La alimentación en el devenir de los años se ha visto, y continúa viéndose, influida por el folclore. Los mitos en la alimentación han atribuido ciertas virtudes a determinados alimentos. Algunas de estas creencias partían de una base nutricional cierta, pero otras solo fueron, y continúan siendo, fruto del desconocimiento en el campo de la nutrición/alimentación.
Los estilos de vida y, entre ellos, los patrones de alimentación, presentan una influencia clave en el mantenimiento de la salud y en la prevención de las enfermedades. Así pues, se debe prestar especial atención en determinados grupos poblacionales, como en el caso del adulto mayor, por presentar un mayor riesgo de malnutrición repercutiendo en su calidad de vida.
A continuación desgranaremos algunos de los mitos más extendidos en la población adulta mayor.
“Si es eres mayor y comes poco, no te preocupes. Es normal”
Falso. La pérdida de apetito en los mayores no debe ser algo normal. La hiporexia o pérdida gradual de apetito debe considerarse como un signo de alerta que debe controlarse en cualquier etapa de la vida incluido, pues, en los adultos mayores.
Es habitual relacionar este descenso en la ingesta con estados de fragilidad y enfermedades como depresión, ansiedad u otras patologías orgánicas pero resultar imprescindible establecer un diagnóstico para detectar y establecer la menor ingesta presentada y solventarla lo antes posible.
“Cuidado, si comes 1 huevo diario, te subirá el colesterol”
Falso. El huevo tiene una enorme riqueza nutricional y presenta un gran interés en cuanto a beneficios nutricionales. Numerosos estudios científicos han demostrado que el huevo no aumenta el riesgo cardiovascular. Es más, el consumo de más de cuatro huevos por semana, incluso, produce niveles disminuidos de colesterol sérico en personas sanas cuando se les compara con las que consumían un huevo (o menos) por semana.
Las evidencias sugieren que la fosfatidilcolina, también conocida como lecitina, un tipo de grasa de la yema, presenta efectos hipocolesterolémicos y antiaterogénicos ya que reducen la absorción intestinal de colesterol.
Así, el consumo de huevos no está relacionado a un aumento importante de colesterol, siendo más importante en su aumento el consumo que se realiza de grasas saturadas así como las grasas parcialmente hidrogenadas.
Su consumo presenta múltiples beneficios. Por un lado, la yema contiene dos pigmentos con poder altamente antioxidantes como la luteína y zeaxantina. Ambos se ha visto que protegen y previenen de las cataratas y la degeneración macular, situaciones frecuentes y causantes de problemas de visión y ceguera en persones de edad avanzada. La clara, por otra parte es rica en proteínas con todos los aminoácidos esenciales; nutrientes que previene la pérdida y ayuda al mantenimiento de la masa muscular.
“Cuando te haces mayor, las necesidades hídricas disminuyen, por eso tengo menos sed”
Falso. El agua es un nutriente esencial para la vida y el componente más abundante del cuerpo humano, participando prácticamente en todos los procesos fisiológicos. Las personas de edad avanzada tienen alterado el mecanismo de la sed; no sintiendo, de una manera tan obvia, la necesidad de beber. Tengamos presente que, cuando la sensación de sed se hace evidente, ya se presenta un cierto grado de deshidratación.
En personas mayores, la prevención (en cuanto a la deshidratación) es muy importante. Establecer rutinas para una correcta hidratación; ofrecer líquidos sin preguntar a la persona y, dar alternativas al agua, ayudan a mantener un correcto estado de hidratación. Las necesidades hídricas, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) rondan los 30 – 35 mL / kg de peso / día. Por poner un ejemplo, alrededor de unos 2.100 – 2.450 mL/día para una persona de 70kg. Es decir, que al menos una persona mayor debe tomar como mínimo 8 vasos de agua o líquidos al día.
“Los caldos tienen un alto valor nutritivo”
Falso. A pesar de ser una alternativa muy sabrosa y apetecible en tiempos de frío, este tipo de elaboraciones presenta, como principal elemento el agua. En ella encontraremos, en función de los diferentes ingredientes y de la cantidad usada de los mismos para su elaboración, nutrientes diluidos en la misma; minerales como el sodio, potasio, fósforo…y vitaminas son un claro ejemplo. Estos micronutrientes, aun siendo importantes en nuestra alimentación, no otorgan a los caldos propiedades nutritivas.
Es más, en aquellas personas con poco apetito o que se cansan de comer de manera precoz, no se recomienda empezar las comidas con un caldo puesto que el efecto saciante de este evitará la ingesta de otros alimentos más nutritivos. Si se pretende obtener un caldo nutritivo, deberíamos desmenuzar la carne usada para la elaboración del mismo, trocear las verduras y añadir alguna fécula (pasta de sopa, arroz o trocitos de patata). Un ejemplo clásico seria la tradicional sopa de picadillo.
“La grasa, sea cual sea su procedencia, es grasa y siempre es perjudicial para la salud”
Falso. Las grasas son un nutriente muy importante para la salud y resultan esenciales para la vida. En una dieta equilibrada la grasa debe representar entre el 30-35% de las kilocalorías de la dieta. Ciertas grasas son de carácter esencial, las cuales ejercen funciones vitales- Resultan esenciales puesto que solo pueden obtenerse a través de los alimentos.
Un consumo disminuido de grasas dificulta la absorción de las vitaminas liposolubles como son la A, D, E y K, ocasiona que no se sinteticen determinadas hormonas, no seríamos capaces de regular bien la temperatura corporal…Es importante, a pesar de su importancia en la alimentación, saber qué grasas deben consumirse en menor medida, reducimiento así as grasas saturadas.
“Las personas mayores encamadas siempre deben comer poco, apenas consumen energía”
Falso. En reposo o encamado se produce un consumo basal de energía, que en presencia de enfermedades (infecciones, quemaduras…) puede incluso estar aumentado. Es importante conocer el estado de salud para adecuar la ingesta de nutrientes a las necesidades y particularidades de la persona. De manera general, resulta conveniente que la persona encamada disfrute de una dieta variada, rica en proteínas, vitaminas y minerales y con un aporte suficiente de fibra para mantener un ritmo intestinal adecuado.
Un pequeño ejemplo de algunos de los mitos que aún perduran en nuestra sociedad. Seguir los consejos de los profesionales de la alimentación y consultar fuentes fiables en cuanto a recomendaciones resulta importante para dejar al margen posibles errores alimentarios.
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Por Yolanda Jimenez Mateo, Dietista-Nutricionista. Experta en Nutrición Clínica