instituciones pensadas desde la idea de lo social y se les ha exigido una respuesta sanitaria, cuando eso no está previsto en ninguna parte y tampoco en la financiación".
Nuevamente, Josep Maria Via tuvo que aclarar el concepto: "La realidad es que en España se habla de sociosanitario cuando hay un algún tipo de centro en el que hay personas mayores y hay servicios sociales seguro y más o menos soporte sanitario, según se pueda... pero el concepto está mal usado. Muchas veces decimos que es una cuestión semántica, pero va más allá de lo semántico y es una cuestión conceptual".
Por ello, incidía en que "cuando se habla de ofrecer asistencia integral no se puede olvidar la existencia sanitaria... en muchas residencias, la realidad es que el tipo de residente que te encuentras no es tan distinto del que te encuentras en un establecimiento sanitario. Lo que pasa es que la Administración se ha empeñado en partir a la persona a trozos".
Para el responsable del Programa del Congreso Dependencia y Calidad de Vida de la Fundación Edad&Vida hay una falta evidente de diálogo y coordinación: "Una persona es única y tiene distintas necesidades y frente a esa persona hay unos ministerios y unas consejerías de Servicios Sociales y de Sanidad y entre ellos no se acaban de entender y les cuesta mucho dialogar y coordinarse y la persona es una y ese es el problema".
Cohousing... ¿alternativa a las residencias?
Otra de las voces autorizadas en la mesa correspondía a la consultora independiente en Gerontología, Lourdes Bermejo, que respondía así a si el cohousing es una alternativa a la residencia: "No, no tiene nada que ver. El concepto de cohousing es el de un grupo de personas, normalmente mayores, que deciden hacer un proyecto autogestionado, que se reúnen y al final acaban siendo una cooperativa en la que tienen que tomar decisiones económicas, tienen que patrimonializarse, hacer un proyecto constructivo, buscar suelo y decidir cómo quieren la vida comunitaria, qué tipo de estrategias, de sistemas de apoyos mutuos, de forma de convivencia, de una forma de gobernanza desde una visión pública y política de autogobernarse".
Para Bermejo, el cohousing no es atractivo para todo el mundo, "hay muchas personas a las que no les gusta este tránsito, no quieren hacer todo este trabajo ni cuando tienen 55 ni cuando tienen 70".
Entonces, ¿la residencia es la opción? Lourdes Bermejo, entiende que, "efectivamente, con todo lo que ha sucedido hay un cuestionamiento social sobre si las residencias son el mejor lugar para vivir una cierta etapa de la vida". Opina que "las residencias tienen que seguir mejorando... Hay que mejorar la forma de organizar, de cuidar, de tratar".
Pero la pregunta de si las residencias algún día van a desaparecer es clara: "Creo que no. Siempre vamos a necesitar organizaciones de cuidados, organizaciones donde las personas reciban los apoyos o los cuidados que necesiten, sobre todo en una sociedad muy longeva donde la prevalencia de una serie de patologías que cursan con discapacidad, con necesidades de apoyo, están ahí y se va a necesitar apoyo. Y eso va a ir en aumento".
Aun así, insiste en que "las residencias se tienen que ir reconvirtiendo en espacios de vida donde uno quiera estar y esté mejor. Eso implica formas de trato, de organización, entorno diferente, decoración diferente y formas de ver la vida en el día a día diferente". "Creo que siempre va a haber residencias, creo que tienen que ir cambiando a mejor con muchos criterios que todos sabemos y que hemos ido hablando en el Acuerdo Marco y en mucha literatura científica que, además, proviene de muchos países desde hace más de 35 años", añadía.
Bermejo diferencia entre los usuarios de residencias que tiene una necesidad importante de servicios sanitarios porque sufren varias patologías y los que solo tienen algún problema de funcionalidad, que tienen una dependencia física, pero no cognitiva, es decir, son autónomos en la capacidad decisoria. Pero hay más: "También nos encontramos con personas que viven en residencias por soledad, por encontrarse en una situación de fragilidad social, sin un domicilio o sin familia. Es decir, hay muchos casos sociales. Estos casos podrían vivir en otro lugar y no en una residencias si se tomaran medidas de apoyo de tipo comunitario".
"Las personas que van a vivir a una residencia son aquellas que necesitan unos apoyos y unos cuidados específicos, pero la gran mayoría de personas, a medida que envejecemos, sabemos por todos los estudios, que preferimos quedarnos en nuestra casa. El tema está que ahora hay muchas personas mayores (no sabemos cuantificar cuántas) para las que el concepto “en mi casa” con sesenta y tantos años tampoco es deseable", explica esta educadora y gerontóloga.
Entre ellas, describe a "personas que se han separado, que viven solas, que se han quedado viudas, que los hijos marchan y que deciden que preferirían que su casa sea un lugar compartido, generar una comunidad intencional con personas que tú has elegido y construir con ellas un proyecto de vida, donde hay una vida individual y un espacio individual, pero también hay una compartida y eso es lo que llamaríamos un cohousing senior".
Para Lourdes Bermejo, de hecho, en España cada vez hay más iniciativas, hay muchos grupos en marcha, algunos incipientes, otros más maduros. La pregunta que se hcae es: "¿Uno puede vivir en un proyecto de cohaousing senior hasta el final o el cohousing solamente es un lugar como en tu casa pero cuando al final necesitas grandes apoyos tendrás que ir a una organización de cuidados?".
"Desde la geriatría y la gerontología vemos claro que deberíamos poder prestar los apoyos también en tu casa para poder estar hasta el final, si es así tu decisión, y si se puede, que se pueda lo más posible en tu casa, que podría ser en tu casa de toda la vida o podría ser en tu nueva casa que es tu proyecto cohousing", termina.