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Alimentación en Residencias: Debo beber más agua... ¡pero no tengo sed!

Persona mayor bebiendo agua.
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Persona mayor bebiendo agua. (Foto: AdobeStock)
Por Dependencia.info
lunes 13 de febrero de 2023, 11:24h
Conforme se envejece, el contenido de agua en el cuerpo disminuye y el riesgo de deshidratación aumenta. La deshidratación se relaciona con un aumento de la susceptibilidad de sufrir infección del tracto urinario, neumonía, úlceras por presión, hipotensión, confusión y desorientación. Para evitar la deshidratación, es importante establecer rutinas prácticas y consejos útiles.

El agua destaca por ser el medio de dilución de todos los líquidos y compartimentos corporales. Tiene la función de transportar nutrientes a las células, ayudar a la digestión de los alimentos o estabilizar nuestra temperatura entre otras muchas funciones.

Conforme se envejece, el contenido de agua en el cuerpo disminuye y el riesgo de deshidratación aumenta.

La deshidratación se relaciona con un aumento de la susceptibilidad de sufrir infección del tracto urinario,

neumonías, úlceras por presión, hipotensión, confusión y desorientación.

Las personas de edad avanzada representan un colectivo vulnerable en cuanto al riesgo de deshidratación. Con el paso de los años, los sistemas que nos indican de nuestro estado de hidratación se ven alterados y la sensación de sed disminuye o casi desaparece. Para evitar la deshidratación, es importante establecer rutinas prácticas y consejos útiles para cuando el beber “se hace bola”.

Además de las situaciones fisiológicas de la edad, este colectivo poblacional presenta otras situaciones que afectan al estado de hidratación; el consumo de determinados fármacos como laxantes y diuréticos y en ocasiones, el miedo a tomar agua para evitar la incontinencia urinaria da como resultado una disminución de la ingesta líquidos.

Valoremos las principales causas de deshidratación en personas de edad avanzada:

✓ Alteración del mecanismo sed-saciedad, lo que se traduce en, como hemos comentado anteriormente, menor sensación de sed saciándose con una menor cantidad de líquido.

✓ Alteraciones gastrointestinales, bien por alteraciones neurológicas o por la toma de determinados medicamentos.

✓ Alteraciones renales.

✓ Alteraciones en la deglución (disfagia).

✓ Alteraciones cognitivas.

Medicamentos que son de uso habitual en personas mayores (diuréticos, fenitoína, broncodilatadores,

laxantes, sedantes, antidepresivos...) modifican y/o aumentan las necesidades de agua.

A todo ello se debe añadir que las necesidades de ingesta de líquidos se ven modificada en función del clima y la actividad física de la persona.

Para prevenir estados de deshidratación, uno de los puntos clave es reconocer los signos evidenciados en una deshidratación leve (pérdida de entre 1-5% del peso corporal). En este estado, uno de los primeros síntomas es la sensación de sed, así como la fatiga, el malestar o dolor de cabeza.

Es necesario instruir a los cuidadores y/o familiares, así como a las propias personas mayores de la

necesidad de ofrecer y de beber agua (u otros líquidos saludables) de manera regular.

Algunas pautas para una buena hidratación:

Beber entre 6 y 8 vasos de agua al día (200ml/vaso).

Si eres cuidador, no preguntes si tiene sed, ofrece la bebida directamente.

Optar por la ingesta de agua entre las comidas, evitando así saciarte de manera precoz y realizar una menor ingesta de alimentos.

Aumentar el consumo de frutas y verduras; alimentos con un alto contenido en agua.

Beber agua u otros líquidos (infusiones, caldos, jumo natural…) antes de tener sed.

Preferir las bebidas a temperatura ambiente.

En caso de realizar actividad física, beber agua cada 30 minutos.

Aumentar la ingesta de líquidos en caso de ambientes húmedos y/o calurosos.

Llevar a mano una botella.

Tomar como rutina ciertas prácticas como: tomar 1 vaso de agua al levantarse, o bien al finalizar una comida y cena.

Pautarse alarmas en el teléfono móvil a modo de recordatorio para obligarnos a beber.

Pero, ¿hay alternativas más allá del vaso de agua?

Que la mejor bebida para hidratarse es el agua, es por todos conocidos, pero cuando el agua no pasa…necesitamos ofrecer alternativas.

Resulta importante asegurar una ingesta adecuada de agua, cantidad que se estima en 30-35ml/kg de peso al día. Esta cantidad puede ser en forma agua pura o a partir de zumos naturales, leche, infusiones, caldos, etc.

A continuación, dejamos algunos recursos sencillos y prácticos para facilitar la hidratación de una manera diferente.

Existen otras bebidas que hidratan y que además pueden ser nutritivas como, aguas aromatizadas, caldos, infusiones, zumos de frutas preferiblemente naturales, horchata, leche, bebidas vegetales…

Echar mano de alimentos con alto contenido en agua; sandía, melón, tomate…es decir, las frutas y verduras son un claro ejemplo.

Ofrece leche sin grasa o baja en grasa u otras bebidas sin azúcares agregados.

Experimentar y probar con; gelatinas, helados de hielo, cubitos caseros saborizados.

¿CONOCES LAS AGUAS SABORIZADAS?

Las aguas saborizadas resultan una idea perfecta para hidratarse aportando vitaminas y minerales extras. ¿Cómo prepararlas? Sencillo, una base de agua a la que podemos añadir una gran variedad de ingredientes; desde frutas, frutas desecadas, semillas, verduras, hierbas aromáticas…un sinfín de posibilidades para que cada sorbo sea una explosión de sabor.

Continúa leyendo para sacarle el máximo partido a esta sencilla pero práctica solución:

La base, siempre en este caso…¡el agua! Como si de una infusión se tratara, puedes calentar el agua, y luego dejarla enfriar, consiguiendo así aportar más sabor al agua.

Obtén el máximo sabor troceando los diferentes que hayas decidido de manera pequeña.

Dale un plus de sabor y aroma con hierbas aromáticas o especias.

¿Un toque aún más diferente? Si no existe contraindicación, la hipertensión podría ser una de ellas, usa de vez en cuando agua con gas, las burbujas aportan un toque muy refrescante.

Te muestro algunos ejemplos muy sencillos:

Agua con manzana y canela

Agua con fresas y hierbabuena

Agua con pepino y albahaca

Agua con orejones, piel de naranja y lavanda

Consejo; las frutas que más se usan para hacer aguas saborizadas son los cítricos como la naranja, el limón, la lima, el pomelo o la mandarina; bayas y frutos rojos como la mora, el arándano, la frambuesa, la fresa; frutas tropicales como la granada, el mango, el kiwi o la papaya. También se usan la ciruela, la manzana, la pera, el melón, la sandía, la uva, las cerezas, el melocotón, la nectarina y hasta el plátano.

Y ¿qué tipo de verduras? Son una buena opción el pepino, el hinojo, el apio, la zanahoria o la remolacha por ejemplo.

Mezcla, experimenta, sustituye, innova…pero hidrátate, recuerda; ¡No esperes a tener sed!

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Por Yolanda Jimenez Mateo, dietista-nutricionista. Experta en Nutrición Clínica

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