Una de las cuestiones que se está estudiando en el sector residencial y sanitario después de la crisis del coronavirus es cómo mejorar esa coordinación sociosanitaria para que no se vuelva a producir lo vivido durante la pandemia con los residentes y el elevado número de personas mayores fallecidas que no fueron derivadas a hospitales.
Así, el profesor asociado de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya, experto en gestión sanitaria, Julio Villalobos, explicaba a Dependencia.info que más que dar prioridad a las personas mayores considera más importante adaptarse a esta tipología que pacientes, es decir, que haya más geriatras y medios para atenderles.
Además, considera que “la integración de la Atención Primaria con los hospitales de referencia como con las residencias de mayores es muy pobre”, opina, aunque cree que ahora “estamos bastante más protegidos, aunque el número de contagiados nos alarme”. Concluye que “hace falta una normativa y ponerse de verdad a la integración entre Atención Primaria, residencias y hospitales”
Decía Médicos sin Fronteras que sería importante reforzar el sistema de salud para que tanto la Atención Primaria como el Sistema de Referencias Hospitalarias priorice a las personas mayores, que sabemos que son las que más mueren. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
Estoy absolutamente de acuerdo, pero yo no hablaría de priorizar, hablaría de adaptación a la tipología de pacientes que atiende el sistema sanitario. Dese cuenta de que, actualmente, el 20% de la población tiene más de 65 años y, por lo tanto, en los hospitales de agudos o en la Atención Primaria atienden primordialmente a este tipo de pacientes.
Así, tanto la organización como los profesionales nos tenemos que adaptar a ese tipo de pacientes y quizás tendríamos que disminuir la atención a las super especialidades y tender más a una tipología de médico y de enfermería más generalista. Aquí entrarían los geriatras, que hoy por hoy no tienen ni en cantidad ni posiblemente en calidad para atender a este tipo de población. Y esto lo hemos visto en la pandemia del coronavirus.
Si se hace una comparación entre la cantidad de pediatras y de geriatras que hay en el país, vemos que la diferencia es abismal. Y a futuro, más todavía.
Por tanto, hay que adaptar el sistema y creo que hace falta una integración donde pongamos la Atención Primaria en el centro de este sistema. En este momento, los hospitales y AP y el entorno sociosanitario de las residencias van cada uno por su lado.
Hay que insistir en la salud, no en la sanidad. Tenemos, probablemente, uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, pero no tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo. La dedicación económica en el presupuesto de Sanidad en la previsión de la salud pública es alrededor del 1%, lo cual es ridículo si queremos hablar de prevención.
Y la relación de la integración de la Atención Primaria tanto con los hospitales de referencia como, ahora se ha visto, con las organizaciones de diversos tipos que atienden a las personas mayores, como las residencias, es muy pobre. Esta es una de las grandes debilidades que tiene nuestro sistema de salud.
¿Esto es lo que falló, lo que le faltó a tantas personas mayores necesitadas de esa atención?
Yo creo que inicialmente falló todo. Fallaron los hospitales, falló el porcentaje de camas de cuidados intensivos, falló que no teníamos mecanismos de protección ni de diagnóstico… Pero no fallamos solo nosotros, fallaron todos los sistemas del mundo.
Unos datos de finales mayo apuntaban a que el 67% de los fallecidos se registraron en residencias. No hay que ser un lince para saber que esto iba a pasar. Por eso, lo que yo llamaba la tormenta perfecta, porque reunimos en un espacio muy reducido una gran concentración de personas con una gran pluripatología, polimedicamentada, con una gran proximidad física entre los residentes y los trabajadores y, además, un gran trasiego familiar.
Esto y la poca formación de los trabajadores de las residencias, es difícil que puedan manejar una epidemia de la gravedad que había. Por otro lado, el apoyo institucional inicialmente fue paupérrimo y todavía sigue siendo deficiente. Dese cuenta de que las residencias dependían orgánicamente de las consejerías de Asuntos Sociales, no de Sanidad.
¿Qué podía hacer un director de residencia para conseguir que durante el pico más alto de la pandemia derivaran a un hospital a un residente con síntomas de covid?
En ese momento, quizás, poco. Hay que preverlo. Lo primero que hay que hacer es esponjar las residencias. Por los ratios de usuarios en las residencias, ahora mismo es muy difícil aislarlos en la mayoría de residencias. Están muy unidos, están todos juntos, en habitaciones dobles...
Así, lo primero que habría que hacer es una residencia de campaña para ya, ahora mismo, y ante cualquier sospecha de covid, sacar al residente del centro y ponerlos en su sitio donde pueda tener mascarilla, mantener la distancia, etc…
Por otra parte, como intensivista que soy, siempre hemos tenido criterios para ingresar a los pacientes en intensivos y siempre se ha valorado quién tiene más posibilidades de sobrevivir en condiciones adecuadas con el tratamiento que le podemos dar en Intensivos. Además, las camas en las UCIs han sido siempre muy limitadas porque son muy caras y porque hay pocos especialistas. Y si tienes 10 camas, tienes 10 camas, no puedes pintarlas.
Por lo tanto, son criterios generales que en esta ocasión han afectado a las residencias y han afectado también a todo el mundo, no solo a las residencias. Pero no creo que fuera un criterio específico de rechazo de los médicos a las residencias.
¿Cree usted que estamos mejor preparados ahora, en esta que ya llaman 2ª oleada?
Yo creo que estamos bastante mejor preparados. Los médicos y las enfermeras hemos aprendido cosas sobre el coronavirus, como que hay ciertas medicaciones que tienen una cierta efectividad en grados no críticos de estos pacientes o que se han aumentado el número de camas de intensivos y tenemos respiradores, tenemos ya (quizá no en la cantidad que quisiéramos) los materiales de protección… Creo que estamos bastante más protegidos, de hecho, aunque el número de contagiados nos alarme, y con razón, la gravedad y la edad de las personas es inferior a lo tremendo que teníamos en marzo o abril.
Tenemos que seguir insistiendo mucho no en la atención, sino en la prevención. Creo que esta es la gran asignatura pendiente de la que todos, políticos incluidos, deberían aprender. Y creo que deberíamos empezar a hablar de la Salud Planetaria porque no somos indiferentes a lo que pase en China o en Rusia, que este tipo de pandemias tarde o temprano lo volveremos a ver.
¿A qué se debe que en países con sistemas sanitarios y modelos de gestión residencial distintos al nuestro, el porcentaje de fallecidos en residencias sea similar?
Yo creo que hay fomentar alternativas al internamiento en residencias, pero hay que andar con cuidado con esto porque parece que todos los residentes son iguales y no es así. Para hablar de pisos tutelados o residencias asistidas, el grado de dependencia de las personas tiene que ser bajo. Desgraciadamente, luego llega un momento en el que tienen que estar muy atendidos y no queda más remedio que el internamiento en una residencia.
Luego también depende del tamaño de las residencias. En España, antes, eran más pequeñas. Desde que entraron los holdings residenciales, tienen un tamaño bastante mayor de las 100 camas que antes era impensable.
Otra cosa que tampoco quieren valorar las personas que satanizan a las residencias es que el 70% son privadas y de ellas, el 40% están concertadas con las comunidades autónomas porque, si no, no se podría atender a la Ley de Dependencia. Gracias a que hay gente que invierte su dinero en residencias y, normalmente se hace con una calidad superior o mejor que las públicas, se sacan las castañas del fuego a la Ley de Dependencia.
Aun así, estamos a la mitad del número de residencias que recomienda la OMS. La situación ya a priori era mala y cuando vino el coronavirus, infinitamente peor.
¿Y afecta tanta normativa y reglamentación diferente?
Lo importante a futuro es unificar los criterios, dispares con tanta reglamentación en toda España, sería bueno que hubiera una integración de la acreditación y, sobre todo, que las inspecciones que hacen las CCAA dejen de ser estructurales y sean más funcionales. Es más fácil contar extintores que saber cómo se trata a los pacientes…
Otra cuestión muy importante, que es la falta de unificación de la información. Es muy difícil saber cuántas plazas de residencias hay en España porque según vayas a una fuente u otra, las cifras pueden varias en 400 o 500. Así, saber cuántos muertos ha habido en las residencias es complejísimo. Uno de lo problemas más importantes que ha habido es que hemos tenido un ministerio de segunda división porque realmente se ocupaba de la sanidad exterior, de la parte farmacéutica y Ceuta y Melilla, el resto, transferido a las CCAA.
Claro, a la hora de comprar, resultó ingenuo que el Ministerio lo intentara porque hace 30 años que no compra. Los que compran son las consejerías de las comunidades autónomas.
¿Qué hace falta, qué es imprescindible, para conseguir una coordinación sociosanitaria entre Atención Primaria, las residencias y los hospitales?
Hace falta una normativa y ponerse de verdad a la integración entre Atención Primaria, residencias y hospitales. Que haya una historia clínica común. Cuando un médico de una residencia manda al hospital a un residente, tiene que hacerle toda una historia. Los médicos de urgencias de los hospitales se quejan de la pobreza de información que les mandan desde algunas residencias.
Además, más coordinación con la Primaria y con unos médicos responsables que hagan por conocer a sus pacientes que viven en la residencia. Pero sus cartillas están adjudicadas a él. El médico tendría que ir a la residencia de vez en cuando y esto en la mayoría de los casos no pasa.