La segunda ola de la pandemia por el coronavirus está empezando provocar medidas restrictivas en muchas comunidades autónomas ante el elevado número de positivos entre la población. Es indudable que las residencias están registrando menos casos de contagios y, por supuesto, fallecimientos, pero el aislamiento vuelve a ser una medida imprescindible en muchos centros.
No queda más remedio si lo ordenan desde las administraciones públicas y sanitarias por un agravamiento de la pandemia, pero ¿es conveniente aislar a una persona mayor que vive en una residencia?
Para la psicóloga coordinadora asistencial de la Atención Psicosocial de la Fundación DomusVi, Vanesa Aresté, “evidentemente, no”, pero llegado este caso “lo prioritario es evitar que se propaguen los contagios entre los residentes y los usuarios de centros sociosanitarios y evitar así más muertes”. No sin resignación, acepta que “el peaje que parece que debemos pagar, y esto está sujeto a normativas autonómicas, son estas restricciones de visitas de los familiares, algunas sectorizaciones de centros residenciales, un distanciamiento y un asilamiento muchas veces de los propios residentes”.
Sobre las consecuencias que puede tener en una persona mayor un aislamiento mal gestionado, Aresté recuerda que se puede hablar tanto de los usuarios como de los familiares o, incluso, del propio equipo asistencial. Así, subraya que “un aislamiento mal gestionado en el que no se cubran todas las necesidades emocionales o sociales puede aumentar la sintomatología afectiva, como puede ser un mayor sentimiento de soledad o tristeza, sentimientos de impotencia, de rabia o sensación de abandono o de incomprensión (¡Qué he hecho yo para estar así!)”.
Apunta igualmente que “en personas con un cierto deterioro cognitivo se puede sufrir desorientación o exacerbarse su alteración tanto cognitiva como conductual”. Pero, además, los familiares también sufren el distanciamiento y el no saber cómo está su ser querido, y los profesionales, sensación de frustración y de impotencia.
Reinventarse
Pero ante esto, que parece inevitable, “podemos compensar esta parte de aislamiento, de distanciamiento del residente, reinventándonos”, aclara, para añadir: “Tenemos ya herramientas de evidencia y lo que estamos haciendo es intentar preservar la sintomatología activa, la que emerge de esta situación y hacer medidas preventivas”.
Y lo explica: “Podemos reinventarnos con nuevos modelos de atención para paliar todas las consecuencias del aislamiento. Actividades de estimulación cognitiva, aunque sea en las habitaciones personales, hacer grupos controlados y realizar comunicaciones con las familias potenciando las videollamadas o las cartas. En este sentido, es importante cubrir las necesidades, no solo de los usuarios de las residencias, también de sus familiares, que necesitan tener una información clara y concisa, mucha más disponibilidad por parte del equipo asistencial, accesibilidad, necesidad de tener la certeza de que se está haciendo todo lo posible para que su ser querido esté bien cuidado, que no sufra, que siga conectado con la realidad, que sea capaz de conectarse y comunicarse, que haga actividades, que se preserven muchos de los espacios y su intimidad”.
La también responsable de la división de cuidados paliativos de DomusVi insiste en que “cuando los usuarios están bien informados, bien atendidos, bien acompañados, todo esto se previene”. “Sin embargo -continúa-, en los casos en los que desgraciadamente se evoluciona hacia un pronóstico desfavorable, es fundamental cuidar todas las cuestiones del duelo anticipatorio o la necesidad de despedirse”.
Podemos evitar el sufrimiento
Vanesa Aresté aclara que “no se aísla o no se distancia gratuitamente, al contrario, sabemos lo importante que son estas medidas para poder garantizar la salud de los residentes, pero, evidentemente, tampoco hacemos una ampliación gratuita de la normativa”. Recuerda que solo se lleva a cabo cuando, realmente por imposición gubernativa o autonómica, se refiere.
Aun así, está convencida de que “ahora tenemos ya suficiente conocimiento como para poder evitar todo el sufrimiento que se ha vivido en la primera ola a raíz de la implantación de las medidas impuestas desde las administraciones”.
Al respecto de las declaraciones de la directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, María Neira, sobre que “no se puede aislar completamente a un residente sin aportarle ayuda psicológica”, la experta en cuidados paliativos está de acuerdo y amplía el campo: “No solamente a las personas que tengan que estar aisladas, también las personas que se puedan encontrar en una situación de final de vida o en una situación crónica compleja o avanzada deberían tener garantizado este soporte psicosocial y espiritual”.
Reflexiona sobre lo apuntado anteriormente de que “por esta pandemia nos hemos tenido que reinventar: un nuevo modus vivendi, pero también un nuevo modus moriendi porque hemos visto muchas personas morir en soledad, morir sin acompañamiento, sin poder despedirse, y todo esto no ha hecho situarnos ante un plano donde no solo el curar, sino el cuidar es algo esencial y nos lo ha puesto en un primer plano”.
Cansancio mental y estrés postraumático
Sobre si es más difícil sobrellevar un confinamiento por segunda vez porque saber ya lo que significa un encierro obligado hace que sea más difícil, la experta de DomusVi apunta que “se ha evidenciado que hemos vivido esta primera oleada, profesionales y ciudadanía en general, desde un punto de vista muy de la acción”.
Habla de estrés postraumático y lo explica: “Como ha sido algo tan novedoso, tan incierto, nos hemos puesto de una forma muy proactiva, desde un punto de vista muy intervencionista. Y sabemos que aparece toda una sintomatología de fatiga, cansancio, miedos, como si fuera un efecto de estrés postraumático. Es decir, cuando desaparece toda esta parte de intervención, es cuando nos podemos permitir sentir. Y ahora estamos en este punto. De ahí que tengamos muchos profesionales sobrecargados. Se nos ha permitido parar, reflexionar, y es cuando ha aparecido toda esta sintomatología de cansancio”. Estamos hablando de la importancia del cuidado del profesional sanitario.
Aresté reitera que “estamos cansados, pero también tenemos una mayor preparación y se había previsto que pudiera aparecer esta fatiga”. En este sentido, recuerda que el Servicio de Atención Psicosocial de la Fundación DomusVi organiza cada año una jornada de autocuidado del profesional sanitario: “Este año también nos hemos tenido que reinventar y hacerlo en formato webinar. Y resulta que esta jornada, extensible a todas las personas que realizan cualquier tipo de acompañamiento, familiares o cuidadores formales, es justamente hoy jueves”.