Mañana de domingo de verano. Leyendo la prensa on-line me detengo interesado en una noticia en El País titulada “Las residencias en España: descontrol en un sistema opaco, con multas bajas y contra el que sirve de poco quejarse”.
Me interesa mucho ya que hace unas semanas hablé por teléfono durante una hora con un periodista de los firmantes y quería saber qué salía de lo que le dije. Al leerlo siento un escalofrío ya que no me veo muy reconocido. La noticia ofrece una imagen dantesca de las residencias que no comparto y parece que con mis palabras apoyo esta representación distorsionada del sector.
“Cuando Josep de Martí —jurista, gerontólogo y profesor de materias jurídicas relacionadas con residencias— era inspector, una anciana le preguntó desolada: “¿Ya nunca volveré a comer pescado que no sea congelado?”. “Pues a lo mejor no”, respondió él. “Está pagando lo que está pagando y cumple la ley, en cantidades, proteínas… En muchas quejas pueden tener razón, pero no es ilegal”. Fue inspector durante 18 años, hasta 1998, y luego jefe de inspección en Cataluña. Opina que “el problema de las quejas es que muchas veces no tienen nada que ver con la ley. Dos quejas típicas son que no hay personal, porque no ven a nadie, y que la comida es mala. Pero va la inspección y todo es legal”. De Martí cree que en España domina el secretismo. “La pregunta es: ¿para quién se inspecciona? Si se paga con impuestos, es para todos y debería ser público”. Ha estudiado el sistema en 13 países —“En todos se hacen públicas las inspecciones, sería inconcebible que no fuera así”— y creó en 2000 la web Inforesidencias.com para arrojar luz sobre un mundo muy oscuro: esa plataforma ofrece a los centros colgar sus actas de inspección, número de personal, el contrato que se firma, precios. Solo un tercio de las residencias ha aceptado colaborar, y solo un 2% da todos los datos. “Cuando todo sea público, alucinaremos. Será duro al principio, porque demostrará que no todos inspeccionan igual, que las residencias públicas no se inspeccionan igual”, apunta De Martí.
Como llevo más de 20 años escribiendo y hablando sobre el tema, quizás alguien que me conozca piense que he cambiado de opinión y ahora creo que las residencias son “un mundo muy oscuro”. No es así. Sigo pensando que la gran mayoría de residencias ofrecen un buen servicio y que si queremos mejorarlo no lo conseguiremos con más inspecciones y multas sino aceptando que mejor, en este caso quiere decir, más personal y más coste.
Me hace gracia la mención a la anécdota del pescado congelado. Hace años que defiendo que en España hemos creado un modelo de residencias que permite atender a personas dependientes 24 horas al día todos los días del año, con servicio hotelero a pensión completa, apoyo a las actividades de la vida diaria y un servicio sanitario complementario al público, por un precio que en muchos casos es inferior a los 70€/día. Ese es el precio que pagan las administraciones por plazas concertadas y el que muchas familias pueden permitirse, y por ese precio las residencias ofrecen un servicio con un nivel de calidad adecuado. Es posible que para poder mantenerlo el pescado sea congelado. Si alguien denuncia que no se sirve pesado fresco en una residencia y después se extraña de que esa residencia no haya sido sancionada, la respuesta a su extrañeza será que la residencia no incumple la ley. Lo que le expliqué al periodista fue parecido a lo que dije hace poco en una jornada que organizó Edad y Vida, o sea, que las residencias funcionan en su gran mayoría de forma correcta tal como las hemos diseñado y financiado, incluso que, comparando lo que paga el cliente (administraciones o usuarios privados) con lo que se recibe, la relación calidad precio es en su mayoría excelente. Entiendo que todos queremos para nuestros seres queridos lo mejor, podamos o no pagarlo, eso no debería abonar la idea de que las residencias son malas, y mucho menos que sancionando más obtendremos mejores resultados.
También expliqué al periodista que las familias suelen quejarse de que hay poco personal en las residencias, pero que muy pocas son conscientes de todo el personal que trabaja en ellas (le expliqué lo que hace un tiempo expuse en este vídeo y de cuáles son las ratios que se exigen normativamente.
Tener residencias mejores supone ir hacia un modelo arquitectónico más “individualizado”, más personal mejor pagado y un modelo de atención más centrado en la persona, sus necesidades y preferencias. Podemos ir hacia allí cambiando el modelo y aumentando el coste. ¿Dejar las normativa y precios tal cual y aumentar las inspecciones y sanciones? Yo creo que eso no funcionaría.
Supongo que los periodistas no tenían espacio para recoger todo lo que dije y decidieron seleccionar alguna parte que llamase la atención.
Sobre la transparencia en las actuaciones de inspección, sí han recogido bastante bien lo que les dije.
En Inforesidencias.com ofrecemos la posibilidad de compartir datos como ratios de personal, contrato que se firma al ingresar e incluso actas de inspección (borrando todos los datos de carácter personal que puedan contener). Gracias al indicador de transparencia. Cada vez más gente nos utiliza para elegir una residencia adecuada, y aún así nos cuesta convencer a las residencias para que compartan más datos.
También es cierto que creo que esa publicidad debería hacerla las administraciones, no una empresa.
Le dije al periodista que el día que todo se abriese al púbico descubriríamos que las residencias públicas no se inspeccionan con el mismo celo y los mismos criterios que las privadas. Que algunas residencias se resisten a mostrar sus actas de inspección porque, si no lo hacen todas y los criterios de inspección no son claros, pueden verse perjudicadas, pero que aún así cada vez más residencias las comparten y consiguen el 100% de transparencia.
Leyendo el conjunto del artículo, no me identifico con la línea que sigue representando a un sector de actividad malo que tiende al abuso. No es lo que yo veo en mi día a día ni lo que vi cuando era inspector hace muchos años.
Sí me gusta que se recojan opiniones de representantes de CEAPs, FED, AESTE o de asociaciones de directores, aunque, siendo un texto largo, tienes que avanzar mucho en la lectura para llegar a ellos.
Por si a alguien le interesa, mi opinión en una cápsula: “Tenemos un buen servicio de residencias en relación con lo que pagamos por él. Si queremos mejorarlo, más que gastar más en inspecciones deberíamos gastar más en residencias, elevar las ratios de personal y las condiciones laborales de quien trabaja atendiendo a personas mayores. Aumentar la transparencia y dejar elegir a las personas. Pero no caigamos en el error: Si queremos mejores residencias van a costar más”.
Por último sólo un detalle sin importancia: Fui inspector 10 años, no 18, y estuve en la Generalitat hasta el año 2000, no hasta 1998. Creo que lo dije bien durante nuestra conversación pero los periodistas, también en esto quisieron “interpretar” lo que les dije.