La experta Lourdes Bermejo ha presentado en la Cumbre Mundial del Alzheimer de Lisboa su proyecto "Tengo un Plan, vivir bien con problemas de memoria", seleccionado como buena práctica en atención.
Lourdes Bermejo (en la imagen) tiene un extenso currículo de competencias y habilidades. Es doctora en Ciencias de la Educación y diplomada en Gerontología Social; experta en Intervención Social Integral, evaluadora Habilitada de Competencias Profesionales y coordinadora del Grupo de Trabajo Multidisciplinar de Educación Gerontológica de la SEGG, entre otras muchas cosas. Pero también le gusta definirse como una autónoma que curra mucho.
Atiende la llamada de NGD desde el aeropuerto, de camino a la Cumbre Mundial de Investigación y Cuidados del Alzheimer que se celebra estos días en Lisboa, y donde se presenta su proyecto "Tengo un Plan, vivir bien con problemas de memoria", que ha sido seleccionado como buena práctica en la atención a personas con Alzheimer.
¿Somos conscientes de la incidencia que tiene esta enfermedad en nuestra sociedad?
Yo creo que todavía no, por varios motivos. Los ciudadanos con Alzheimer siguen siendo ciudadanos con derechos que necesitan un espacio y unas oportunidades de vida dignas. No se trata sólo del cuidado físico. Lo que necesitan es seguir viviendo, y seguir viviendo con calidad. Que tengas Alzheimer no significa que no tengas derecho a una vida buena. Se trata de algo cualitativo.
Pero cuantitativamente se trata de un número elevado de personas, y hay muchas personas en estadios tempranos que no están diagnosticadas. Si juntamos los derechos de estas personas a tener una vida digna con el hecho de que son muchos, es evidente que debemos ser sensibles a que esto requiere cambio de mentalidad, esfuerzo económico, priorizar las políticas, cualificación y formación por parte de los profesionales y sensibilidad por parte de las familias para asumir cada uno nuestra parte de responsabilidad.
¿Cómo estamos en España en comparación con otros países en cuanto a la atención a la persona con Alzheimer?
Depende de dónde nos fijemos. Si nos comparamos con los países nórdicos, pues todavía nos falta. En los países a los que nos gustaría parecernos existen muchos más apoyos por parte de la comunidad y de los servicios sociales en los estadios iniciales para que uno pueda seguir viviendo en su comunidad, en su entorno, ir a la compra o utilizar ciertos servicios de proximidad, porque esos servicios están sensibilizados y formados para atenderlos. Eso en España es muy infrecuente. Y luego aquí también hay muchas diferencias por territorios, por Comunidades Autónomas.
El cuidado de las personas con Alzheimer recae en un 85% en las familias. ¿Esto tiene que ser así?
Yo creo que tendría que ser de otra forma, tendría que haber mucho más apoyo para las familias. Esto significa servicios en los domicilios, significa centros de día, pero centros de día flexibles, donde los familiares no tengan que dejar de trabajar para atender a sus familiares, y que sepan que van a estar bien en otro lugar, y puedan mantener su vida, su relación con sus hijos o su relación laboral.
Debe haber más ayudas económicas o de prestación de servicios adaptadas a cada familia y a cada situación y a cada contexto. Esto es una responsabilidad de todos. No puede ser una responsabilidad exclusiva de las familias. Esto implica tener más servicios y tenerlos mejor, más accesibles y mejor distribuidos.
¿Es importante un diagnóstico temprano?
Es fundamental. Hay muchas personas no diagnosticadas. Esto es una realidad. Hay personas que no quieren ir al médico por miedo al diagnóstico. Si te dicen que tienes una demencia es muy duro vivir a partir del día siguiente. Hay gente que mete la cabeza en el suelo, como las avestruces, y cuando ya es evidente el deterioro, esa persona ha dejado de poder recibir un tratamiento farmacológico que va fantástico en estadios tempranos.
Las medicaciones en ciertos estadios son muy buenas, pero en estados más avanzados no sirven o tienen muy poco efecto. Tendríamos que estar más sensibles en fases iniciales, no tenemos esa mentalidad y es fundamental tener un diagnóstico temprano para aplicar tratamientos eficaces. Se dice que la enfermedad de Alzheimer empieza 20 años antes del diagnóstico, por eso hay que sensibilizar para cribar si los fallos de memoria son un problema benigno o puede tener un desarrollo peor.
¿Las residencias están preparadas para atender a este tipo de usuario?
Depende. A veces los centros son muy buenos para atender los cuidados más físicos. Yo diría en este sentido que en general sí. Luego están los cuidados más emocionales y los cuidados más psicológicos, porque una persona que pueda estar en un estado más avanzado de la enfermedad no significa que no necesite unos cuidados más finos, a parte de ayudarle a que sobreviva. Y en esos otros cuidados, sí que creo que nos queda mucho por hacer.
¿Habría que impulsar centros socio sanitarios específicos para personas con Alzheimer?
No. Yo creo que no. Por ejemplo, una pareja donde uno tenga Alzheimer y otro no, ¿no pueden pasar los últimos años de su vida juntos porque uno tenga Alzheimer y otro no? Otra cosa es que en los centros haya unidades especiales con personal formado para atender a estas personas, pero de eso a centros exclusivos no me parece, no me gusta la idea.
¿Hace falta más formación?
Necesitamos formación que nos capacite para tratarles de una forma más sutil, más fina y humanizadora que hasta ahora, porque la formación que hemos tenido ha sido muy sanitaria y orientada a lo físico, pero nos faltan habilidades emocionales, por ejemplo, para saber comunicarnos con ellos y comprender sus necesidades cuando no nos las pueden decir. Hay que desarrollar capacidades de observación y de análisis para tomar decisiones en el cuidado. Son habilidades específicas, complejas, porque cada persona enferma es diferente, y todos los profesionales que les rodean tienen que ser expertos en este tipo de persona y saber qué es lo más adecuado para ella.
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