España de aquí a 2070 vivirá un acelerado proceso de envejecimiento (eso es seguro) y enfrentará una gran interrogante: ¿vendrán suficientes inmigrantes para cubrir el saldo negativo que dejen los que mueran sin nadie que nazca para sustituirles?
Según el Instituto Nacional de Estadística la llegada de inmigrantes continuará paliando la falta de nacimientos lo que producirá incluso un cierto aumento de la población total creando un nuevo escenario en el que una de cada tres personas que vivan en España habrán nacido en otro país (ahora son una de cada seis).
El INE maneja una enorme cantidad de datos y cuenta con las más avanzadas metodologías, y aún así, el futuro es algo que sólo es fácil de predecir después de haber pasado.
La pandemia, con todo el dolor que ha generado, ha conseguido bajar un año y medio la esperanza de vida en nuestro país, pero en absoluto ha afectado a la tendencia que nos lleva al declive demográfico.
Y en esas estamos, conscientes de que muchas más personas mayores necesariamente significarán muchas más personas dependientes que precisarán de alguien para apoyarles en sus actividades de la vida diaria. Cuando esa necesidad sea tan elevada, un buen número necesitará vivir en una residencia. ¿Cuántas personas exactamente? Es un tema de debate, pero algo podemos adivinar.
Si aplicamos un poco de “cuentas de la vieja” llegamos a la conclusión de lo que yo llamo “la norma de los tercios” que se puede resumir en tres veces un tercio:
1/3 de las personas de más de 65 años viven con algún tipo de dependencia.
1/3 de las personas dependientes tienen gran dependencia o severa y precisan de apoyos importantes para las AVD.
1/3 de los anteriores recibirían un servicio más adecuado en una residencia que en su domicilio.
Si en España hay unos 9.500.000 mayores de 65 años la regla de los tercios nos diría que aproximadamente:
1/3 (3.167.000) serían dependientes
1/3 (1.060.000) precisarían de apoyos
1/3 (355.000) recibirían mejor esos apoyos en una residencia que en su casa.
Como toda “cuenta de la vieja” no tiene base científica, pero ayuda a situar las cosas en su sitio y coincide bastante con lo que nos dicen las estadísticas. Lo cierto es que si pensamos en necesidad de plazas en residencias de mayores considerar a los mayores de 65 en vez de a los de 80 resulta poco razonable.
En España hay 3 millones de mayores de 80 años (bueno, dos millones de mujeres y uno de hombres). Entre ellos, algo más del 10% vive en una residencia de mayores.
Desde una perspectiva en apariencia más técnica la Organización Mundial de la Salud dice que hacen falta 5 camas por cada 100 mayores de 65 años, pero ¿lo dice de verdad? Yo creo que debe ser así ya que he leído muchas referencias a ese dato en múltiples noticias, artículos, trabajos de final de máster e informes de prestigiosas consultoras, aunque todavía no he sido capaz de descubrir dónde exactamente la OMS lo ha expuesto de forma expresa ese porcentaje. Si alguien lo sabe, por favor que me lo diga.
En base a esa regla del 5% en España nos faltarían actualmente 70.000 camas en residencias, un defícit que, si seguimos como hasta ahora, casi se doblará cuando el porcentaje de mayores alcance el 30%.
Esos son los números y las previsiones, y con esto tenemos que empezar a crear nuevas normativas, requerimientos y sistemas de financiación.
Creo que todos los que tengan alguna responsabilidad en eso de crear el nuevo modelo deberían empezar cada reunión y sesión de trabajo diciendo en voz alta “sólo para cubrir el aumento de demanda por motivos demográficos debemos incrementar de forma importante el número de plazas en residencias”. Lo digo porque muchas de las propuestas que voy escuchando van a producir que resulte muy difícil crear nuevas plazas y además podrían generar el cierre de algunas de las que están en funcionamiento. La máxima de “incrementar el número de plazas” debería considerarse primordial. Hay que crear nuevas e intentar cerrar el mínimo número posible encontrando la forma de poder aprovechar al máximo lo que tenemos.
En la “España del 30% de mayores de 65 años”, echaremos de menos todo lo que no tengamos, sería una pena que algo de lo que añoremos lo hayamos perdido sin un motivo sólido.