España, un 34% de las personas mayores de 65 años necesita apoyos o cuidados en su vida cotidiana. Un informe reciente de la Universitat Pompeu Fabra y el Gobierno señala que el número de ciudadanos mayores dependientes llegará a 1,6 millones en 2050. La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) recuerda que se trata de una realidad que impacta de lleno en la atención que se debe proporcionar a las personas mayores que se encuentran en esta situación y que involucra a sus cuidadores.
Por esta razón, la SEGG insiste en que "la formación para cuidadores no profesionales y la capacitación de más cuidadores y profesionales sanitarios y sociales ha de ser una prioridad", así como una protección social y política fiscal activa para ayudarles.
Pero, ¿cuál es el principal problema de los cuidadores familiares o no profesionales? ¿Qué riesgos hay? ¿Qué puede pasar?
El vocal del Área de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la SEGG, Raúl Vaca Bermejo, explicaba a Dependencia.info que "se pueden identificar problemas de relaciones, por un lado, con la aparición de sentimientos y pensamientos negativos y, en ocasiones muy intensos, como los de culpabilidad. Estos sentimientos afectarán a la salud y el bienestar de la persona cuidadora en la medida que le generen malestar y patrones de conducta no adaptados a la situación y que puedan empeorar la situación de cuidados".
Por otro lado, añade, puede existir un problema de falta de recursos para enfrentarse a la situación de cuidados. Desde la SEGG se refieren tanto a recursos materiales (ayudas directas para el cuidado, recursos asistenciales y de apoyo que respondan a las necesidades y preferencias concretas de la persona en algunos entornos determinados en los que viven las personas que los necesitan), como a recursos formativos que aporten a los cuidadores las habilidades prácticas y emocionales necesarias para poder desarrollar el cuidado de forma óptima.
No se puede olvidar, subraya Vaca Bermejo, que "una persona cuidadora puede tener otras obligaciones y responsabilidades que se suman a los requerimientos del cuidado". "Nos referimos a las responsabilidades derivadas del ámbito laboral o de la convivencia con el resto de miembros de su entorno familiar (hijos, cónyuges, etc.). Todo ello puede ocasionar una sobrecarga en cuanto a sus tareas y responsabilidades que acaben afectando de manera negativa a la persona", apunta.
En cuanto a los riesgos y efectos negativos del cuidado, diversos estudios han señalado efectos tanto a nivel físico (empeoramiento de la salud física), como a nivel psicológico (aparición de sentimientos y emociones negativas), como a nivel social (pérdida de relaciones sociales y de tiempo a dedicar para uno mismo)
¿Cómo se soluciona el problema, qué hay que hacer?
Como Sociedad Científica, la SEGG cree que el primer paso consiste en analizar de manera exhaustiva las necesidades integrales de la persona cuidadora. "Nos referimos a evaluar su situación social (recursos económicos disponibles, red de apoyo con el que cuenta, situación familiar, etc.), su salud física (para poder promocionar hábitos y conductas saludables y/o prevenir la aparición de síntomas o signos negativos en su salud o intervenir en el que caso de que ya estén presentes) y, también, su formación y recursos disponibles tanto en habilidades prácticas como emocionales necesarias para el cuidado (técnicas de afrontamiento, conocimientos prácticos concretos, etc.)", apunta Raúl Vaca Bermejo.
Además, sería necesario tener información suficiente sobre la relación existente con la persona cuidada y las necesidades concretas de ayuda y apoyos que esta precisa en el día a día y que puede variar enormemente entre los casos.
"Con esta información podremos establecer un perfil más o menos complejo de la persona cuidadora y de la persona a su cargo. A partir de la identificación de las necesidades de ambas personas no resueltas se podrán poner en marcha intervenciones más o menos amplias que traten de satisfacerlas. Lo realmente imprescindible es que estas intervenciones vayan dirigidas a las necesidades concretas identificadas y no satisfechas en cada uno de los casos, de manera que se desarrollen de forma personalizada e individualizada y aporten el grado de ayuda, apoyos o recursos óptimos para que tanto el cuidador como la persona cuidada puedan vivir con dignidad y con el mayor nivel de bienestar y calidad de vida posible", concluye el vocal del Área de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la SEGG.