Si ya es posible trabajar sin contenciones, ¿por qué es tan difícil hacerlo?

La presidenta de la Fundación Pilares, Pilar Rodríguez Rodríguez, fue la encargada de moderar la mesa “Trabajar sin contenciones en los últimos años” y allí consideró que “ha sido muy interesante comprobar que el cuidar sin sujetar van en auge, que hay cada vez más sensibilización”.

Apuntó igualmente que “aunque hay diferentes entidades que lo hacen siguiendo metodologías parecidas, se está consiguiendo concienciar a la sociedad, a los poderes públicos y a los ciudadanos (a pesar de que con las familias queda mucho trabajo por hacer) de que no es bueno sujetar a las personas porque se les limita la libertad, la dignidad y se atenta contra sus derechos”.

Así, el director técnico del Programa “Desatar al Anciano y al enfermo de Alzheimer”, Antonio Burgueño, que habló sobre la evolución histórica del proceso de supresión de sujecciones que está en trance de desarrollarse y también la situación actual, explicó que detrás de todo el proceso de las sujeciones, lo clave es la actitud del personal. Aunque en algún momento se puso el énfasis en que es necesario un cambio legislativo, también se destacó el tema del conocimiento de la formación, es decir, educación sobre cómo manejar una demencia o los problemas que te llevan habitualmente a utilizar sujeciones, como son: el riesgo de caídas y las alteraciones conductuales.

Lo que también hizo Burgueño fue enumerar las características de los centros con mayor prevalencia de uso de las sujeciones. Entre ellas, apuntó: “Centros con déficits de seguridad física pasiva, centros con una cultura que busca el inmovilismo como clave de seguridad, centros cuya respuesta dominante a los síntomas conductuales es farmacológica, donde el tono de vigilancia es bajo, con una alta proporción de residentes polimedicados, con ausencia de circuitos de vagabundeo, con una política de vida nocturna restrictiva y con déficits ambientales y organizativos en unidades especiales para personas con demencias”.

Para terminar, apuntó lo que llama el “estándar de oro” de un centro libre de sujeciones físicas: “Racionalización continua del uso de psicotrópicos, potenciar la seguridad física pasiva, pacto de seguridad con las familias, prevención de los entornos más protésicos y terapéuticos y Atención Centrada en la Persona de las que viven con demencia”.

Por su parte, la presidenta de la Fundación Cuidados Dignos, Ana Urrutia, se encargó de explicar por qué hay que desatar al anciano y por qué es tan difícil hacerlo. Entre los motivos, “porque es indigno, porque eso no es cuidar, porque no es atención centrada en la persona, porque es maleficiente, porque la evidencia científica empieza a avalarlo, porque no hace falta, porque es futil, (no nos hace falta) porque el problema no está en ellos sino en nosotros (nosotros dejamos que se caigan), porque no podemos atender así a la experiencia de vida y porque es posible”.

Del mismo modo, enumeró también los motivos que a su juicio hacen que sea tan difícil dejar de sujetar: “Por que los cuidadores también tenemos nuestra rigidez al cambio, las familias no siempre ayudan, la administración pública no se implica, no hay legislación que lo ampare, la sociedad no lo demanda y porque supone cambiar la cultura de cuidado de todo un país”.

Para terminar, el socio fundador de la Fundación Dignitas Vitae, José Pascual, insistió en que hay que querer hacer el cambio a trabajar y vivir sin sujeciones, aunque “se trata de un proceso complejo en el que está implicados múltiples factores”.

“Hace falta un cambio de mentalidad, en la organización y en las formas de hacer las cosas”, dejó claro Pascual, que, sin embargo, matizó que “ninguna de estas estrategias por sí sola es suficiente para reducir de manera relevante la aplicación de restricciones físicas”.